13 junio, 2025

Las lecciones del 18M

Miguel Alvarado

Toluca, México; 22 de marzo de 2021.

La violencia es una de las armas más efectivas de la política. Los 13 policías muertos en la comunidad de Puerta del Carmen, en Coatepec Harinas, ejecutados por sicarios de la Familia Michoacana son una muestra de esta idea. Su muerte, su masacre, mejor dicho, ha representado un golpe tan duro para el Estado de México -para sus habitantes, secuestrados hace años por la presencia del narcoparamilitarismo, que de golpe ha borrado otros problemas: el número de muertos por coronavirus en el Estado de México dejó, por lo menos este fin de semana pasado, de ser la noticia principal. También se olvidó el proceso de elección en la Universidad Autónoma del Estado de México y la Ley de Identidad de Género que ha molestado a grupos feministas radicales. Se ha olvidado la escalada de precios del gas, las tortillas, la luz, el huevo, las verduras y el creciente desempleo que va de la mano con la pandemia, pero también del ridículo y poco funcional programa de incentivación del trabajo y las inversiones para el Estado de México. También se olvidaron los procesos de renovación de diputados y alcaldes y que el semáforo es naranja -será amarillo dentro de muy poco- a pesar de que los contagios y las muertes no se han frenado. Se olvidaron los feminicidios, la diaria ejecución en la entidad, los secuestros mortales, los levantones, los asaltos diarios. Claro, aunque se hayan olvidado, siguen sucediendo con la exactitud de siempre.

La violencia, pues, ocupa uno de los grandes escaparates de nuestra vida. Junto con el futbol y la política misma, es uno de los distractores más efectivos con los que se cuenta. Incluso se pelea por la denominación de “tierra narca” que se les da a los municipios asolados por la violencia. O se disputa porque Coatepec Harinas no es “Tierra Caliente”, pues parecen despectivos.

Pero por la violencia, ya en tierra narca o en una región violentada por los grupos delictivos, no hay que pagar un centavo. La violencia es sanguinaria y espectacular y la verdad es que convoca a verla, invita a asistir a lo que significa. Su mensaje es simple y directo, y se ha esparcido por años en todo el país. Su mensaje es: “esto les pasa”.

Esto les pasa si nos siguen buscando, dice el mensaje de la Familia Michoacana a los policías. Esto les pasa si no cumplen los acuerdos, dice el sicariato a quienes hicieron tratos con ellos, incluidos los fiscales, los políticos y las instituciones de gobierno. Esto les pasa, reviran ellos cuando muestran el poder armamentístico que no han ejercido por alguna razón contra el crimen organizado. Esto les pasa, dicen los involucrados a la sociedad que observa y que es afectada de todas las maneras posibles. Esto nos pasa, entonces, y lo anterior se queda como la lección que se ha ido fortaleciendo y aprendiendo porque la violencia es una herramienta cuyo poder no puede desperdiciarse.


Sería muy inocente creer que el narcoparamilitarismo ha crecido por su cuenta. Sus razones, además de los aleccionamientos comentados, están en subsuelos más profundos.

Decir, por ejemplo, que los propios sicarios son víctimas de su propia realidad, parece un sinsentido y hasta un contrasentido porque son ellos quienes empuñan las armas y asesinan en nombre de otros. Pero en muchos casos sí lo son porque el trabajo que desempeñan, matar, torturar, fue la opción que les dejó una sociedad como la que vivimos, en la que para el sector más miserable no hay nada: no hay trabajo, no hay comida, no hay casa, no hay ropa, no hay gobierno, no hay seguridad social, no hay nada. Y esa nada tiene que llenarse de alguna manera. Este es un país miserable que a algunos les arrebata hasta eso: la libertad de poder decir no, de negarse.

Otras razones que nacen en el subsuelo son las que provienen de la extracción. La Tierra Caliente entendiéndose en el Estado de México como la zona geográfica que componen los municipios de Amatepec, Sultepec, Tejupilco, Tlatlaya y Luvianos, principalmente y que comparte con otros de Guerrero y Michoacán es también depositaria de riqueza mineral. Oro, plata, cobre, así como riquezas naturales como árboles de maderas preciosas y agua son el verdadero tesoro que guardan esos municipios. Hay otros: Zacazonapan, Otzoloapan, Valle de Bravo que es la puerta hacia el sur, Santo Tomás de los Plátanos, que en este momento son centro de una exploración que ya hace tres años detectó la presencia de uranio.

En un país que invisibiliza el poder de las mineras, es fácil echar la culpa de todo mal al crimen organizado. Las mineras en México, sobre todo de origen canadiense, representan en realidad el origen de ese mal llamado paramilitarismo. Hay una ecuación que siempre debe tomarse en cuenta para explicar el asentamiento de grupos narcos en ciertas regiones. Esa ecuación señala que primero llegan soldados y se incrementa el número de efectivos de la policía. Poco después aparece un grupo del narcotráfico. Enseguida, pero no antes de que el terror que estos grupos generan en la región se asiente, llegan las mineras o las gaseras y comienzan a extraer en los puntos de mayor conflicto. No es fácil desmontar las caretas de las mineras, porque disfrazan su presencia de bienestar para las comunidades y la gente les cree hasta que llegan los primeros muertos, los primeros desplazados, los primeros enfrentamientos en los que los militares y las fuerzas de seguridad pública no defienden al pueblo sino a los intereses de las minas. Eso pasó en Tlatlaya, en 2014.

Ahora, la actividad paramilitar de la Tierra Caliente se ha extendido hasta Toluca y su recorrido pasa por Ixtapan de la Sal, Tenancingo, Malinalco y Coatepec Harinas, donde además otra industria se ha instalado y depreda el campo, que ahora luce cubierto del plástico de los invernaderos que han desplazado a otro tipo de cultivos.

El último componente del subsuelo de la paramilitarización es la participación de las autoridades. Las fiscalías y los gobiernos, así como las fuerzas armadas y de seguridad pública están involucradas. La masacre de policías en Coatepec Harinas el 18 de marzo es nada más el resultado que arrojan esos componentes.

Habrá culpables y algunos serán capturados. También habrá más muertos porque las venganzas se abrirán paso, pero las mineras seguirán trabajando como siempre, comiéndose la tierra y desplazando a sus dueños originales porque ese es el ciclo de la violencia que hace mucho se ejecuta.

Entonces, esto nos pasa.

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