Miguel Alvarado: texto. Brenda Cano: diseño.
Ciudad de México; 14 de noviembre de 2022
En 1978 se jugaba el Mundial de Futbol en Argentina, un país atravesado por la violencia de una dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla, quien había ejecutado un golpe de Estado el 24 de marzo de 1976 y había depuesto al gobierno civil de María Estela Martínez de Perón, a quien simplemente arrestaron durante un vuelo en helicóptero. Lo que siguió para los argentinos fue una de las noches criminales más largas y cuentas de su historia porque la Junta Militar asesinó hasta a 8 mil personas, desde ese marzo setentero hasta 1983, cuando los militares argentinos perdieron una guerra contra el Reino Unido por la posesión de las islas Malvinas. Entre esos años, al mundo se le atravesaron dos mundiales, el de Argentina y luego el de España, en 1982.
El de 1978 fue un torneo que los militares aprovecharon para obtener publicidad y que su equipo hubiera ganado el campeonato catapultó por algunos meses la felicidad del pueblo bueno y sabio que era aquella Argentina sometida. Pero esta historia, que se va para todos lados, no va por ahí. No quiere recordar la victoria de la selección albiceleste por 6 a 1 contra el equipo peruano ni la fiereza que desplegó en la final contra Holanda. No quiere recordar a Passarella ni a Kempes, que en cada disputa por el balón parecía que se quebrarían las piernas ni el silencio de condena de muerte que invadió a ese país y al estadio Monumental cuando Naninga, el centro delantero de aquellas Naranja Mecánica, empataba el marcador y minutos después reventaba el palo de la portería sudamericana defendida por Ubaldo Fillol. No quiere recordar que Maradona, con 17 años, había sido marginado de aquella selección al cuarto para las doce porque todavía no era nada, nadie, aunque ya se sabía que sería la siguiente estrella mundial. Ni tampoco quiere recorrer la Plaza de Mayo con los holandeses derrotados en la final, que aprovecharon la fiesta de los ganadores para salirse del estadio y abrazar a las madres que buscaban a sus hijos desaparecidos. La victoria de Argentina fue la derrota del militar Videla y también el final de la Naranja Mecánica, un equipo que lideró Johann Cruyff en 1974 y que terminó por no ganar nunca nada a pesar de que eran sin discusión los mejores de esa década.
Esta nota recuerda que sobre todo los mundiales de futbol han sido usados y vendidos por la Federación Internacional de Futbol Asociación a países que necesitan de una reivindicación social. Y que la misma FIFA es una de las corporaciones privadas más corruptas y oscuras del mundo, que ha sabido construir un modelo de negocios supranacional, esto es que la ubica por sobre las leyes y constitución de los países que se deciden a organizar la competencia. Obligados a proporcionar una infraestructura innecesaria, estos países aceptan además pagos a la FIFA por derechos, así como la cancelación de impuestos para el corporativo, que se irá de ahí sin haber gastado un solo céntimo. Además, la creencia de que una selección de futbol representa a un país se ha utilizado para exacerbar nacionalismos y triunfalismos que se capitalizan solamente en lo político, que oculta que una selección nacional representa al capital privado de las empresas que son dueñas de las franquicias. En México, todos los equipos de futbol profesional de la Primera División pertenecen a capital privado y el organismo que han armado para para estructurarse, la Federación Mexicana de Futbol, es una empresa privada con un nombre público que parece decir otra cosa, que utiliza colores patrios y que además se adjudica presupuesto público sin necesidad de justificarlo, ni siquiera deportivamente. Hay un documental que revela la entraña de la FIFA y de sus cuatro dirigentes intocables. Manufacturado por ESPN, una empresa que no estaba preocupada por la corrupción del futbol, sino que quería participar de los mundiales, el documental sin embargo revela los entretelones de una mafia de pantalón largo que halló en la pobreza, la marginación, la discriminación, las ejecuciones y los abusos el filón de oro y poder que asomaba ya desde que el primer mundial se jugara en Uruguay, en 1930.
Una cosa es ESPN y otra Jeremy Schaap, el periodista que trabajó el documental y que pudo armar una historia en torno a su secretario general, el alemán Joseph Blatter en 2015 y de cómo involucraba a superestrellas del futbol como el francés Michel Platiní, ávidas de perpetuar ese negocio que devasta sociedades.
Hoy, el seleccionar Gerardo Martino, a quien le dicen Tata y es argentino, dio a conocer la lista de 26 chicos que irán a Catar, o Qatar, a jugar el mundial de la especialidad y que arranca el 20 de noviembre de 2022, arropado por el jolgorio del mundo entero, que no entiende algunas cuestiones básicas de lo que significa ese país en temas de derechos humanos. Para empezar, un conteo realizado por el diario inglés The Guardian señala que la construcción de los estadios mundialistas costó la vida a 6 mil 500 obreros. Además, unos 37 mil obreros sufrieron algún tipo de lesión. Ese número de muertos ha sido negado por los catarís, pero Amnistía Internacional ha documentado que una mayoría de ellos se inscribe entre los trabajadores migrantes que ha aceptado ese país. Además, otras violaciones a los derechos humanos contra las comunidades LGBT han sido denunciadas. La Federación alemana de futbol ha denunciado estos atropellos y en las últimas semanas se desplegaron pancartas y anuncios de repudio en los estadios de la Bundesliga en ese país. La cantante Dua Lipa, que participaría en la ceremonia inaugural, ha declarado que no irá, también como una protesta contra el gobierno de Qatar, que ha armado una selección que no tiene posibilidades de ganar un solo partido, pero que será utilizada como un foco de invisibilidad para todo lo anterior se olvide. Eso ya se ha conseguido otras veces en otros países.
“Normalmente, los trabajadores soportan condiciones de hacinamiento y de falta de higiene y seguridad en sus alojamientos. Vimos a hombres durmiendo en literas en habitaciones para ocho o más personas. Sin embargo, el derecho qatarí y las Normas para la Protección de los Trabajadores permiten como máximo cuatro camas por habitación y prohíben el uso compartido de camas y el uso de literas”, señala el informe de Amnistía al respecto, que apunta la creación de un esquema de moderna esclavitud y amenazas de muerte contra los trabajadores, para que no abandonen la construcción de los estadios.
“Si los trabajadores se quejan de las condiciones o piden ayuda, normalmente son intimidados y amenazados por sus empleadores. Así nos lo contó un migrante que trabajaba en las obras del estadio Jalifa: “Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa [en mi país] porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”, dice Amnistía, que compara el pago de 220 dólares, unos 800 pesos mexicanos, para un trabajador con los 900 millones de dólares que cobró la empresa Six Construct por la reforma del estadio Jalifa, o los 35 millones de dólares para Eversendai, principal subcontratista, por ese mismo estadio. O los 2 mil millones de dólares que ganó la FIFA por el Mundial de Brasil en 2014. Apenas este mes, el gigante Netflix promociona un documental que también narra la corrupción de la FIFA y sus aliados.
Con todo esto, que el Tata Martino, que jugó con Maradona en el Newell’s Old Boys de Argentina en 1993, haya dado a conocer los nombres de los chicos, no tiene importancia. Sin embargo, y a pesar de conocer la historia de Qatar, los mexicanos irán, “porque es un honor jugar un Mundial”, una frase que han repetido Antonio Carbajal, Hugo Sánchez, Claudio Suárez y el Chicharito Hernández, entre cientos de jugares. Por eso, la lista de nominados se ha dejado al último.
Porteros: Guillermo Ochoa (América); Alfredo Talavera (Juárez FC) y Rodolfo Cota (León).
Defensas: Jorge Sánchez (Ajax de Holanda); Kevin Álvarez (Pachuca); Néstor Araujo (América); Johan Vásquez (Cremonese de Italia); Héctor Moreno (Monterrey); César Montes (Monterrey); Gerardo Arteaga (KRC Genk de Bélgica); Jesús Gallardo (Monterrey).
Andrés Guardado (Betis de España); Héctor Herrera (Houston Dynamo de Estados Unidos); Carlos Rodríguez (Cruz Azul); Érick Gutiérrez (PSV de Holanda); Luis Chávez (Pachuca); Edson Álvarez (Ajax de Holanda); Orbelín Pineda (AEK Atenas de Grecia); Luis Romo (Monterrey); Uriel Antuna (Cruz Azul):
Alexis Vega (Guadalajara); Hirving Lozano (Nápoles de Italia); Raúl Jiménez (Wolverhampton de Inglaterra); Roberto Alvarado (Guadalajara); Henry Martín (América); Rogelio Funes Mori, (Monterrey).