Miguel Alvarado
Toluca, México; 27 de noviembre de 2019. “Cuando regresé a trabajar a la casa en la que vivía sola con mis dos hijos, encontré asesinada a mi hija de diecisiete años y en la habitación a mi hijo de 12 años, también asesinado. Desde ese día en adelante sólo busco justicia.
”A pesar de los robos, asaltos y los jóvenes drogadictos, el barrio es tranquilo. La muerte de mi hija la realizaron con mucha violencia se ensañaron con ella, fue violada y ahogada hasta ser asfixiada utilizando un bote con agua.
”El agresor tenía 16 años, vivíamos en la misma colonia, en la misma calle y su casa y la mía estaban divididas por la misma barda.
”Yo a mis hijos les advertí y les enseñé a cuidarse de los peligros de afuera, pero nunca pensé que tenía que hacer lo mismo y cuidarlos de lo que les podía suceder dentro de la casa, que fueran agredidos por alguien cercano.
”En mi familia creció el coraje, el enojo, el odio, debido a diferentes discusiones yo me alejé de mi hermana que era mi vecina y no volvimos a hablarnos. Mis sobrinos me perdieron el respeto; sin embargo, yo no pude percatarme de la amenaza y el peligro en el que estaban mis hijos, y mucho menos de que mi hija pudiera ser objeto de tanta violencia.
”A mis dos hijos los asesinaron en mi casa. A mi hija no sólo la mataron, sino que la ataron, la violaron y la torturaron hasta que causaron su muerte.
”Luego de que los encontré y di aviso a las autoridades, llegaron los investigadores, el Ministerio Público y los comandantes, por todos ellos me sentí agredida, me ofendieron con las preguntas y la manera como me trataron, porque yo no lloraba ellos pensaron que yo era culpable.
”Mi sobrino, el que los asesinó, era menor de edad, tenía 16 años, está sentenciado y dice haberlo hecho él solo, aunque según la investigación pudieron haber sido más personas.
“Hoy mi hija tendría 18 años, quería estudiar para ser abogada”.
El anterior es un testimonio recogido en la investigación “Diagnóstico: Mujeres desaparecidas en el Estado de México”, elaborado en junio de 2018 para exigir una nueva Alerta de Violencia de Género en la entidad, elaborado en conjunto por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, A.C. y por i(dh)eas, Litigio Estratégico en Derechos Humanos, A.C, y que narró una de las integrantes del colectivo Uniendo Esperanzas, cuyos logros son casi imposibles en una tierra donde no se investiga, donde no se busca y donde se asesina porque se puede. El colectivo ha logrado, entre otras cosas, impulsar la Alerta de Género, así como la Ley General de Desaparición de Personas y el impulso de una propuesta ciudadana denominada “Política sobre Verdad de los Derechos Humanos”.
El anterior testimonio refleja la cotidianidad del Estado de México: la entidad más poblada del país, con 16 millones 187 mil 608 de habitantes, una de las tres bases industriales más importantes de México y capital política por años debido al origen del Grupo Atlacomulco, es, también, el segundo lugar nacional en homicidios, lo cual incluye el rubro de los feminicidios. Los datos duros acerca de esta agresión permanente son incontrolables: en México, 70 por ciento de los asesinos de mujeres son cercanos a la familia; 10 mujeres son asesinadas a diario pero 2 mil 833 fueron asesinadas de enero a septiembre de este año. Una cifra actualizada del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública señala que son 3 mil 142, en realidad. En territorio mexiquense hay 483 niños huérfanos y además el Edoméx tiene a 15 municipios dentro de los primeros cien lugares en feminicidios: Toluca, la capital; Ecatepec, Ixtapaluca, Almoloya, Cuautitlán, Zumpango, Coacalco, Huehuetoca, Teoloyucan, Valle de Chalco, Chalco, Villa Victoria, Neza, Tultitlán y Naucalpan.
Pero lo anterior apenas es un número y quizá por eso no alcanza a reflejar lo que significa la muerte violenta de una mujer, que además, en casi todos los casos, va acompañada de violación sexual y tortura.
El “Diagnóstico: Mujeres desaparecidas en el Estado de México”, señala que “el feminicidio como la desaparición de mujeres son prácticas sociales que implican la continuidad de la violencia y la aquiescencia de un círculo social que la permite o la ignora, hasta naturalizarla; por lo tanto, se trata de violencias ejercidas contra las mujeres en el ámbito comunitario e institucional”.
El feminicidio, tipificado, tiene relativamente poco en el Estado de México, porque apenas el 18 de marzo de 2011 se consiguió esa denominación, pero desde 2010 las cifras se han incrementado. La situación de violencia de género en el Estado de México está bien identificada y aunque los delitos en general se denuncian apenas en un porcentaje de 92 y 96 por ciento, existe un andamiaje que permite la construcción de un panorama. Ese no es el problema. El problema radica en las instancias de impartición de justicia, fallidas y rebasadas por la corrupción, primero, y por la inoperancia después, de sus procesos de trabajo.
Datos de la Fiscalía mexiquense aportan todavía más pesar: los casos de niñas, adolescentes y mujeres extraviadas o desaparecidas en Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Chimalhuacán, Nezahualcóyotl y Toluca se han incrementado hasta en 227 por ciento desde 2015, aunque según esa instancia, los homicidios dolosos contra mujeres han decaído 30 por ciento, y los feminicidios 27 por ciento.
En el Edoméx el delito de desaparición no está tipificado y por eso no se sabe cuántas carpetas de investigación existen para mujeres desaparecidas. “El Poder Judicial del Estado de México dice que hasta el 31 de diciembre de 2017 se han emitido 125 sentencias condenatorias, con un promedio de 21 sentencias por año y con un aumento notorio en las mismas durante los años 2016 y 2017”, apunta la investigación.
Neza, Ecatepec, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli y Toluca son los municipios que ocupan los primeros cinco lugares en feminicidios, desapariciones y homicidios dolosos. Toluca es un ejemplo de inseguridad muy acabado: el Registro Nacional de Personas Desaparecidas dice que hay 198 mujeres desaparecidas. La Fiscalía dice que hay 124 desaparecidas. Hay 69 carpetas que investigan trata. Hay 42 homicidios dolosos y 27 feminicidios.
Por otra parte, el 58 por ciento de los casos de desapariciones se concentran en las adolescentes, con 28 por ciento, y desde 2014 hasta 2017 el número de casos ha aumentado exponencialmente de 9 hasta 99 casos. Además, el mayor número de casos de homicidios dolosos se presentó en 2015, y el mayor número de casos de feminicidio en 2014.