Redacción VcV. Diseño: Brenda Cano. Imagen: Ramsés Mercado.
Toluca, México; 19 de julio de 2022.
Para un niño perder un juguete puede ser traumático, sobre todo si se trata de un juguete de apego, lo cual quiere decir que su función va más allá de entretener o distraer. Su utilidad es semejante a una muleta, por ejemplo, o a la presencia de un amigo entrañable que ayuda a pasar de mejor manera el tiempo de ausencia de los padres y los hermanos.
En México, el concepto de apego para los juguetes no es muy conocido y por eso no se suele atender el reclamo de un niño, sobre todo si es muy pequeño, cuando algo le pasa al objeto, ya sea que se haya perdido o que se haya roto. Ningún otro juguete o manta podrá sustituir la pérdida o no lo hará tan fácilmente, porque además tienen la función de mitigar sensaciones como la angustia. Los abrazos que un niño les prodiga equivalen a un contacto amoroso que los parientes no pueden darle por distintas razones y que funcionan también como un nutriente que ayudan a crecer. Estudios han demostrado que se libera dopamina y oxitocina. Se trata de un objeto, que tiene un poder sobre quien lo ha convertido en algo más que eso.
En San Mateo Oxtotitlán, en Toluca, la pérdida de un oso de peluche movilizó a una familia para tratar de hallarlo. Se trataba, efectivamente de un juguete de apego que fue perdido cuando Emi, su propietario, un niño de dos años, fue a pasear a la calle y entonces lo olvidó. Una campaña local con anuncios y fotos del juguete llamaron la atención, pues no es nada común que se busque una cosa así cuando lo más fácil es sustituirlo.
“Pero no es así de fácil”, narra María Fernanda, la madre del niño que ha encontrado en sus padres a los aliados precisos para localizar al oso, un pequeño peluche de color café y ojos de botón que lo acompañaba siempre. “Hola. Salí a pasear con mi papá y perdí a mi oso. Si lo encontraste, ayúdame a que regrese conmigo ya que es mi juguete de apego y es muy importante para mí. Tiene 15 centímetros de altura, es muy pequeño. Si sabes algo, contacta a mi mamá al 55 6513 6077”, dice el mensaje que ha sido pegado cientos de veces en los postes de aquella colonia.
Se trata también de una representación de la familia durante las ausencias que por trabajo o algún motivo suceden en torno al bebé, y que ha funcionado. Por eso, para el niño, más que el extravío de un juguete, significa la pérdida de algo importante.
El Señor Osito viene desde Canadá y fue comprado por la madre pensando que, cuando tuviera un hijo, se lo regalaría.
-Mi hijo nace en el pico de la pandemia, y todo lo cerraron, no había nada. Había conservado este osito y lo saco para entregárselo a mi hijo desde que llega a la casa. Le dije que sería su mejor amigo, que lo cuidaría porque iba a pasar mucho tiempo con él- señala la madre, quien se dio cuenta de que, pasado el tiempo, el niño quiere ir para todos lados con el oso, y que ha desarrollado una relación muy particular con ese peluche. Una terapeuta le advirtió que se trataba de un juguete de apego. El niño, le dijo la especialista, ve en el oso la figura de la madre.
También le dijo que eso no representa ningún problema ni se convierte en un obstáculo para el desarrollo mental del bebé, pues es una relación que se diluye con el paso de los años de la niñez. El oso fue perdido en la calle 20 de Noviembre, casi esquina con Progreso y la familia le prometió al niño que se haría todo lo posible por hallarlo. Pegar carteles era una opción a la mano y práctica.
-Jamás imaginé que quisieran los medios ayudarme a difundir. Si no recuperamos al osito, entonces que valga la pena contar la historia- dice la madre. El oso espera regresar a casa. El niño también. La madre, por su lado, estará satisfecha con que la historia del Señor Osito pueda llegar a otras familias que aún ignoran que existen los juguetes de apego, que son importantes para los niños y que puede hacerse un esfuerzo para recuperarlos, como lo hace ella.