2 noviembre, 2024

“La elección no va a ser un día de vacaciones”: Observadores Electorales

“La elección no va a ser un día de vacaciones”: Observadores Electorales

Miguel Alvarado

Toluca, México; 29 de marzo de 2023

En una entidad en la que hasta 46 por ciento de su padrón electoral no vota, las jornadas de elecciones parecen un chiste, uno muy malo, muy largo y muy obsceno. Se trata del Estado de México, el más poblado del país, con 17 millones de habitantes, de los cuales 12 millones están inscritos en ese padrón inservible para cualquier ejercicio democrático, y que realmente es un botín de muy complejas estructuras que al final lo que entrega es poder público y el manejo discrecional del presupuesto anual, cuyo capítulo de egresos es de aproximadamente 356 mil millones de pesos para 2023.

Además, el bloque o partido que gane la gubernatura obtiene y apuntala una serie de facilidades que permite a los involucrados principales hacer negocios privados con dinero público, medrar de ese fantástico presupuesto, poner a amigos y familiares en cargos directivos, repartir contratos y ser objeto de favores y pagos de prebendas. Eso, como parte de una herencia que perpetua la corrupción y promueve la alianza con cárteles del narcotráfico y por supuesto el abandono de la población más necesitada, la perpetuación de una subcultura de abuso sin medida.

Para quien no sepa, habrá elecciones el 4 de junio de 2023 y con ellas habrá nuevo gobernador mexiquense. Será gobernadora, sí o sí, porque las únicas dos contendientes son Delfina Gómez, que representa a una izquierda fabricada con retazos de casi todos los frentes políticos y que incluso ha realizado una alianza con el Partido Verde Ecologista (PVEM), más relacionado con la derecha mexicana que con lo que dice asumir el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido al que pertenece Gómez. Ella, por un lado, y Alejandra del Moral por el otro.

Del Moral es priista y quizá será recordada entregar el poder público que su grupo, el del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a esa izquierda fantástica que se confunde con sus propios rivales. Ella también ha realizado una alianza llena de contradicciones si hubiera una postura política. Pero como no la hay, el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) hoy hace un solo bloque con su rival histórico.

Que los partidos sean de tal o cual inclinación parece no importar demasiado cuando no hay una ideología política ni filosofía a la que se apeguen y respeten. No hay diferencia entre uno y otro. Morena y el PRI, en el caso del Estado de México, parecen cabos del mismo extremo. A pesar de todo, las elecciones tendrán que cumplirse y uno de los puntos más importantes es garantizar que no se haga trampa, que la jornada de junio sea lo más limpia posible, aunque en una entidad como la mexiquense eso será imposible.

Las trampas, de todo tipo y de ambos bandos, comenzaron hace un año cuando los aspirantes, hombres y mujeres, se placearon por todo el territorio derrochando amor por la democracia. Al final quedaron Gómez y Del Moral, que se declaran adalides del juego limpio.

Entonces, ¿quién vigila a los bloques contendientes? El Instituto Electoral del Estado de México y el Instituto Nacional Electoral, cuestionados por otra parte acerca de su propia autonomía. Los ojos vigilantes serán, además, organizaciones civiles que intentarán reportar anomalías, trampas y situaciones inusuales en una entidad que no es grande como otras pero que presenta una complejidad que raya en lo increíble. Por ejemplo, que la mitad del territorio mexiquense esté dominado por dos cárteles del narco, la Familia Michoacana y el Jalisco Nueva Generación y que éstos decidan abiertamente qué personas compiten o quiénes deben abandonar las campañas para favorecer a otro. Esto quiere decir que el actual gobierno, encabezado por el priista Alfredo del Mazo, se ha convertido en un facilitador del crimen organizado, como también lo son las fuerzas armadas como la Guardia Nacional, el ejército y la Marina, que han realizado labores de “inteligencia” tan profundas y exactas que deberían propiciar la captura de capos y el desmantelamiento de organizaciones.

Por eso, a Shayda Ruiz y a la Promotora de Observadores Electorales, que prometen observar a los bloques de Morena y del PRI por igual y denunciar las irregularidades que se encuentren, se les viene encima una tarea que por fuerza tendría que evidenciar, aún más, la frágil democracia del Estado de México.


Los Observadores Electorales pondrán por lo menos a una persona en cada una de las casillas que se instalen el día de la jornada electoral para cuidar la legalidad del voto.

Además, se pretende que esta actividad sea permanente y desde ahora mismo se denuncie toda clase de irregularidades como son la compra del voto, la manipulación y otros delitos electorales.

-Estamos conformadas diversas organizaciones, ahora somos 46 entre asociaciones civiles y sociales que nos hemos dado a la tarea de construir esta gran estructura. La legislación electoral nos pide como requisitos que no hayamos sido candidatos en los tres años anteriores a esta elección, y que no se haya sido parte de dirigencias estatales o municipales partidistas. Luego, el Instituto Nacional Electoral (INE) nos aprueba- dice precisamente Shayda Ruiz, una abogada mexiquense que ha trabajado gran parte de su vida en Ecatepec en casos de abuso de los gobiernos municipales y estatales, así como en la promoción de los derechos humanos. Ella se declara apartidista pero interesada en los procesos electorales. Tanto, que ahora estará lo más cerca posible.

A poco de iniciar las campañas, que comienzan el 3 de abril, las descalificaciones entre los bloques se endurecen y las denuncias también. Por ejemplo, el presidente estatal del PRI, Éric Sevilla, señalaba en la segunda semana de marzo que su equipo detectó una migración masiva de ciudadanos, casi todos provenientes de la Ciudad de México hacia municipios conurbados.

“Hay 73 mil 400 cambios de domicilio detectados para el Estado de México, de los cuales el 52 por ciento procede de las Ciudad de México y el resto de tres estados casualmente gobernados por Morena. Hidalgo, Veracruz y Puebla”, dice Sevilla, quien no nota la ironía -o se la traga- que implica que ahora este sistema sencillo de “hacer trampa se le revierte a su partido, luego de años de arduo perfeccionamiento. Aunque puede decirse que se trata de un “karma electoral”, no deja de ser grave.

Esos cambios que denuncia el presidente del PRI se registraron en 260 secciones. Por ejemplo en Chalco, en donde hubo mil 200 cambios en la sección electoral 1054. Todos ellos vienen de la Ciudad de México. Otra sección, la 1052 en Chalco, también, tiene mil 126 cambios. En Chimalhuacán, en la sección 5 mil 970, hubo 743 cambio, el 90 por ciento de los cuales también provenía de la CDMX. En Tecámac, en la sección 4251 hubo 800 cambios y la sección 4208 tiene contabilizados otros 835. Y así va el presidente del PRI, sección por sección hasta completar esos 73 mil 400 cambios que se realizaron en tiempo y forma para poder votar. Sevilla remarca que en los municipios donde sucedió esto gobierna Morena.


Mientras el PRI denuncia, los Observadores Electorales de Shayda Ruiz se preparan. Ella explica que cada miembro se hace cargo de sus propios gastos y se han distribuido en el Estado de México.

Así, también van haciendo promoción para que se sumen a su esfuerzo. Organizaciones como la Central Campesina Cardenista o la ambientalista Adyá, Que Siga la Democracia, Podemos y varios colectivos feministas son parte de esas 46 agrupaciones que participan con Observadores Electorales. No puede dejar de notarse que hay un buen número que puede catalogarse como de izquierda.

Uno que se encuentra abiertamente en esa posición es Horacio Duarte, actual coordinador de campaña de Morena y quizá el próximo secretario general de Gobierno, y el 28 de marzo reviraba al presidente del PRI acusándolo de hacer trampa porque se enviaron comunicados falsos firmados por él y por Morena, que decían que la candidata había desviado recursos de los programas educativos que alguna vez administró, cuando era secretaria federal de Educación. Usurpación de identidad, guerra sucia y otras marrullerías que los contendientes electorales ya usan como arsenal fueron señalados por Duarte, que se mostró confiando en la ventaja de Delfina Gómez, quien ya perdió una elección, la del 2017 contra Alfredo del Mazo, aunque por muy poco.

Horacio Duarte recordó que fueron ellos quienes “tiraron” a Jorge Zamudio, el testarudo pero ineficaz jefe de Comunicación Social del gobierno de Del Mazo cuando le descubrieron el envío de boletines a medios de comunicación atacando a la morenista, y también que ellos bajaron más de 70 espectaculares en los que se promocionaba anticipadamente a Del Moral. Ahora, una última encuesta realizada por el diario El Financiero señala en una encuesta que el 59 por ciento de los electores tienen la intención de votar por Delfina.

-Vamos a hacer balances, de aquí a la jornada electoral haremos conferencias de prensa. En unas dos semanas daremos a conocer datos de lo que ya llevemos, y si hubiera temas de denuncia, los daremos a conocer- dice Shayda Ruiz, quien considera que esas encuestas son muy importantes porque determinan cómo se está moviendo el escenario y cómo van las candidatas, aunque la verdadera encuesta será la propia elección. De nada serviría que se salga a votar si no hay quién defienda la voluntad de voto, y a un nivel ciudadano, defender la legitimidad y transparencia.

No sólo Ruiz opina que el Estado de México necesita un cambio de fondo. Realmente la mayoría de los mexiquenses lo quieren, aunque no están seguros de que Morena sea el partido indicado para suceder al priato. Sin embargo, no hay otra opción. Es Morena o es el PRI. Aunque pareciera que el primer agente de cambio radica en el voto, debe considerarse que en la entidad se ha sostenido un porcentaje de abstencionismo de entre 40 y 44 por ciento. Ruiz también dice algo que nadie en Morena quiere aceptar: que la elección mexiquense será muy cerrada.

-No podemos negar que hay una crisis de partidos políticos y que la gente ya está harta. El electorado considera que no es suficiente ir a votar. Falta que la ciudadanía se empodere, que cambie y se apropie de la necesidad de ejercer el voto. Y por eso falta impulsar muchísimo más a los ejercicios de democracia participativa, donde se encuentre un sentido- dice Ruiz, quien no pierde de vista que una cosa son los deseos y otra la realidad. Ella desearía que las elecciones fueran limpias, aunque no se engaña. Y sabe que el PRI siempre será un partido tramposo, que no se debe esperar mucho de sus militantes. Del lado de Morena, esperaría que hicieran las cosas de manera diferente.

-Pero insisto, aquí radica la importancia de la observación electoral no solamente el día de la elección- dice la abogada, mientras aclara que darán capacitación electoral para que puedan abordarse las distintas situaciones y denunciarlas. Así, se podrá identificar qué es un delito electoral o cómo recabar una prueba. Con los observadores tienen cabida personas de todas las militancias, así como quienes no han tenido nunca ningún partido. Hay luchadores sociales, profesionistas y trabajadores de todos los sectores.

La importancia de participar en este tipo de ejercicios radica en que se debe ser lo más objetivo posible y Ruiz anuncia que habrá una página web promotoradeobservadoresciudadanos.com en la que se difundirán sus análisis. Las denuncias que pudieran hacerse se dirigen ante la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (Fepade).


La abogada ha participado en otros ejercicios similares desde la Red de Contralorías Ciudadanas, un proyecto que denomina como de “democracia participativa” y que en cada municipio mexiquense articula justamente una contraloría ciudadana para genera líneas de observación para los tres niveles de gobierno.

Respecto a la presencia del narco en el Estado de México, Ruiz señala que es en el sur en donde les cuesta más trabajo organizarse y tener coordinadores distritales.

-No podemos arriesgar a los compañeros. A pesar de todo vamos a registrar los sucesos de aquella zona, que es la parte “olvidada” en muchos sentidos. Pero el INE dio a conocer otros focos rojos, entre ellos está Ecatepec, aunque su realidad es muy distinta a la del sur. El crimen organizado opera de manera distinta en el valle de México. Dentro de todo, consideramos que la violencia en Ecatepec no se va a salir de control. Ahorita hay cierta seguridad- apunta ella, que no ignora que la mitad de la entidad está en poder del narco.

Tan sólo la Familia Michoacana, de acuerdo con la propia Fiscalía mexiquense, domina el 33 por ciento del Edomex, mientras que el Jalisco Nueva Generación es el cártel con mayor actividad en el valle de México.

-La elección no va a ser un día de vacaciones. Y el PRI no se dejará arrebatar el poder así como así. El 28 de marzo, por ejemplo, Del Mazo se reunió con el magisterio y les da un programa de ayuda, han estado repartiendo la Tarjeta Rosa y otras cosas. Parte de esta iniciativa consiste en decir a la gente que salga a votar, que participe, porque sabemos que la ciudadanía decide al final- apunta Ruiz, quien también comparte el sentir de una parte de la ciudadanía que percibe que Morena y el PRI representan lo mismo.

Este año algunos presos podrán votar y en esa singularidad se recogerán más de 6 mil votos. Por primera vez, se reconocerá el derecho al voto a quienes no están sentenciados aún y se encuentren en prisión preventiva oficiosa. Se trata de un sector olvidado cuyos derechos deberán ser reconocidos y garantizados, lo cual sucederá en un entorno muy difícil debido a la falta de políticas públicas en materia penitenciaria. Ahí también habrá observadores porque el gobierno estatal controla los centros penitenciarios en todos los sentidos. La aplicación del INE, dice la abogada Shayda Ruiz, pregunta si uno quiere ser observador en un centro penitenciario.

Las reflexiones de los observadores van encaminadas siempre a la participación. Vale la pena razonar el voto, analizar propuestas, que se defienda el voto, que no haya una elección sin participación ciudadana.

Casi nada.

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