13 noviembre, 2025

La temeridad

Miguel Alvarado

Toluca, México; 15 de noviembre de 2020.

No es fácil para nadie vivir la pandemia del coronavirus. No lo es cuando oficialmente había 97 mil muertos al corte del 14 de noviembre que realiza la Secretaría de Salud federal en el país. No ha sido un día de campo cuando todavía a estas alturas una gran parte de la población cree que la infección es una estratagema del gobierno, que busca un objetivo oscuro y poco claro como la disminución de habitantes. Esa percepción, que en muchos casos es una idea fija, está en todas partes, lo mismo en áreas urbanas y rurales, y ni siquiera la muerte cercana consigue hacer cambiar de opinión.

San Pablo Autopan, en la zona norte de Toluca es un ejemplo. La opinión generalizada había elegido culpar al gobierno, al de Toluca, al del Estado de México y también al federal, de buscar perjudicarlos, esparcir algún tipo de enfermedad con las fumigaciones o limpiezas públicas, y por último de inventarse al coronavirus y su letalidad. No es el único tema en el que una población considerable opina de tal manera y sucede algo similar en cuestiones electorales, por ejemplo, de administración del agua y servicios, de las escuelas y sus contenidos. Autopan es un pueblo con 81 muertos registrados oficialmente hasta octubre de 2020, y que en las últimas semanas experimentó una serie de muertes en cadena en calles y barrios muy específicos, como los sucedidos en la colonia Aviación, una zona semirural que hasta septiembre parecía estar al margen de los contagios.

En otros municipios es lo mismo. Villa Victoria, por ejemplo, repite con violencia las creencias de la zona norte de Toluca. Fue ahí cuando el 12 de mayo de este año, apenas comenzada la pandemia en México, los pobladores detuvieron una carroza fúnebre que había acudido a un servicio en la región, la volcaron e incendiaron arguyendo que los tripulantes esparcían un líquido contaminante que llevaba en garrafas. Luego quisieron componer aduciendo que eran secuestradores de niños.


Ni una ni otra versión se ajustaron a la realidad retorcida de los pobladores, quienes no lincharon a los trabajadores porque la policía pudo protegerlos. Movidos por el miedo, hicieron lo que hicieron, como lo hicieron los linchadores del pueblo de San Miguel Canoa, en Puebla, cuando masacraron a jóvenes montañistas a quienes acusaron de ser comunistas el 14 de septiembre de 1968.

Villa Victoria es un municipio rural que apenas linda los 100 mil habitantes. De profundas creencias religiosas, también incorpora a su vida cotidiana lo animista y sobrenatural. La existencia de brujas y lloronas es aceptada sin más, así como la pobreza de casi todos.

Este año, dicen, la cosecha apenas se dio.

Pero los pueblos de Villa Victoria siguen celebrando sus fiestas. Ningún centro religioso canceló bodas, bautismos ni las celebraciones habituales de misa, que todos los fines de semana tienen agenda llena. Una detrás de otra, en el pueblo de Cieneguillas, las bodas se sucedieron este fin de semana. Una cada hora, desde la mañana. Después vinieron las fiestas y en las casas de pueblos como San Isidro, Yebucibí, Piedras Blancas, Fresno, Cerrillo y Mextepec los enlonados, la música y el baile se apreciaban desde lejos. Autoridades municipales han avalado la realización de las reuniones, por las que se paga para que no se cancelen. Lo mismo pasa con los tianguis, los partidos de futbol y otras reuniones públicas que en otros municipios han sido canceladas.

Pero la molestia general se centra en la cancelación de las procesiones y festividades relacionadas con la virgen de Guadalupe. Eso es lo importante, dicen los habitantes, quienes también denuncian que las autoridades solapan. Por un lado, la angustia de no poder peregrinar y por otro la rabia ante las extorsiones para celebrar las fiestas familiares, se combinan para entregarnos una suerte de temeridad que se desplaza en sociedades al revés, pero cuyos comportamientos pueden ser explicados de manera minuciosa si se atisba la historia, la pobreza casi perenne y la explotación inhumana contra los grupos étnicos.

Por lo menos, Villa Victoria no es puntera en el listado de los municipios más infectados del Estado de México, pero hay 13 muertos y 189 infectados, de acuerdo a la Secretaría de Salud del gobierno del Estado de México, pero se ubica a media tabla entre los 125 municipios.

 El municipio es gobernado por Mario Santana Carbajal, que ha ocupado la presidencia municipal en cuatro periodos, y su población prefiere aplastantemente al PRI que a cualquier otro partido.

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