13 enero, 2025

Palabras sobre libros 3[1]

Carla Valdespino Vargas: texto. Karen Colín: diseño. Ramsés Mercado: imagen.

Toluca, México; 22 de febrero de 2023

1. No soy yo

Un golpe en la tierra nos sacude las entrañas. Brota la sangre y entinta la arena de un rojo agonizante. No, no soy yo quien muerevive bajo el rayo de sol, a la sombra de un buitre. No, no soy yo, pero podría ser yo.

Un grito que retumba en el desierto. Me doy cuenta de que no soy yo y entonces me sacudo el polvo bajo mis pies, mas ese trozo de carne es tu cuerpo, mi cuerpo, nuestro cuerpo que se desangra con el corazón roto, corazón que los buitres se comerán de a poco. ¿Cuerpo? ¿He dicho cuerpo? No, no soy cuerpo. Soy un trozo de carne del que brota sangre, sangre que nutre al desierto, y a los buitres y a la prensa y a las estadísticas y el morbo y al enjuiciamiento porque soy tonta y sólo a una muy tonta le pasan estas cosas. Y, ¿qué hay en este cuerpo-objeto, cuerpo cuestionado, empalado, calcinado, desollado, perforado, apedreado, violado, mutilado… desechado? Mi vientre se abre cual flor desértica de cocaína. Una navaja traza-corta-abre.  ¿He dicho cuerpo? Sí, soy cuerpovacío arrojado en la frontera… en la libertad.

Silencio.

¿Lograron escuchar su propio grito golpeando la tierra? ¿El grito que retumba en el desierto? Es el grito que atraviesa mi cuerpo con cada palabra escrita por Iris García. Pero, ¿cómo llegué aquí? ¿cómo llegaste, cómo llegamos? A veces el amor nos lleva a cruzar fronteras sin vuelta atrás y entonces, nuestros cuerpos aparecen sobre la arena del desierto, sobre el asfalto, en un terreno baldío, a la orilla del desagüe. Cuerpos mutilados que una vez soñaron.

¿Cómo llegamos a este punto, en qué momento toleramos que los cuerpos de las mujeres transmutaran en simples objetos? Encontrar en los diarios la nota de una mujer asesinada poco a poco se ha normalizado, lo que conlleva a la invisibilización de la violencia. La invisibilidad de lo invisible. El sistema nos ha cosificado y los objetos se pueden tirar al drenaje, se pueden meter en bolsas, arrojarlos por una barda de más de dos metros hacia un terreno baldío para después quemarlos y mirar con toda la tranquilidad el fuego. Arrojarlos desde un camión de redilas para que se desangren en el desierto.

Las mujeres asesinadas solo tienen sus cuerpos lastimados para defenderse.

En “Sueño de arena” nos encontramos con una voz que nos conduce, desde su infancia, al maltrato que sufre por parte de sus padres, haberse enamorado de su hombre, la huida, los hombres estrujándole el cuerpo, el hospital donde vomita amarillo hasta llegar al desierto, nos hace mirar-sentir la sangre brotar de un vientre lleno de cocaína. Una voz que se lamenta, que grita, que reclama, que se duele. Una voz que se enjuicia cada vez más con mayor severidad: ella, tonta, imbécil, infeliz, pobrecita idiota, estúpida, pendeja, miserable, hasta terminar en un trozo de carne tirado sobre el desierto, y ahí es cuando nos percatamos que su dolor es nuestro, que su desesperación es la nuestra, que somos ella. ¿Nombre? No, hay nombre, pero no soy yo, no puedo ser yo, porque sólo a una tonta le pasan esas cosas.


Esto no está pasando. Ella no está tirada en medio del desierto. No, no es sangre lo que brota. No hay buitres volando en derredor esperando que muera. No hay miedo. No, no hay miedo. Hay un punto de luz enfrente de sus ojos. Hay cielo. Claro. Azul. Hay sueño, mucho sueño.


(Sueño de arena. Iris García)

Sí, escucharon bien, dije voz y no narradora, porque “Sueño de arena” es un poema y esa voz poética va y viene, pretende convencerse de que eso no está sucediendo, que ella no permitió que su hombre la utilizara, la vendiera y la arrojara al desierto, cual trozo de carne inservible. Es una voz que resuena en todo nuestro cuerpo, hasta ser nosotros quienes estamos sobre el desierto intentando convencernos repitiendo el mantra “no soy yo”. Mas la realidad nos golpea con fuerza, nosotros somos quienes emitimos ese lamento que resuena en todo el desierto. Sí, sí es sangre lo que brota. Sí hay buitres volando en derredor esperando que muera. Sí hay dolor. Sí hay miedo y Sí soy yo la que está tirada en medio del desierto.

2. Estoy muerta y me canto

Seamos lobas que recogen huesos en el desierto. Que estas palabras sirvan para recoger los huesos de todas las mujeres que yacen en el desierto. Seamos lobas y llenemos nuestras cuevas de todos esos huesos para preservarlos del peligro y que, en días como hoy, cantemos para devolverles el alma, el nombre, el rostro a todas las mujeres desaparecidas, torturadas. Que nuestras palabras sean la Tau (explicar) para buscar los rostros y los nombres y la justicia

Transformémonos en hacedoras de espíritus y como dice Selva Almada en Chicas muertas:

Tal vez sea nuestra misión: juntar los huesos de las chicas,

armarlas, darles luz y después,

dejarlas correr libremente hacia donde tengan que ir…


[1] “Sueño de arena” de Iris García

Cuéntaselo a todos

Noticias relacionadas

Suscríbete a nuestro boletín de noticias