20 noviembre, 2025

“Quisiera que los zapatos de mi hijo me llevaran hasta él”

“Quisiera que los zapatos de mi hijo me llevaran hasta él”

Karen Flores

Puebla, Puebla; 17 de julio de 2021.

Mamá,

si desaparezco,

¿a dónde voy?

No lo sé, hijo.

Sólo sé que si desaparecieras te buscaría

entre la tierra y debajo de ella.

Tocaría en cada puerta de cada casa.

Preguntaría a todas y a cada una de las personas

que encontrara en mi camino.

Exigiría, todos y cada uno de los días,

a cada instancia obligada a buscarte

que lo hiciera hasta encontrarte.

Y querría, hijo, que no tuvieras miedo,

porque te estoy buscando.

Con picos y palas.

Recorriendo, bajo el sol ardiente, cientos de calles en pueblos, ciudades y estados.

Escarbando sola entre los escombros de fosas clandestinas y carreteras.

Sin tiempo para el descanso. Con la incertidumbre de saber si sigues vivo acechándome noche tras noche. Y con el martirio de la misma pregunta de cada día: ¿dónde estás?

Arriesgando la vida, o lo poco que me queda de ella ahora, hasta encontrarte.

Y si no me escucharan, hijo,

la voz se me haría fuerte

y gritaría tu nombre por las calles.

Rompería vidrios y tiraría puertas.

Incendiaría edificios para que todos supieran

cuánto te quiero

y cuánto quiero que regreses.

Pintaría muros con tu nombre

para que nadie te olvidara.

Buscaría a otros y a otras

que también buscan a sus hijos

para que juntos te encontráramos,

a ti y a ellos.

Y querría, hijo, que no tuvieras miedo,

porque muchos te buscamos.

Puedes escuchar su clamor.

La agonía de las promesas hechas. De no parar hasta encontrarlos.

Aferrándose a su recuerdo para exigir justicia.

“Quisiera que los zapatos de mi hijo me llevaran hasta él”, se leyó en una de las mantas que acompañó la marcha de cientos de madres a lo largo de todo México este 10 de mayo.


Y mientras, en Palacio Nacional se ofrecía un festival para conmemorar la vida y olvidar los compromisos de dar prioridad a la búsqueda de desaparecidos. Con las puertas cerradas para no atender las demandas y denuncias de las madres congregadas afuera.

¿Qué celebran?, podríamos preguntar a esas mujeres. Las madres de los 87 mil desaparecidos hasta ahora en el país.

Me despierto y siento que está vivo -dice una, dicen todas-. Me voy desinflando mientras pasa la mañana. Se me muere al mediodía. Resucita en la tarde. Entonces vuelvo a creer que llegará y pongo un plato para él en la mesa, pero se vuelve a morir y a la noche caigo dormida sin esperanzas. Me despierto y siento que está vivo…

Y mientras, en las casas de aquellos afortunados que no conocen tal angustia, se cantaban las mañanitas y se entregaban regalos. Porque esas familias no sienten la ausencia, porque a ellas no les hace falta nadie.

Pero, ¿qué es lo que celebran? Cuestionaríamos a los más de 74 colectivos de rastreadoras mexicanas que dedican su vida entera a perseguir las pistas de esos hijos e hijas.

“No me importa nada que no sea encontrar a mi hijo, volver a verlo”, repetía de forma incansable Ceci Patricia Flores Armenta, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, quien por más de dos años investigó el posible paradero de su querido hijo. En febrero halló finalmente un cuerpo que, a partir de su ropa e identificaciones, se reconoció como el de Marco Antonio. Sin embargo, el cadáver no estaba intacto. “Falta el cráneo y yo quiero un hijo completo”, fue todo lo que, destrozada, alcanzó a decir.

Incluso, Nora Lira Miranda que, entre lágrimas, se acercó al cuerpo de su hija tras dos años de búsqueda conjunta con el grupo de Rastreadoras de Ciudad Obregón. Con las uñas llenas de tierra, encontró ella misma el cadáver de Fernanda. “Tu mami llegó por ti, ya nos vamos” fue todo lo que pudo decir.

Su dolor se suma al de muchas otras madres que, como ellas, siguen inmersas en este calvario.

Y al de muchas otras que perdieron la vida en el camino.

Enarbolando la foto de sus desaparecidos, dan vueltas y vueltas a la pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con la misma obstinación con que peregrinan por cuarteles y comisarías y sacristías, secas de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están, o quizás siguen estando, o quién sabe…

Bibliografía

CC News. (13 de julio del 2021). Con palas, con picos, desnudas: así las mujeres mexicanas salen a buscar a sus hijos desaparecidos.

El Sol de Hermosillo. (2 de marzo del 2020). Ceci Flores: la madre que busca hijos desaparecidos.

Forbes. (10 de mayo del 2021). En día de las madres, mujeres exigen información de sus hijos desaparecidos.

Galeano, Eduardo. (1982). Las madres de Plaza de Mayo. Memoria del Fuego III. El siglo del viento. Siglo Veintiuno Editores.

Ibarra Mateos, Marcela. (2014). Mamá, si desaparezco, ¿a dónde voy? Crónica de Ciencias Sociales.

Swissinfo. (10 de mayo del 2021). ONU-DH expresa solidaridad con madres de 87.000 desaparecidos en México.

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