2 mayo, 2024

Un conato de fiebre, un pañuelo usado, una mascarilla tirada en la calle

Un conato de fiebre, un pañuelo usado, una mascarilla tirada en la calle

Miguel Alvarado

Toluca, México; 3 de septiembre de 2021.

Lo más importante no es el desinfectante o los geles porque cada quién lleva uno. Lo más importante es que no hay internet, que no hay agua, que las escuelas se inundan, que todavía no es urgente que los niños vayan a los salones.

-Es mayor la posibilidad de que los profesores y los administrativos llevemos el coronavirus a las escuelas que los propios alumnos. Pero cualquiera que lo lleve y no sea detectado a tiempo por la razón que sea, puede desencadenar una tragedia que vamos a lamentar todos- dice una profesora que el domingo pasado, un día antes de que las escuelas abrieran sus puertas, recorría los salones y los baños.

Sí, no hay agua. Los retretes no pueden asearse y nadie puede lavarse las manos, una de las reglas elementales de combate contra la infección, cuyas muertes, hasta el 2 de septiembre de 2021 eran 260 mil 503, pero en realidad el gobierno federal estima que la cifra de defunciones ya frisa el medio millón: 493 mil 660 muertos, dice la propia Federación. Se trata de una alerta máxima que se ha desdeñado irresponsablemente, y que el semáforo naranja no podrá contener con la fuerza de su color solamente. El país está en movimiento y el coronavirus lo agradece.

Para las escuelas de nivel básico en Toluca la realidad señala que a 96 horas de reabrir sus puertas, hay 99 alertas de contagio reconocidas por la SEP estatal. Esas son las públicas, las que se han dado a conocer pero se espera que se denuncien más.

A la preocupación por la infección, los profesores añaden la de la falta de servicios, que parece resquebrajar toda la buena voluntad de hacer bien las cosas, en esta precipitada y hasta inútil vuelta.

-Algunos compañeros, desesperados, están de acuerdo en pagar internet, “porque también así están haciendo en otras escuelas”. Eso es lo argumentan, y quieren pagar ellos este servicio cuando es obligación del gobierno proveerlo. Si insisten , si lo pagan, en poco tiempo quedará establecido como una obligación de los maestros. Nosotros, en general, ganamos 4 mil 500 pesos quincenales por un turno ante grupo de 6 horas diarias, más el tiempo de reportes y actividades administrativas. Eso ganamos los maestros. Los compañeros insisten en que «necesitan», internet, y que harán el gasto, porque es «muy necesario”.  Lo es, pero no podemos pagarlo nosotros- dice un profesor de Toluca, agobiado porque además lo obligan a pedir 400 pesos por niño para tratar de pagar ese mismo servicio desde las asociaciones de padres de familia sin involucrar a los directivos.

Las clases por ahora son presenciales y por internet, al mismo tiempo e impartidas por el mismo profesor.

Pero su escuela padece de cosas muy puntuales, las cuales rebasan cualquier alerta naranja o roja porque así lo han decidido las autoridades. La lista de gastos que la Asociación de Padres ha entregado a la dirección es la siguiente:

Servicio de velador por un año: 30 mil pesos.

Pago anual de intendencia: 64 mil pesos.

Teléfono: 20 mil pesos.

Contenedor de gel de 20 litros: mil pesos cada 20 días.

Todo eso lo pagan las familias, aunque el Estado debería proveerlo.


Mientras los padres buscan cómo solucionar los pagos, las noticias de la infección rebasan poco a poco la realidad que las minutas y reuniones proponen. La cara de los profes y de los padres lo dice todo. A la entrada de las escuelas se revisa e higieniza a los alumnos, que saben del riesgo pero son eso, niños creciendo con una pandemia que no tiene final.

Se rocían, se colocan el gel y llevan su kit de salvamento, el cual ayudará muy poco en caso de un brote porque entonces habrá que cerrar.

Esto último ya sucedió en tres escuelas del valle de Toluca. Ayer, la Secundaria 7 de la capital del Estado de México suspendió las clases porque un trabajador administrativo fue declarado “sospechoso” de infección.

En el turno vespertino, a las 16:30, los alumnos fueron evacuados, regresados a sus casas, apenas tres horas después de que iniciaran su jornada.

Un comunicado firmado por la directora del centro escolar, Cristina Lucía Chirinos, señalaba que la escuela cerraría a partir de hoy, hasta el 17 de septiembre. En grupos de redes sociales los padres de familia de esa escuela pidieron pasar a recoger a los estudiantes y reportar si alguno de ellos presentaba síntomas. Esta información ha causado desazón y preocupación en esa comunidad escolar.

Profesores y padres de familia de escuelas locales habían dicho, de manera extraoficial, que los primeros contagios se visibilizarían en 15 días, quizá un mes. Pero no pasaron ni 72 horas cuando se detectó el primer alumno con sospecha de infección.

Asimismo, el 17 de agosto pasado se habría filtrado el oficio número 205110026/0701/2021 de la Secretaría de Educación del gobierno mexiquense dirigido a directivos y supervisores de las escuelas públicas donde les instruyen que “se deberán abstener de efectuar cualquier comentario, además de tener el cuidado necesario para que no se tomen fotos y/o videos dentro de las instalaciones” por parte de medios de comunicación. Claro está: el gobierno quiere silencio.

En otro caso, la escuela Benito Juárez en el municipio de Ocoyoacac dejó de dar clases pues dos maestros están confirmandos con la infección.

Hoy por la mañana, la secundaria federal Ignacio Manuel Altamirano Número 0591, de Toluca, suspendió también sus clases presenciales luego de que uno de sus profesores diera positivo.

La vida de todos ha cambiado, pero los periodos de adaptación no deberían tener tantos riesgos en una sociedad tan controlada como ésta. Sin embargo, el coronavirus, con todo y sus mil muertos diarios, se ha convertido en algo tan común como un estornudo, como un conato de fiebre, un pañuelo usado, una mascarilla tirada en la calle.

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