Miguel Alvarado: texto. Karen Colín: diseño.
Ciudad de México; 19 de julio de 2022
El 20 de julio al mediodía el Consejo Nacional de Morena dará a conocer los resultados de la primera encuesta que elegirá a quien coordinará los Comités de Defensa de la 4T en el Estado de México. Eligieron como sede el Hotel Courtyard en el 333 de la Avenida Revolución 333 en la alcaldía Miguel Hidalgo de la Ciudad de México porque, dicen ellos, se trata de un lugar neutral. En realidad, quieren evitar que quienes pierdan no puedan ejecutar alguna acción de protesta. Hagan lo que hagan, no lo evitarán y si no se manifiestan en ese mismo hotel, lo harán en el Estado de México.
El temible y temido primer resultado de la encuesta no ha revelado nada que no se sepa. Más aún, ha dejado ver la fragilidad de Morena cuando se trata de buscar unidad y un solo frente. Ese es su talón de Aquiles más sobresaliente, su andamiaje más débil.
Todavía la semana pasada los cuadros políticos de la secretaria de Educación federal, Delfina Gómez, no habían recibido indicación alguna para movilizarse. No había indicaciones de nada, excepto de que siguieran trabajado, algunos en la Secretaría del Bienestar y en otros en Educación. Hasta el 13 de julio, lo más que el equipo cercano de Delfina había realizado se reducía a la caricatura de un delfín -una delfina, para el caso- que metieron a fredes sociales y que luego se reforzó con la imagen de la secretaria como un dibujo animado. Y eso era todo. Los cuadros de Delfina se mantenían pendientes de cualquier señal para comenzar a seguir instrucciones, pero nunca les llegó nada.
De cualquier manera, ya había cambios en las delegaciones federales del gobierno federal en el Estado de México, y eso involucraba a las huestes de la maestra Delfina.
Desde principios de año los cambios llegaron aparejados de la incertidumbre de los que hará el senador Higinio Martínez, otro aspirante morenista a la candidatura que, según él mismo, después de 47 años de “carrera política”, ha llegado su momento. En enero no decía lo mismo y anunciaba en secreto, con la intención de que todos se enteraran, que si no ganaba entonces la fuerza política que representa desde el Grupo de Acción Política se desactivaría, él mimo se paralizaría y dejaría a Morena sin esa fuerza que ha pesado desde las elecciones de 2018, cuando su estructura ganó para el presidente López Obrador las elecciones municipales aquí.
Cinco años después ya no es lo mismo. Morena, cuyo nombre fue pensado desde un principio para que se relacionara con la Virgen de Guadalupe y atraer así a un sector profundamente religioso en el país, tampoco es lo mismo. Más bien, no pudo dejar de ser el figurín amorfo en lo que se convirtió después de las elecciones de 2018. La maestra Delfina, como superdelegada de AMLO en la entidad, vino a construir una estructura política que permitiera a Morena deslindarse de Higinio Martínez y su mañoso GAP, lo cual apenas pudo conseguir. Pero no es lo mismo competir con AMLO en la presidencia que con AMLO en el poder y aunque la maestra Delfina le debe su carrera política al senador Higinio, puede más el miedo y la lealtad al presidente de México.
Y se sabe que hay 67 inscritos en el proceso interno de Morena, y se sabe que mediante la aplicación de dos encuestas se obtendrá al candidato. También se sabe que en todas las elecciones anteriores, desde 2017, la famosa encuesta nunca se aplicó y los candidatos a alcaldías, diputaciones y senadurías salieron de lo que dijo el dedo de alguien. Los morenistas puros o fundadores del partido en el Edoméx lo saben desde siempre y aunque han externado que apoyarán a quien salga señalado, saben que eso de las elecciones es puro teatro.
Los de Morena-Edoméx siguen cometiendo el error que la izquierda arrogante siempre cometió en todos los procesos electorales anteriores: creen que ya ganaron antes de competir y su militancia ha descuidado aspectos que pegarán por fuerza en la decisión de los votantes. Para empezar, han calculado mal el abstencionismo que se presentará en 2023, cuando la maestra Delfina o quien sea elegido haga campaña. Si creen que será del 44 al 50 por ciento, no calculan la inversión que el gobierno del Edoméx está realizando para que la gente salga a votar a favor de su candidato. Este fenómeno le pasó a la Toluca empanizada del morenista-panista Juan Rodolfo Sánchez; a la alcaldesa panista de Morena Gabriela Gamboa en Metepec y a otros alcaldes que pretendieron repetir en las presidencias municipales. El gobierno del Edoméx y estructura priista local arrebataron a los morenistas algo más que municipios y curules.
Ahora, en el 2023 pasará lo mismo. Morena cree que el PRI está acabado, pero no ha volteado a ver sus entrañas para contar cuántos tricolores, cuántos panistas, cuántos perredistas operan desde las profundidades de Regeneración Nacional para minar lo que se pueda. No es lo mismo el PRI nacional del torpe, conspicuo y llorón de Alito que el PRI del Estado de México, una maquinaria que se desactiva cuando no se le requiere pero que vuelve a armarse en los momentos electorales.
Falta un año para las elecciones y Morena ya canta victoria desde las mil encuestas que ha mandado hacer para nada. Ahí, de acuerdo a los propios deseos de Martínez, de Delfina, de Horacio Duarte o hasta del alcalde Fernando Vilchis, disfrazado de luchador social, han escrito lo que han querido. Nadie, ni ellos, se la creen.
El año que falta depara todavía muchas sorpresas para el Grupo Atlacomulco, para el PRI, para Morena y los aspirantes elegidos. Y también falta saber cuándo se firmará la alianza entre la oposición al partido guinda. Todo eso cuenta, pero no se ha contado. No es lo mismo operar sin Higinio en el Estado de México que sin él. Y no es lo mismo operar con el Grupo Atlacomulco encima que en Puebla o Guerrero.
Morena, dicen ellos mismos, ya ganó las elecciones. Lo único que le falta es presentarse a las urnas. Y esa siempre ha sido la diferencia en el Estado de México.
