Tenería es una normal rural que ni siquiera la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), a la que se encuentra adscrita -lo mismo que otras quince instituciones- ve con buenos ojos debido a las acusaciones y señalamientos de infiltración que han conseguido ejecutar el crimen organizado y células del narco en el sur del Estado de México.
Toluca, México; 14 de octubre de 2024
Miguel Alvarado
Llegaron en dos camiones, el Cóndor, de color azul, y el Lenin, pintado de negro, que se detuvieron ante los portones cerrados de las instalaciones de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México (SEIEM) en el pueblo de Santa Cruz Atzcapotzaltongo, en Toluca. Los videos que los captaron indican que los alumnos de la escuela normal rural de Tenería eran cerca de cien, y que una vez en el lugar, prepararon el Cóndor para utilizarlo como ariete. Entonces arrancaron y embistieron las puertas de metal hasta derribarlas. Adentro, algunos empleados se preparaban para evacuar el lugar, siguiendo el ejemplo de otros que se habían ido más temprano. Una vez adentro, los normalistas se dedicaron a romper a pedradas los ventanales de las oficinas. El Lenin, como una bestia negra, los esperaba afuera, junto con dos camionetas Crafter, en tanto que el Cóndor daba vueltas adentro. Terminaron de romper lo que había a su paso. De las instalaciones de Pagaduría robaron mochilas, celulares, cheques y dinero de los trabajadores, y entonces sí, se treparon a sus camiones y regresaron a Tenancingo, al sur de Toluca, donde tienen su sede. El mensaje que llevaban estaba entregado.
II
Los cristales de las oficinas saltaron en mil pedazos en tanto el Cóndor daba vueltas sobre la pequeña vialidad que atraviesa los jardines del SEIEM. Los estudiantes saltaron del camión y se dirigieron al área de estacionamiento para moler a palos cuatro automóviles estacionados, que pertenecen a empleados del lugar. En menos de dos minutos los coches fueron reducidos a un amasijo de vidrios rotos y láminas abolladas y perforadas.
– ¡Vámonos, vámonos!- gritaban ellos cuando terminaron de quebrar los ventanales. Uno de los autos, un Tsuru gris fue atacado por cuatro personas, que se encargaron de sumirle el toldo, romperles las ventanas y sumir las láminas de los costados. Entonces saltaron las alarmas de los autos para unir su aullido a aquella orquesta furiosa, que tenía como objetivo reclamar al gobierno mexiquense la asignación de becas y mayores recursos económicos para la normal, que ha mostrado y desplegado así su poder de convencimiento para obtener lo que desea. Se trata de alumnos de la única normal rural en México que trabaja de la mano de un gobierno, y del que obtiene empleos directos y recursos económicos que no cuentan con algún tipo de auditoría, que una vez llegados a la escuela se reparte entre los líderes de la cúpula estudiantil y un grupo de profesores que los protege y utiliza para beneficio personal. Tenería es una normal rural que ni siquiera la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), a la que se encuentra adscrita -lo mismo que otras quince instituciones- ve con buenos ojos debido a las acusaciones y señalamientos de infiltración que han conseguido ejecutar el crimen organizado y células del narco en el sur del Estado de México. En los últimos años, Tenería ha sido utilizada como parte de grupos de choque para tomar edificios y desalojar a grupos antagónicos, como sucedió en el Auditorio Ernesto Ché Guevara de la UNAM, el 3 de marzo de 2014, en la Ciudad de México. En esa ocasión, ocurrida pocos meses antes de la desaparición y asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, participaron alumnos infiltrados de la propia Ayotzinapa, encabezados por el ahora diputado federal de Morena, Manuel Vázquez Arellano; y por David Flores Maldonado, hasta 2022 director de área en la Secretaría de Educación Pública. Flores era, para el 26 de septiembre de 2014, fecha de los sucesos de Iguala, secretario general aquella normal guerrerense.
Después de romper todo lo que pudieron, los alumnos de Tenería abordaron el Lenin, este lunes 14 de octubre de 2024, su enorme y moderno camión negro de pasajeros en cuyos costados está impresa una imagen de gran tamaño de aquel viejo fundador de la Unión Soviética, que emerge de los pliegues de la bandera roja y amarilla de aquella URSS desaparecida. La postura de izquierda o comunista de Tenería es falsa, pero usa los emblemas de la verdadera izquierda para justificar una violencia que la propia escuela genera en favor de unos pocos. Tenería cuenta ya con una larga lista de abusos y crímenes entre lo que pueden contarse la muerte de dos aspirantes que presentaban sus exámenes de ingreso, durante la denominada “semana de pruebas”, que no es otra cosa que ejercicios físicos y tareas absurdas imposibles de cumplir por absurdas. Abusos de los propios dirigentes y alumnos les causaron lesiones que no pudieron superar. El último caso se registró el 12 de julio de 2024, cuando al poblano Brayan, de 23 años, cuatro estudiantes de la normal lo golpearon con palos y tubos hasta provocarle un infarto. Uno de los participantes fue identificado como Saúl Adán, “El Prins”, a quien se le encargaban los castigos contra los alumnos. Aunque fue detenido, Tenería se negó a recibir a las autoridades en el plantel y a colaborar con las investigaciones, pese a que cuatro estudiantes acudieron a declarar a los juzgados de Tenancingo. De acuerdo con testigos, faltan tres responsables más por detener.

Las razones de Tenería
El motivo de la destrucción de instalaciones está relacionado con un pliego petitorio que el SEIEM se ha negado a atender desde julio de 2024, de acuerdo con los propios normalistas, que además exigen la presencia del director general de la instancia, Magdaleno Reyes Ángeles, para negociar con él los puntos del documento. “Este servidor público ha hecho caso omiso a los reiterados llamados por parte nuestra. Se tenía programada una audiencia con él y nos encontramos con la sorpresa de que nuevamente nos toma el pelo, pues mandó a subalternos de segundo nivel, quienes no tienen ni la capacidad ni el poder de gestoría para solucionar los problemas del pliego petitorio”, dijo un alumno del Comité Estudiantil en un comunicado que circuló en redes sociales y plataformas digitales a media mañana.
Luego, Tenería culpó al gobierno local de provocarlos primero para después culparlos por reacciones como las de este día. “Es mentira que llegamos a tomar las instalaciones, pues a nuestro arribo estas oficinas ya se encontraban cerradas y desalojadas de todo el personal. También es mentira que amenazamos y aterrorizamos al personal de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México”, dijo otro alumno, que descalificó las llamadas de auxilio de los trabajadores que se encontraban presentes. Tenería considera que el cumplimiento del pliego petitorio se ha convertido en un conflicto porque no se tiene voluntad para atender las demandas ahí expresadas. Ha dicho, también, que la gobernadora morenista Delfina Gómez debe intervenir y solucionarlo.
Tenería: una normal rural que no representa a la resistencia social
Tres alumnos y un ex empleado de la normal de Tenería iban en una camioneta Titán hacia su escuela, ubicada en Tenancingo, en el Estado de México. Regresaban de Zumpahuacán, uno de los municipios vecinos porque habían realizado ahí un cobro de 150 mil pesos en efectivo. Ya estaban a la altura del pueblo de San Andrés cuando hombres armados los emboscaron. Les dispararon con armas de alto calibre y por lo menos dos de los alumnos recibieron de lleno las balas. La Titán, un vehículo oficial de esa normal, logró escabullirse y se dirigió con su carga de heridos a un hospital de Tenancingo, que la tarde del 17 de mayo de 2023, día del ataque, los reportaba graves. Con el paso de los días los acribillados fueron recuperándose.
¿Qué estaban haciendo tres alumnos y el ex chofer de la normal de Tenería en Zumpahuacán ese día? ¿Quién les había pagado 150 mil pesos? Y por último, ¿quién los había atacado? Ese encuentro con pistoleros, que tiraron a matar, representa la escalada más dura de la violencia que se cierne en torno de Tenería -que oficialmente se llama Lázaro Cárdenas del Río- ejercida por alumnos golpeadores organizados por un ex director de la escuela. Venta de droga en las instalaciones; infiltrados; robo de materiales y equipo de computadoras; cobros por “derechos de piso” a alumnos y empleados; extorsiones; amenazas de encapuchados armados en el área de dormitorios; despidos injustificados; golpizas casi mortales y hasta un asesinato relacionado con ese plantel se han registrado desde hace por lo menos cuatro años. Los responsables tienen nombre y apellido y se trata de un ex director y de integrantes de la cúpula estudiantil de la normal que para el 23 de mayo habían roto relaciones y se enfrentan por el control de la escuela y por venganzas personales.
“La comunidad de Tenería identificó a Ulises “N”, un ex chofer de la escuela, como conductor de la camioneta Titán agredida. Con él iba Raúl Barreto Alonso, ex alumno encargado de la cartera de Conflictos entre 2022 y 2023. Sobre este último existen señalamientos de acoso sexual, venta de droga, robo de materiales y golpizas a alumnos. Ulises y Raúl operaban cobros de derecho de piso en la normal a trabajadores y docentes. También cobraban a algunos alumnos desde mil a 5 mil pesos por garantizarles algunos privilegios, por ejemplo no asistir a trabajos de comisiones y saltarse las clases sin ser sancionados”, dice uno de al menos una decena de testigos directos entre profesores, ex trabajadores y padres de familia que se han organizado para denunciar e insisten ante autoridades estatales de Educación, familias y alumnos que en Tenería se están generando condiciones para que suceda otro caso como el de Ayotzinapa.
Junto con ellos, otros que cobran piso son un alumno llamado Víctor Berriozábal Jiménez, a quien se identifica como militar en activo. También se señala al secretario general del alumnado, Alejandro Francisco Salazar Ortiz, ‘La Vaca’”, apuntan los declarantes. Ellos dos recibían el dinero recolectado pero era el ahora ex director de la escuela, Carlos Próspero Basaldúa, quien se encargaba de repartirlo porque él era el jefe de este grupo. Lo fue hasta que las autoridades de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México (SEIEM) lo dieron de baja después de una presunta investigación por desvío de recursos. La salida del director, que fue despedido por sus aliados hasta con banda de guerra, dio pie sin embargo a una serie de diferencias con ellos, que poco después le dieron la espalda y de hecho le exigieron que les entregara un millón de pesos si quería la oportunidad de regresar por lo menos a jubilarse, esto como parte de su derecho de réplica.
A pesar de la despedida eufórica, una reunión oficial celebrada el 18 de mayo de 2023 entre estudiantes, trabajadores sindicalizados y profesores, determinó que Próspero no podría regresar a la normal bajo ninguna circunstancia. Así fue decidido, pero a pesar de eso el pago de un millón de pesos fue propuesto al ex director. En respuesta, el maestro amenazó de muerte a sus antiguos aliados.
Los 150 mil pesos que habían ido a cobrar el 17 de mayo eran parte de esa negociación fuera de leyes y reglamentos, y que había bajado su monto para esa fecha. Del millón inicial se llegó a un arreglo de 300 mil pesos que después quedó en 150 mil. Lo anterior, de acuerdo con audios de llamadas telefónicas en poder de este medio de comunicación. De acuerdo con los testigos, uno de los pocos que sabían el cobro de Zumpahuacán era el propio ex director por su involucramiento directo.
“Por estas traiciones se supo lo de los derechos de piso, lo del control de la venta de droga y otras cosas, porque entre ellos se echaron de cabeza. Desde que le exigieron el pago a Próspero, él también se encargó de amenazar a los estudiantes y a algunos profesores”, señalan los testigos, que suman a los delitos la venta de plazas laborales, un negocio en manos del profesor Cenobio Fuentes Calderón, quien ahora fue nombrado director de la normal, y del propio Próspero. Estas plazas cuestan entre 30 mil y 50 mil pesos, de acuerdo al cargo que se aspire. Quienes egresan de la normal de Tenería obtienen trabajo de manera automática gracias a un antiguo convenio con el gobierno del Estado de México. Además, revelan que Cenobio Fuentes paga a conferencistas cantidades menores a las pactadas en contratos firmados. Aunado a esto, Fuentes vendía plazas en 30 mil pesos a alumnos que cursaban en la División de Estudios Semiescolarizados, que después desapareció.
Así pues, era el director de la normal el verdadero poder de la escuela. Señalado de estar relacionado con la muerte de Sergio Badilla, un docente de Tenería, organizó grupos de choque con los estudiantes. “Una de las últimas golpizas dejó a un alumno en silla de ruedas. A otro joven oriundo de la comunidad de San Simonito se le practicó una operación quirúrgica salvaje durante una semana de inducción que lo dejó al borde de la muerte”, apuntan los testimonios. Los pagos que juntaba el grupo de choque los recibían los alumnos Berriozábal y Raúl Barreto Alonso, que entregaban los montos al director Próspero y al secretario general, Alejandro Francisco Salazar Ortiz, ‘La Vaca’”, apuntan los declarantes.
En febrero de 2023 un grupo de trabajadores y maestros fue despedido en un contexto de amenazas y del saqueo del almacén de la normal. Para conseguirlo, el director de la institución, en acuerdo con la cúpula estudiantil, dio un fin de semana libre a trabajadores y alumnos, entre el 17 y el 20 de febrero. Así, pudieron sacar computadoras, impresoras, instrumentos musicales, todo tipo de papelería, herramienta agrícola y materiales de oficina, que vendieron en los pueblos cercanos. Un tanto se lo quedó el profesor Próspero y otro una mujer no identificada. No hubo denuncia alguna porque Raúl Barreto Alonso y el estudiante Berriozábal se encargaron de disuadir a quienes tenían la intención de acudir a la policía. El robo pudo conocerse porque algunos alumnos y personas relacionadas con la normal vieron a los involucrados ofrecer lo robado en las comunidades cercanas. El 19 de mayo un grupo de encapuchados logró colarse a la normal, cerca de las 10 de la noche, para amenazar a alumnos en el área de dormitorios. Los agresores llegaron en una camioneta negra, sin placas y dijeron: “¡Venimos de parte del jefe!”. Los estudiantes lograron contenerlos y expulsarlos, pero nuevamente el miedo se apoderó de la escuela.
Carlos Próspero Basaldúa ejercía el poder que él mismo construyó como un cacique. Ya tenía un grupo de alumnos leales o por lo menos colaboracionistas y para controlar a profesores las amenazas eran su herramienta más útil. La mayoría de quienes llegaron a obedecerlo fue debido a que pesaba sobre ellos el fantasma del cese fulminante. Pero una parte de estos maestros sí denunció a Próspero por las evidentes irregularidades en los despidos que ejecutó.
Los maestros Euriel Rosas Lozada, Pedro Espinoza Ramos, Sergio Herrera Martínez, Martha Lucía “N”, Armando Mancilla Solís, Teodolfo Rivera Tecorral, Daniel Sánchez Muñoz, Axel Cristian Ugarte López y los ingenieros Ángel Camacho Pastrana, Esmeralda Flores Velasco, Amparo Claudia Gómez Jaimes, Giovanni Israel Castro García, Yochimar Camacho Albarrán, los doctores Mitzi Avelar Gallardo, Emmanuel Jardón Hernández, Rodrigo Mercado, así como Erasto Solano Hernández y Ernesto Serrano Jardón fueron los trabajadores despedidos recientemente.
Hace unos años, un ex director de la normal, Guillermo Gómez Vidal, fue amenazado de muerte y de acuerdo con los declarantes, fue el mismo Carlos Próspero quien había realizado tales llamadas para allanarse el camino a la dirección de Tenería. Cuando llegó comenzó a controlar los negocios ilegales, entre ellos el de la venta de droga que llevaban a cabo dos personas particularmente. Uno de ellos es egresado y se le conoce con el apodo de El Pala, pero ocupa una casa en el campus de la normal, un derecho que no le corresponde. Es yerno de una mujer identificada como Verónica Camacho Vega, prefecta de la normal, y la otra, una mujer, es originaria del cercano pueblo de Tecomatlán. Otro alumno dedicado a la genta de droga y de un robo por 5 millones de pesos es Rafael “La Barbuda”, que huyó de la normal. Por otra parte, un hombre identificado como Quetzalcóatl Mendoza Rivera es señado del robo de una vaca y de cobros a normalistas, lo mismo que Fanny Giuliana Franco Herrera.
Tenería, dicen los denunciantes, todavía puede salvarse de una tragedia. La mayor parte de los alumnos y trabajadores están en contra de los estudiantes corruptos y de la cuadrilla del profesor Próspero, pero no se manifiestan públicamente por el miedo que se ha instalado ahí. Actualmente hay 525 alumnos inscritos, sin embargo, se calcula que en el semestre anterior se dieron de baja 160 jóvenes de primer año debido a los maltratos infringidos por los grupos de choque.
“Esto que pasa en Tenería es una situación de alto riesgo porque salen autobuses con personal que pueden ser atacados por cualquier razón. Nunca nos imaginamos que esto se pusiera más feo. Ahora mismo ningún joven debe inscribirse en Tenería porque esta escuela no es un lugar seguro”, dicen los denunciantes, como una advertencia que debe ser tomada en cuenta por autoridades del Estado de México y por quienes desean ir a la normal, que ahora está cerrada para el público y sus cuatro entradas permanecen custodiadas las 24 horas del día por los propios estudiantes.
La garra del gobierno
Lo que hoy enfrenta Tenería es la consecuencia de su historia, una más que involucra a infiltrados y la manipulación del gobierno del Estado de México. Tenería en Tenancingo, Estado de México, enfrentó a espías en una batalla de proporciones descomunales que dejó heridos de gravedad el 24 de octubre de 1981. Los alumnos los descubrieron y los expulsaron a golpes de la institución cuando, al mismo tiempo, la escuela estaba rodeada por policías y soldados. Venidos desde la normal Plutarco Elías Calles, conocida como El Quinto en Sonora, los reventadores se integraron a Tenería sin dificultades. Más altos, pronto se ganaron naturalmente el sobrenombre de Los quintos. Sin embargo, fue por otra cosa que se hicieron famosos y es que, recuerdan profesores egresados, se dedicaron a boicotear acuerdos, retrasar actividades y poner a los alumnos contra el Comité y la Base estudiantil.
El profesor Cuitláhuac Mondragón Fontes, egresado de Tenería, tiene claro que los sonorenses fueron enviados para detener o por lo menos desvirtuar la influencia en esa normal en las comunidades rurales locales, del Partido Comunista Mexicano y del Partido Socialista Unificado de México, que por entonces echaban sus propias raíces en aquellos lugares. Decidido a lastimar el corazón de Tenería, el gobierno mexiquense contrarrestó, como siguiente paso, a los simpatizantes del comunismo reprimiéndolos desde la dirección de la escuela, a cargo del profesor José de Jesús El Chino Morales.
Los quintos jamás imaginaron que cuatro años después, en 1985, a su propia escuela en Sonora le pasaría lo mismo. Los soldados llegaron a esa normal, en el municipio de Etchojoa, después de que los estudiantes se movilizaran activamente apoyando una resistencia social condenada a perder en la población de Cajeme, cuando algunos colonos invadieron tierras privadas y enfrentaron los posteriores desalojos. Los invasores pidieron ayuda y los alumnos se la brindaron. En respuesta, los militares tomaron la escuela una noche en que no había nadie y la cerraron por cuatro meses, pero las negociaciones que encabezaron padres de los estudiantes con las autoridades costaron a la normal la separación definitiva de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, que se estableció como una de las condiciones para no desaparecer El Quinto definitivamente, junto con el total aislamiento político e ideológico del resto de las normales. Ese acuerdo pesó mucho tiempo sobre la escuela como una capadura, condenada al silencio desde la amenaza de su cierre nada más se detectara una huelga o protesta. A los quinteños ni siquiera les dejaron las paredes para expresarse y apenas les quedó el azul de sus cielos y las camisas del mismo color que visten en las galas y días importantes. Porque esa castración apenas les alcanzó para pintar a una mujer que representa a la Patria, perfilada entre los tabiques de un mural que no concuerda con los que se dibujan en el resto de las normales rurales.
La segregación académica y el aislamiento político a la que fue sometida El Quinto estuvieron a punto de instalarse en Tenería, en el Estado de México. En realidad a esa normal le pasó algo peor. El 24 de octubre de 1981 fue para la escuela de Tenancingo una fecha de represión y violencia, y aunque cada año algunos alumnos recuerdan a la comunidad que siempre será tiempo de recomponer el rumbo, esa reflexión se siembra en suelo infértil. Tenería no sería la misma desde la administración del director Morales, quien comenzó expulsando a algunos estudiantes del Comité para establecer directrices que permitirían la “privatización” de algunos servicios. Las imposiciones y los abusos contra los jóvenes derivaron en protestas públicas, marchas y manifestaciones para denunciar al director de la mano de hierro y negocios encubiertos. Fueron 21 días los que Tenería se lanzó a las calles buscando forzar una solución, pero las autoridades respondieron con la movilización de la policía estatal, que rodeó la escuela el 23 de octubre de ese año, después de una orden del gobernador priista Alfredo del Mazo González, padre del anterior gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza. Ese día, entre las dos y la cuatro de la tarde y auxiliados por militares, los policías concluyeron el cerco y terminaron por tomar las instalaciones. Los jóvenes resistieron y pelearon por defender su escuela. Con todo, se dieron tiempo para echar al grupo de infiltrados llegado de Sonora. Ellos, Los quintos, fueron golpeados por los alumnos locales para desalojarlos después de que comprobaron su doble juego. Uno de ellos salvó apenas la vida cuando alguien, después de tundirlo, le metió una pistola en la boca y le disparó a bocajarro, sin mediar palabra. El tiro le perforó la mejilla izquierda y aquel joven salvó la vida pero eso y otras peleas a puño limpio le confirmaron a Tenería que gran parte del asedio se debía a la acción de los reventadores del norte.
La policía tomó la escuela apoyada en la ventaja de las armas e hizo prisioneros a algunos alumnos, que fueron enviados sin dilación al penal estatal de Santiaguito. El resto de los estudiantes escapó para refugiarse en poblados cercanos o en los montes. Que la normal estuviera tomada no impidió que el Comité Estudiantil pudiera reunirse y convocar para el día siguiente a una marcha en el centro de Tenancingo. Las comunidades rurales respondieron al llamado y acompañaron a los jóvenes, pero cuando llegaron a la cita ya los estaba esperando el Batallón de Radiopatrullas del Estado de México (Barapem), que dispersó a los manifestantes y sembró el terror en aquella ciudad porque se buscaba que la lección fuera asimilada por todos. Pasarían días para que Tenería pudiera reorganizarse y harían falta meses para que la escuela fuera recuperada y sus puertas abiertas nuevamente.
Aunque Tenería no desapareció ni fue separada de la FECSM, las circunstancias la ablandaron y poco a poco el gobierno estatal consiguió de la escuela una participación social cada vez menos significativa políticamente y acercamientos menos ríspidos con el poder en turno, que terminó por incidir en el carácter de las siguientes generaciones, acostumbradas a obedecer cualquier disposición del gobierno, por absurda que fuera.
En mayo del 2008 la pinza que la represión de 1981 había colocado sobre Tenería terminó de cerrarse y, lenta pero efectivamente, las autoridades pusieron a la escuela justo donde querían que estuviera: en un puño, el de ellos. Poco antes de mayo, el gobierno mexiquense de Enrique Peña Nieto había firmado acuerdos que garantizaban a egresados de Tenería plazas laborales automáticas a través de la estructura de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México. Esos tratos, gestionados entre otros por Luis Miranda Nava, el operador más implacable de Peña, serían anulados casi de inmediato y como consecuencia Tenería se declaraba en huelga. El cese de directivos y el acoso policiaco fue lo que siguió para los normalistas. El gobierno preparó su fuerza hostil y quiso provocar enfrentamientos enviando hasta un helicóptero que sobrevoló las instalaciones tres veces para tomar fotos y videograbar a los estudiantes y su organización. Detrás de la aeronave y entre árboles y hondonadas se parapetaron 400 granaderos que lograron llegar a cien metros de la escuela, pero los habitantes de las inmediaciones se solidarizaron con los chicos y cerraron los accesos deteniendo a la fuerza policiaca. Otro intento de desarticulación, esa misma jornada, provino de las 14 averiguaciones previas que empresas transportistas levantaron contra los estudiantes por secuestrar tráileres y camiones. Todo eso terminó por sentar al Comité Estudiantil en una mesa de negociaciones, la madrugada del primero de octubre del 2008, para recomponer los pedazos del pacto mañosamente roto por el gobierno.
“El debate se alarga (…). Los estudiantes no dan marcha atrás en sus demandas. Consiguen que el gobierno ratifique los acuerdos que de por sí se tenían y, además, se comprometa a no ejercer acción penal en contra de ningún alumno.
”Entre lo ratificado, destaca: respeto a la organización estudiantil, a la institución, al internado, a la matrícula y a la entrega de plazas automáticas en varios paquetes para los egresados y las generaciones venideras; reconocimiento a la representación de la sociedad de alumnos Aquiles Serdán y a la capacidad de gestión de los organismos nacionales de la FECSM; respeto a la integridad de la Normal Rural evitando el hostigamiento por parte de cualquier autoridad del gobierno del Estado de México y a las formas de manifestación que los estudiantes elijan”, relataba la reportera Nancy Flores para la revista Contralínea, cuando la publicación ejercía un periodismo independiente.
Lo que parecía una derrota para el gobierno representó en realidad otra cosa. Para la normal rural la trampa estaba cerrada y si alguien se dio cuenta, no dijo nada. El pacto de Tenería con el gobierno de Peña solucionó los problemas inmediatos, pero terminó por enfrentarla con el resto de las escuelas y la propia FECSM, que desde entonces la miraron con desconfianza absoluta, sobre todo la normal de Ayotzinapa, principal crítica y antagonista de la rural del Estado de México. Un simulacro de orden se impuso y Tenería nunca volvió a ser la misma porque ahora cuidaría, al costo que fuera, que los acuerdos conseguidos no se perdieran ni se dañaran.
Una declaración final
Pocas horas después de los sucesos en el SEIEM del 14 de octubre, Tenería emitió un comunicado oficial en el que exigía de manera pública el respeto a los acuerdos conseguidos ante el SEIEM, el cese de hostigamientos contra la normal y una audiencia resolutiva con el director Magdaleno Reyes Ángeles. Rubrican aquello diciendo que “Las revoluciones empiezan por las palabras y concluyen por la espada”. Nada más alejado de lo que hace Tenería.
