Stella Cuéllar
Toluca, México; 19 de marzo de 2023
“Arrancad las semillas, fusilad a los niños” es la primera novela del enorme escritor japonés Kenzaburo Oé. Es un texto absolutamente conmovedor, que se lee conteniendo a ratos la respiración y el llanto. En él se narran las proezas de un grupo de 15 adolescentes que en tiempos de guerra fueron evacuados de un reformatorio y llevados a un pueblo en la montaña. Nadie los acepta porque son jóvenes delincuentes. El alcalde está convencido de que se debe suprimir a estos revoltosos para acabar con el mal “desde la raíz”.
Quien narra todo es el cabecilla de la banda, a la que también pertenecen su hermano pequeño y 13 chicos más.
Leemos y vivimos con estos jóvenes su marginalidad y el miedo que producen entre los habitantes del pueblo, que en su mayoría son campesinos. Todo va mal y se pone peor.
Una epidemia hará que los pobladores abandonen el sitio, pero deciden dejar encerrados a los chicos dentro del poblado ya vacío.
Los chicos intentarán sobrevivir y construirse un mejor futuro en el que la dignidad, el amor y la solidaridad sean las monedas de cambio, pero todo resultará en fracaso, porque no existe la redención.
Inevitablemente la novela nos remite a “Las aventuras de Huckleberry Finn”, de Mark Twain, pero también a “El señor de las moscas” de William Golding, ese clásico texto en el que hace una tremenda alegoría sobre el funcionamiento de la sociedad; o incluso también a “El extranjero” de Albert Camus.
En esta primera novela de un Oé aún muy joven encontramos todas las cualidades que terminarán por distinguir a su literatura: una ira incontenible y radical, violencia explícita, evocación de mitos y tradiciones, y un extraordinario estilo poético.
Junto a Mishima, Oé, quien nació el 31 de enero de 1935 en Osehigashi, Uchiko, prefectura de Ehime, y murió el pasado 3 de marzo de 2023, es considerado uno de los más grandes novelistas japoneses de la posguerra, y leer sus novelas nos revela la razón de esto.
Su pluma es fuerte, vigorosa, abrasiva y perfecta. Qué mejor homenaje que leerlas.