Miguel Alvarado
Toluca, México; 2 de enero de 2021
Se bajó del auto en el que iba y se dirigió de inmediato a la Célula de Vacunación número 3, en realidad un tendajón armado precipitadamente para aplicar las primeras dosis de la vacuna Pfizer y BioNTech en el país contra el coronavirus. Ubicado en la 22 Zona Militar de Santa María Rayón, se trataba de un escritorio equipado con una silla negra de oficina, techados por una carpa blanca, que el 24 de diciembre fue atendida por un par de militares enfundados en bata médica. Ahí sobre ese escritorio había una caja o hielera roja y dentro estaban las ansiadas dosis. Apenas un día antes los militares habían cancelado la invitación a medios de comunicación para atestiguar la inyección de las dosis a personal médico militar. En esa invitación se especificaba que la vacuna también se pondría a “voluntarios”. Horas después, un anuncio cancelaba dicho programa: no habría prensa ni voluntarios, aunque no se pudo evitar la asistencia de otros que no estaban en las listas de convocados para ser inoculados.
Esos que no estaban pero que de todas maneras llegaron a esa carpa y fueron atendidos eran el doctor José Rogel Romero y su familia. Director del hospital público Adolfo López Mateos en Toluca y dueño junto con sus hijos del sanatorio Venecia en esa ciudad, llegó antes del mediodía junto con otras tres personas, dos mujeres y un hombre. El doctor Rogel y su comitiva fueron fotografiados por médicos convocados que estaban en el lugar y que los reconocieron a pesar de que el rostro del médico apenas se veía, detrás de su mascarilla y sus lentes. Ahí, en ese Centro de Vacunación número 3, Rogel atestiguó la vacuna de sus parientes mientras sostenía sus chamarras. De camisa blanca y pantalón oscuro, él mismo fue también vacunado, como sucedió con su hijo, que portaba un atuendo azul de médico, zapatos blancos, playera negra de manga larga y una credencial visible colgando de su pecho. También una de sus hijas, presumiblemente, fue vacunada.
Si Rogel creyó que lo que hacía no tendría repercusiones, se equivocaba porque al otro día el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, comentaba lo sucedido en la Mañanera. ““Se hizo la investigación y, en efecto, sí hay una familia que no le correspondía, la aplicación de la vacuna llegó y con influyentismo se vacunaron un médico, su esposa, y creo que una o dos de sus hijas. No voy a hablar de los nombres porque eso le va a corresponder a la investigación que ya inició para castigar esta irregularidad”, diría AMLO. El 31 de diciembre de 2020, Rogel era separado del cargo de director al mismo que tiempo que su nombre y su apodo se hacían famoso en todo el país. Ahora se le conocía como Lord Vacunas y su caso es un ejemplo más de la división de clases en México, del poder del influyentismo y también de la impunidad de la que gozan las jerarquías burócratas. Si López Obrador no comenta la acción de Rogel, no habría pasado nada con él y la justificación que el gobierno del Estado de México ofreció habría quedado como la verdad oficial, porque la Secretaría de Salud estatal había comunicado públicamente que lo de Rogel y su familia se trataba de “un error en el sistema de confirmación de citas del personal médico”. Pero no era así.
El 25 de febrero de 2019 el doctor Rogel era denunciado por médicos del López Mateos por otros casos de influyentismo y nepotismo, pues ingresó a recomendados a la Residencia de Cirugía Plástica en ese centro médico. El hijo, José Fernando Rogel, dice una denuncia recogida por el reportero local Pastor Tapia, ingresó de manera directa a la especialidad “por el solo hecho de ser el hijo del director, lo que ha provocado la renuncia de varios residentes como es el caso más reciente del doctor Erick Sánchez Téllez por acoso laboral y que inclusive se quejó a la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de México (CODHEM) que dirige Jorge Olvera.
Hoy quedan de Rogel sus fichas curriculares, que también indican la existencia de un universo de médicos monetizados, metalizados, que han sabido hacer de la salud, de la práctica de la medicina, una mina de oro que los ha enriquecido y que ha cerrado a la mayoría los accesos a la salud debido a los precios imposibles que hay que pagar por esos servicios cuando los servicios públicos son insuficientes. Y es que Rogel realizó toda su carrera en el sector público, o por lo menos eso dice la Secretaría de Salud: egresado de la UAEMéx como médico cirujano, director general del hospital general de Tejupilco, profesor en la Facultad de Medicina, subdirector médico del López Mateos, destacan entre una lista de 16 aptitudes y cargos. Los deslindes con Rogel llegaron pronto. El IMSS, en un comunicado, dijo que “la dependencia federal no fue responsable de la equivocada decisión que únicamente tomó el médico”. La Secretaría de la Defensa Nacional hizo lo propio:
“EN RELACIÓN A LA NOTA PUBLICADA EN DIVERSOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, EN LA QUE SE REFIERE A QUE A UN SUPUESTO MILITAR Y A SU FAMILIA, SE LES APLICÓ LA VACUNA COVID-19 EN EL HOSPITAL MILITAR DE ZONA “SANTA MARÍA RAYÓN”, SE INFORMA QUE LOS HECHOS SE REFIEREN AL DOCTOR JOSÉ ROGEL ROMERO, DIRECTOR DEL CENTRO MÉDICO TOLUCA “LIC. ADOLFO LÓPEZ MATEOS”, MISMO QUE NO PERTENECE A LAS FUERZAS ARMADAS, NI CUENTA CON PERSONALIDAD MILITAR”.
Los únicos que se sostuvieron hasta donde pudieron, fueron los funcionarios del gobierno mexiquense, como se lee en la Tarjeta Informativa 0113/2020, folio 18620 del 29 de diciembre: “En el caso concreto del Dr. Rogel Romero, se informa que sí estuvo contemplado, debido a que el Centro Médico es una de las unidades hospitalarias más activas en la atención a pacientes contagiados con el nuevo coronavirus y en dos ocasiones ha estado infectado. Respecto a la presunta vacunación de sus familiares se desconoce si recibieron la inmunización debido al contratiempo antes explicado”.
Para Rogel y su familia el dinero no es problema y su sanatorio particular está considerado un nosocomio de lujo. Éste, a diferencia de otros en Toluca, ofrece suites, las cuales tienen una amplia recámara y una sala de estar. También tiene habitaciones sencillas, un pequeño cubículo con baño y un sillón para las visitas. La publicidad que las anuncia ofrece televisión por cable, teléfono y toma de oxígeno. Nada más.
Creó ese hospital en 2016 junto con sus hijos Fernando, Jessica y Cynthia para ofrecer consultas de medicina general, nutrición, oncología, oftalmología y cardiología, entre otras especialidades. El mismo Rogel atiende ahí todos los días, de 4 a 8 de la tarde y sus especialidades son la gastroenterología y la cirugía general. Ubicado en Paseo Tollocan esquina con Ignacio Rayón, ofrece muy tímidamente la oferta de un parto natural por 6 mil 690 pesos y una cesárea por 12 mil 990 pesos, que no incluye los honorarios médicos.
El 26 de julio de 2012 la familia Rogel posaba para la revista Chic Magazine, que la retrataba a todo color en la portada que conmemoraba el décimo aniversario del sanatorio Venecia, cuyo capital crecía sin problemas. En interiores, dos páginas con los retratos de los invitados coronaban esos festejos y enmarcaban las palabras de Rogel, quien afirmaban entusiasmado que su hospital era “uno de los tres mejores de la ciudad”.
Los valores que sigue el sanatorio Venecia, dice en su página web, son el respeto, la honestidad, el compromiso y el amor. Esto último contrasta con la realidad del servicio público al que pertenece Rogel, y cuyo poder que le otorga fue usado de manera arbitraria, dolosa y por encima de la ética médica. Protestas de médicos residentes en el Estado de México no se hicieron esperar. Fueron sus reclamos los que mostraron la conducta de Rogel, quien ya vacunado esperará la resolución que tome Control Interno y Contraloría del gobierno del Estado de México desde una investigación en torno a su caso. Los otros, los que diariamente atienden caso de coronavirus seguirán esperando. En México, dice un reporte de Nurit Martínez, han muerto 2 mil 397 integrantes del personal médico por infección de covid-19. La Asamblea Nacional de Médicos Residentes denuncia que los médicos enfermos de coronavirus y que ya se curaron han recibido fecha de aplicación de la vacuna hasta febrero de 2021, lo cual no corresponde a la realidad de los hospitales en los que se combate la infección porque se han saltado las líneas de prioridad en un momento en el que hay al menos 126 mil muertos oficiales en todo el país. “Las denuncias han provenido del Hospital General, de la sede del IMSS en el Siglo XXI y de hospitales del Estado de México”, señala una vocera de la Asociación, que además dice que 70 por ciento de los 25 mil residentes en el país se encuentran en la primera línea de atención. La página en Facebook de esta Asociación es un panteón de esquelas en donde se anuncian las muertes del personal de salud desde que la pandemia llegó a México.
El doctor Rogel y su familia se retiraron de la 22 Zona Militar, en Santa María Rayón, tan pronto como fueron vacunados. Si creyó que nadie lo reconocería, a estas alturas no tiene sentido saberlo. Pase lo que pase con él, no tendrá problemas laborales pues es dueño de “uno de los tres mejores sanatorios de Toluca”, donde se ha encargado de practicar el amor, la honestidad y el respeto. Esos que no aplicó durante su breve estancia en la Célula de Vacunación número Tres.
Además, ya está vacunado.