Gaceta UNAM
Ciudad de México; 3 de septiembre de 2022
1. León Trotski, quien llegó a México en calidad de asilado político el 9 de enero de 1937, durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, ya había sido víctima de un atentado casi tres meses antes, en la madrugada del 24 de mayo de 1940.
En esa ocasión, un grupo de estalinistas mexicanos, entre los que se contaba el pintor y muralista David Alfaro Siqueiros, logró meterse en su casa de la calle de Viena 19, en Coyoacán, y disparar con armas de fuego más de 400 tiros contra su habitación. Sin embargo, tanto Trotski como su segunda esposa, Natalia Sedova, pudieron guarecerse debajo de la cama y salir ilesos.
2. Martes 20 de agosto de 1940, 17:20 horas. Trotski, nacido en Yánovka, Ucrania, el 7 de noviembre de 1879, y el español Ramón Mercader, quien se hace llamar Frank Jackson y dice ser originario de Canadá (anteriormente también ha usado el alias Jacques Mornard, de nacionalidad belga), entran en el despacho del primero.
Hijo de la cubana Caridad Mercader, ex agente del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD, por sus siglas en ruso) de la URSS, Ramón fue reclutado por esta agencia a cargo del siniestro Lavrenti Beria para cumplir uno de los deseos más obsesivos del dictador soviético Josef Stalin: matar a Trotski, a quien considera su archienemigo.
Así, sedujo y enamoró a Sylvia Ageloff, asistente de Trotski, con la intención de acercarse a éste, y ha tenido éxito: hasta hoy ha visitado una docena de veces la casa del fundador del Ejército Rojo sin ser registrado por sus guardaespaldas y ha convivido con él y sus colaboradores sin despertar sospechas.
Mientras le alarga unas cuartillas, Ramón le dice a Trotski que ya corrigió el artículo que le mostró unos días antes. El político ruso de origen judío coge las hojas y se pone a leerlas.
Ramón se sitúa a espaldas de Trotski. A pesar de que es un fanático estalinista, el pánico lo domina. Pero bien sabe que no tiene escapatoria, pues Stalin no perdona a todo aquel que osa incumplir una de sus órdenes.
Trotski ya ha hecho en el escrito una o dos correcciones con una pluma. Por la ventana que da al jardín se ven algunas nubes grises en el cielo. Ramón, entretanto, se debate consigo mismo. Un sudor helado le resbala por las sienes. Entonces, de repente, concluye que lo mejor es terminar lo más pronto posible su cometido y largarse de ahí.
Un grito escalofriante inunda la casa y se desborda por el jardín. Impulsado por el terror y la rabia, Trotski se abalanza sobre su atacante y le muerde la mano que sigue empuñando el piolet.
Al cabo de un momento, los integrantes de su guardia se hacen presenten en el lugar y lo hallan de pie, junto a la puerta, con la cabeza y el rostro sangrantes, y a Ramón paralizado delante de la ventana.
Sujetan a Ramón, lo golpean con la cacha de sus armas y lo inmovilizan. Natalia Sedova llega y, al percatarse de que su esposo está mal herido, rompe en llanto y lo abraza. Minutos después, Trotski es trasladado en una ambulancia al Puesto Central de Socorros de la Cruz Verde.
3. Trotski luchó varias horas con la muerte, pero finalmente falleció hacia el anochecer del 21 de agosto de 1940. A sus exequias, celebradas en la Ciudad de México, acudieron cerca de 300 mil personas.
Sus cenizas reposan junto a las de Natalia Sedova, muerta en 1962, en el jardín de lo que fue su hogar y ahora es el Museo Casa de León Trotski, dentro de una estela rectangular de concreto con la hoz y el martillo al frente, diseñada por el pintor y arquitecto mexicano Juan O’Gorman.
Por su parte, Ramón Mercader fue condenado a 20 años de prisión. Salió libre de la Penitenciaria de Lecumberri el 6 de mayo de 1960. Posteriormente viajó a la URSS, donde se le condecoró en secreto como Héroe de la Unión Soviética con la Orden de Lenin y la Estrella de Oro. Enfermo de un cáncer óseo, expiró el 19 de octubre de 1978 en La Habana, Cuba.
¿Y Stalin? Murió solo, en una habitación de su dacha de Kúntsevo, no lejos de Moscú, el 5 de marzo de 1953, a consecuencia de un ataque cerebrovascular.