14 octubre, 2025

UAEMéx: murallas abajo

Toluca, México; 30 de mayo de 2025

Miguel Alvarado/ texto e imágenes

Ahora la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) sí quiere hablar. Ahora dejará, por lo menos unos días, de ejercer en contra de los universitarios paristas la sórdida guerra de baja intensidad que los desacredita, encierra, criminaliza, los hace parecer mínimos. Con ayuda de medios de comunicación y periodistas que escriben en el submundo de sótanos y tendajones, que obligan a sus trabajadores a investigar con dolo a reporteros y independientes, la UAEMéx ha dicho que quiere hablar.

Esa frase ha quedado en una de las paredes del Edificio Administrativo, pintada con aerosol azul, frente a una mesa de juntas que recoge los pedazos de los cristales reventados durante las protestas de los alumnos, que exigen desde hace un mes cosas muy claras: gratuidad, comedores comunitarios y elección universal, reclamos no negociables y que se suman a una larga lista que configuran las ofensas y la corrupción de una institución formada por una comunidad de más de 100 mil personas y un presupuesto cercano a los 6 mil 400 millones de pesos anuales. Los vidrios rotos, las murallas de acero que rodeaban la mole de aquel edificio y que fueron echadas abajo esta tarde representan la respuesta de las autoridades universitarias no sólo hoy sino siempre: escucha pero no oye. Mira pero no ve. Hace que hace y no hace nada.

La UAEMéx es un bastión de corrupción e irregularidades que no debe ser infiltrada por partidos políticos. Ya lo hacen, sin embargo. Morena se ha enquistado como lo hace el rancio PRI y sus rémoras policéfalas.

Esta generación de estudiantes universitarios ha capitalizado por fin una rabia que se mantuvo soterrada y coaccionada por décadas. Miles de universitarios se tragaron completas las imposiciones de la Rectoría. Callaron por miedo a perder y no se dieron cuenta que entre ellos anidaban los demonios del abuso, del abuso sexual, de la Estafa Maestra, del poder enquistado, del presupuesto desviado, de los fraudes con los pagos a la seguridad social, con el desencanto de la realidad y la desventaja de una educación que amputaba en lugar de sostener.

Más de mil alumnos recorrieron el centro de la cada vez menos sumisa Toluca y se plantaron ante la antigua Rectoría, que los recibió doblando las campanas y ondeando banderas verdes, lisas, que representan a todos. Ahí se aventó humo de colores y se recuperó el aliento. Los paristas ya habían pasado por el Teatro de los Jaguares y ahí se supo lo que vendría. Cerca de la una de la tarde el contingente llegó ante las barreras metálicas que protegían el búnker de los números y los dineros, de las facturas y los convenios publicitarios, y comenzaron a golpearlas.

Porque ¿para qué una muralla si se ha prometido diálogo? No lo hay ni lo ha habido y tampoco se espera que en los siguientes días la UAEMéx deje atrás su retórica de engaña-bobos, a pesar de un tardío comunicado, breve, sin firma de nadie, en el que se ponen a las órdenes de los paristas. La Universidad no será la misma, pase lo que pase y el proceso electoral, tal como está ahora, deberá reponerse y repensarse.

El mensaje de los vidrios rotos, las murallas abajo, las denuncias, los tendederos donde se consigna a los profesores abusivos, el reclamo de los pliegos petitorios ignorados ha llegado al corazón de las autoridades, que no tienen planteles, que no tienen Rectoría y ahora no tienen murallas de metal. Tampoco tienen valor y su legitimidad ha sido cuestionada duramente. En los próximos días habrá una reacción y otros poderes intervendrán para tratar de resolver una crisis que los alumnos no provocaron.

Por lo pronto las murallas metálicas se han derrumbado.

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