5 noviembre, 2025

Una pequeña ventana en la pantalla de un ordenador

Una pequeña ventana en la pantalla de un ordenador


Bernardo Cruz Bello/ Texto y fotos/ Escuela de Fotografía Lumière

Toluca, México; 25 de julio de 2021.

En marzo de 2020 se comunicó a la sociedad en general que era necesario resguardarse en casa. Se recomendó no salir o salir lo menos posible, únicamente para las actividades más esenciales. Las calles y las plazas quedaron casi vacías. En las escuelas, las canchas y los pasillos se vieron completa y súbitamente desiertos. La amenaza de una enfermedad relegó casi todas las actividades públicas a los espacios cotidianos de quienes las realizan, incluyendo la educación.

Las primeras semanas del aislamiento fueron de desconcierto y dudas para los docentes. No se sabía con certeza cuándo se regresaría a clases presenciales ni cómo se podía proceder para que los estudiantes siguieran aprendiendo bajo estas nuevas condiciones. Sin embargo, a los pocos meses, después de mucha búsqueda, reflexión y actualización gestionada principalmente de manera autónoma, y en colectivo gracias a la interacción entre pares, los docentes de México demostraron una vez más que su compromiso y dedicación trasciende los muros de las aulas.

Y hicieron gracias a que dieron clases ejemplares utilizando diferentes medios electrónicos, o arriesgándose a salir en pleno semáforo epidemiológico rojo para llegar a las comunidades donde trabajaban, y dejar las fotocopias con las que tenían que ejercitarse los alumnos que no tenían acceso a internet.

Lo hicieron poniendo de su bolsa para adquirir un mejor equipo de cómputo, o un mejor teléfono móvil, o un plan de internet de mayor velocidad, con el cual poder grabar sus sesiones y hacerlas llegar a sus estudiantes. Lo hicieron, como siempre, haciendo lo mejor que se puede con lo que se tiene.

Casi todos los docentes recibieron en sus casas a sus grupos de alumnos. Su vida privada, su espacio personal, se compartió con sus estudiantes desde una pequeña ventana en la pantalla de un ordenador.

En algunos casos, estas ventanas dejaron ver situaciones que al principio parecían simpáticas como los ruidos de las mascotas, la música de los vecinos, o el famoso pregón de “se compran colchones, lavadoras…”, pero que poco a poco se fueron integrando a la dinámica de estas nuevas aulas de clase. Por otro lado, estas mismas ventanas dejaron ver, en algún momento, que nos queda mucho por avanzar hacia una sociedad en la que todos recibamos un trato digno, incluso por parte de nuestras familias.

Este 9 de julio concluyó el ciclo escolar 2020-2021, y profesores como R. y A., que destinaron respectivamente un rincón en su comedor y en su habitación para preparar sus clases, comunicarse con sus alumnos y revisar tareas y trabajos, miran hacia el futuro con esperanza, seguros de que no importa de qué color sea el semáforo el 30 de agosto, ellos seguirán poniendo todo de sí para que los alumnos que hoy cursan la educación básica cuenten con todos los elementos necesarios que les permitan acceder a mejores condiciones de vida, porque eso es lo que hace la educación, y eso es lo que hacemos los docentes.

Fb: @Bernardo Cruz Bello

Igram: @cruzbellob

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