Miguel Alvarado
Toluca, México; 27 de enero de 2021.
Cerrado. En las puertas de la sucursal de Banorte denominada Rancho Dolores cuelgan los avisos que redireccionan a los usuarios a otras sedes bancarias, pero no dicen por qué ese local se encuentra así en un día laboral.
Lo que pasó en ese banco, ubicado en Tollocan y Vicente Guerrero, es lo que ha sucedido con otros negocios del Estado de México, y que ha lanzado a la calle a empleados y pequeños propietarios que reclaman desde la angustia la reapertura de fuentes de trabajo consideradas no esenciales. Solamente el sector restaurantero ha perdido 60 mil empleos en lo que va del año y las aperturas parciales en lo que va del nuevo semáforo rojo apenas alcanzan para beneficiar, casi apenas, locales que tienen terraza y mesas al aire libre.
Los servicios bancarios en la ciudad no se han detenido desde que la pandemia del coronavirus alcanzó a Toluca, en marzo del año pasado. Ese mes y el siguiente los bancos tuvieron que aprender a adaptarse, pero las medidas -la sana distancia, los cubrebocas, aforos restringidos- no funcionaron como debieron. La prueba es el cierre completo del Banorte de Rancho Dolores, emplazada así porque uno de los trabajadores dio positivo. Ya lleva una semana y otros empleados también han sido detectados con coronavirus, según dijeron trabajadores de otros bancos de la misma empresa al explicar a quienes acudieron a ellos en busca de continuar trámites iniciados en la sucursal cerrada. Pero que la sucursal de Rancho Dolores no abra debido a la infección significa mucho más que los trámites detenidos de los clientes.
Banorte, en los últimos días, ha implementado otras medidas tales como un sistema de turnos virtuales que desde un grupo de WhatsApp envía a quien lo solicita el número de acceso para su atención. Eso elimina el uso del papel, pero nada más. Los usuarios han denunciado
Apenas el 12 de enero de este año la muerte de un usuario enfermo de 52 años en una sucursal bancaria de Toluca cuestionó de nueva cuenta la efectividad de los protocolos en las sedes. La familia del fallecido refirió que no lo pudieron ayudar por internet ni por teléfono, por lo que en el banco 4469 de Citybanamex le dijeron que debía acudir personalmente. El hombre acudió el 5 de enero pero su salud agravó derivado de la salida. “Mi papá tuvo ataques de tos muy fuertes, con una desesperación horrible, pasó el día, no se lograba estabilizar y al día siguiente requirió un suministro de oxígeno medicinal que no ha logrado dejar. Ya llevaba un avance pero por esa salida, ese pequeño cambio, retrocedió y hasta ahorita sigue en tratamiento”, dijo Claudia Martínez, hija del afectado, a la reportera Areli Díaz.
El 8 por ciento de los bancos cerraron en marzo en todo el país, cuando apenas el gobierno federal en México suponía que no habría más de seis mil muertos. Bancos como el HSBC cerraron hasta 109 sedes en todo el país, pero resultaron medidas menores.
La pandemia ha pegado a un sector que se considera fuerte y protegido, pues cuesta con el respaldo de los gobiernos. A finales de octubre del año pasado, miles de clientes cancelaron sus contratos de tarjetas de crédito y los siete bancos más importantes de México perdieron a un millón 237 mil 775 usuarios de tarjetas de crédito y otros plásticos. Igualmente, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores reportó el cierre de 332 sedes de manera definitiva. Un reporte del diario El Universal señala que los más afectados fueron BBVA e Inbursa, pues cada uno tuvo 103 y 101 cierres. “La caída refleja el mal desempeño en sus segmentos principales, las tarjetas de crédito disminuyeron 10.1%, los créditos de nómina 3.4% y los créditos de consumo personales se redujeron 17.7%, principalmente. En tanto, el crédito otorgado a la vivienda, que representa 20.9% de la cartera vigente, creció 8.4% año contra año”, dice el diario.
Ya la actividad global había contracturado la economía que para el 4 de marzo de 2020 había perdido 50 mil millones de dólares a nivel mundial en lo que se refiere a la manufactura, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas
“Si el covid-19 se saliera de control, veríamos cierres de fábricas no sólo en China, sino también en India, Estados Unidos y demás países. Ahí tendríamos un gran problema”, opinaba no muy alarmado Alessandro Nicita, que forma parte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Eso, sin embargo, es lo que se está viviendo ahora en México.
El 9 de diciembre la banca en México ya había confirmado el tamaño de la crisis y se dedicaba a reestructurar los créditos de 782 mil de usuarios que no pudieron pagar sus deudas, lo cual significan 110 mil millones de pesos según Luis Niño de Rivera, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM). En este sentido, había hasta esa fecha 377 mil 233 microcréditos, lo que da a entender que el golpe económico dejado en el país lo han encajado las familias de los sectores más desprotegidos.
II
Afuera de la sede del banco Banorte de Venustiano Carranza un hombre recorre la fila de autos estacionados, que esperan por quienes han entrado a la sucursal a hacer trámites, Mientras las filas crecen para entrevistarse con algún ejecutivo o pasar a los cajeros automáticos, este hombre pide ayuda apenas con voz audible. Lleva una cartulina enorme y en ella ha escrito, con letras muy pequeñas, el mensaje que no se escucha en lugares como los bancos o la mayoría de las instancias públicas. Su mensaje dice: “Ayúdame con alimentos o dinero, monedas o despensas. Dios te bendice”. Nadie le da nada y él, cuando se acerca, murmura que perdió su trabajo y que no tiene manera de llevar dinero a su casa. Después toma la moneda que alguien por fin le da y doble su cartulina en cuatro, avergonzado por pedir.
A veces ni Dios, ni nadie, bendicen.



