1 mayo, 2024

Sobre el tarot, última parte

Sobre el tarot, última parte

Daniela Albarrán

Con los textos anteriores ya comentados sobre el tarot, finalizaré con un ejemplo sobre cómo el tarot puede contar historias.

Ítalo Calvino, en el prólogo de su novela “El Castillo de los Caminos Cruzados”, menciona que después de escuchar la conferencia de su amigo Paolo Fabbri “El relato de la cartomancia y el lenguaje de los emblemas”, se dio cuenta que el taroT podría funcionar como una suerte de máquina narrativa. Posteriormente, el autor se puso a investigar en dos textos más para concluir al respecto que: “De ellas he retenido sobre todo la idea de que el significado de cada carta depende del lugar que ocupa en la sucesión de las cartas que la preceden y la siguen: a partir de esta idea me he movido de manera autónoma, según las exigencias de mi texto”.

Calvino explica que el libro “El castillo de los caminos cruzados” fue construido con el Tarot de Marsella. Juntaba las cartas y se detenía a pensar, o mejor dicho, leer lo que las cartas le estaban diciendo. Según él, el tarot funciona como un relato pictográfico: “Cuando las cartas reunidas al azar me daban una historia en la que podría reconocer un sentido, me ponía a escribirla, y acumulé así no poco material, puedo decir que gran parte de La taberna de los destinos cruzados fue escrita en esa fase”.

Es interesante pensar que Ítalo construyó la estructura de su novela juntando las cartas del tarot y así contar una historia, pero no con el lenguaje común, o sea, el hablado, sino con uno pictográfico, es decir, con imágenes y símbolos que vienen desde el inconsciente, es decir, los arquetipos.

Hay que recordar que el libro de Calvino tiene una estructura muy parecida a los Cuentos de Canterbury, donde los personajes cuentan una historia, aunque los personajes de Calvino tienen una particularidad: son mudos, y la única forma de comunicarse es gracias al Tarot de Marsella que se encuentra en la mesa de la taberna. Con el mazo, ellos cuentan su propia historia porque, justamente, no tienen palabras.

Es entonces importante observar que en la novela de Calvino, el tarot es una máquina narrativa pues utiliza las cartas como semas e incluso se podría decir que Calvino está ejemplificando de alguna manera una teoría sobre la literatura y el tarot, sobre el tarot como sema, como unidad narrativa, aunque él mismo aclara que su obra no tienen la intención de crear una teoría sobre el tarot y la narrativa. Definitivamente su novela es un parteaguas para el estudio del tarot en la literatura, ya sea desde una perspectiva semiótica, como un relato pictográfico o bien desde el inconsciente colectivo.

Espero que los estudios del tarot y la literatura con el tiempo se enseñe en las universidades. Sé que a la Academia le puede resultar extraño o exótico, pero en Canadá, España, Argentina y otros países ya se han estado haciendo estudios al respecto. En México falta esa apertura, pero considero que es importante que se den espacio para estudios “innovadores” en la literatura.

Los tres artículos que presenté son el resumen de un trabajo académico muy extenso, y quien quiera ahondar en este tema, puede escribirme a festinalente.dab@gmail.com. Con los años, he juntado mucha bibliografía al respecto.

Con este  último artículo se terminan los post sobre el tarot y la literatura que se publicarían en esta columna dominical, sin embargo, nos vemos en ocho días con otros temas.

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