30 abril, 2024

Los tamales de La Violeta: una historia de sobrevivencia

Los tamales de La Violeta: una historia de sobrevivencia

Ramsés Mercado

Toluca, México; 29 de enero de 2021. Con más de 100 años de tradición familiar, con más de tres generaciones involucradas, Olga Jaimes Garduño ha vendido tamales por más de 40 años en el centro de Toluca, sobre la calle de Independencia, casi en la esquina con Mariano Rivapalacio. Ahí se ponía casi todos los días. Se hizo famosa no solamente por estar tanto tiempo, sino porque sus tamales son realmente buenos.

Sin embargo, este último año las cosas han cambiado debido a la presencia del coronavirus. Ella tuvo que cerrar su puesto a principios del 2020, cuando comenzaba la cuarentena. Un mes, le dijeron, pero esos 30 días se convirtieron en 60, luego en tres meses, en cuatro. Las cosas parecían que se calmaban y el anuncio del semáforo naranja le permitió volverse a poner por un par de meses, pero después empeoró todo y estos 29 días del nuevo año han significado un mal comienzo porque no ha podido volver a su lugar habitual: las cosas ya no han vuelto a ser las mismas y quién sabe si volverán a serlo.

“Dejé de ir, pero esto es algo muy feo para mí porque toda mi vida he trabajado, nunca he dependido de nadie, nunca, y hasta ahorita no recibo ningún apoyo”.

Y es que Olga Jaimes es la dueña del puesto de los tamales de La Violeta, o por lo menos así lo conocen los habitantes de Toluca. Ella se ponía junto al edificio Antonio Abraham, uno de los pocos vestigios del imponente art-decó que hay en la ciudad y en cuya planta hace años han abierto un negocio de panes y leche, Los Bisquets Obregón, que la leyenda negra de la capital mexiquense adjudicaba al actual secretario general de Gobierno, Ernesto Nemer. La realidad es peor, porque el dueño de la franquicia es Miguel Ángel Mancera, ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México, embarrado recientemente en casos de corrupción y desvío de recursos.

Eso, por ahora, no interesa.

Los tamales de La Violeta, así es como la mayoría los conoce porque antes -no hace mucho- había una mercería allí que así se llamaba, y a donde la gente marcaba para preguntar si ya había llegado la señora de los tamales. Ese lugar ha sido por años parte del sustento para sus cinco hijas y su esposo.

“Incluso tengo una hija que está enferma y tiene parálisis cerebral. Y no voy a decir que es una persona que está totalmente discapacitada, pero sí convulsiona a cada rato, y también hay que comprar medicamentos”.

“Los benditos tamales”, como ella les dice, ya no se venden igual porque ahora los vende afuera de su domicilio, en una privada en la calle de Pedro Ascencio, a un costado del Teatro Universitario de “Los Jaguares”, pero debido a su ubicación es muy difícil que la vean y por lo mismo que le compren.

“Me desespero porque en el centro yo ya sabía que era seguro que vendiera, llevaba mis cosas y sabía que iba a vender, y ahora aquí vea el bote de tamales, es un bote pequeñito, y allá llevaba dos, en uno echaba el de verde con el de rajas, y en el otro los de rojo con el de dulce, y de repente canarios. El Día de la Candelaria era un día para mí… muy especial. Yo me prevenía y era el día en que mis hijas me venían a apoyar, y lo que llevaba yo lo terminaba. Incluso había cola para comprar, pero ahora no sé. A lo mejor pudiera el lunes regresar al centro”.

La señora Olga se nota confundida, triste y desesperada porque si en esta temporada, en otros años hacía 800 tamales, no sabe cuántos hará para el 2021.

“Cualquier trabajo, por humilde que sea, cuando tú le hechas ganas y te propones, logras sacarlo adelante, pero hay que ser constantes. Ahora ya también me encuentro cansada y… yo solamente he confiado en Dios, y ahorita la verdad tengo la esperanza de que mientras pueda moverme seguiré vendiendo tamales”, dice ella, que llora mientras cuenta la vida a la que la arrojado el coronavirus, afectándola junto con toda su familia.

Ella llora, pero no se rinde.

Sí, a veces no vende todos y los termina regalando porque no saben a lo mismo al otro día, no tienen el mismo sabor. “Se hacen feos”, menciona ella, pero tampoco se ha quedado cruzada de brazos y ha decidido ayudarse de las redes sociales para promocionarse en la página Atole y Tamales “La violeta” en Facebook, o en el número 7224084806 para que la gente pueda realizar sus pedidos.

Por ahora, sólo le resta no perder la esperanza de que el coronavirus sea combatido con éxito y se pueda regresar a la normalidad.

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