Miguel Alvarado: texto. Karen Colín: diseño.
Ciudad de México; 22 de marzo de 2022.
Hoy respira más despacio y su mirada ha cambiado, como si algo aquí en México hubiera intervenido para recomponer la amenaza que se cernía sobre ella en Colombia debido a las maquinaciones de aquel Estado. Angye Gaona es licenciada en literatura y español por la Universidad Industrial de Santander y escribe, escribe mucho, sobre todo poesía. Ha sido profesora y una activa impulsora de la práctica de la poesía experimental. Además, es ahora un símbolo de resistencia y lucha para quienes han sido injustamente acusados y encarcelados en su país.
Su gobierno la acusó de terrorismo, narcotráfico y de conspirar para delinquir. Además, la encarceló por cuatro meses y le mantuvo abierto un proceso -que ella siguió ya en libertad- desde hace once años y que no encuentra todavía un final favorable. Todo esto, como se probó paso a paso, era falso.
El gobierno colombiano se dedicó desde entonces a criminalizarla y a obstaculizarle la vida. Fue tan implacable que la obligó a irse de su país, escapar a México como refugiada y buscar aquí ese estatus, que obtuvo de manera oficial apenas hace muy poco. En el documento que el gobierno de México le entregó a Gaona se señala que en Colombia han violado sus derechos y la han victimizado desde una persecución sin sentido.
Ahora que se acostumbra a vivir en la inmensidad de la ciudad, Angye Marcela Gaona se siente feliz desde la dicha que puede caber en un exilio. Nacida en Floridablanca, una ciudad de la región de Santander, área conurbada con Bucaramanga, a Gaona siempre le atrajo la poesía, que siempre ha funcionado como el eje de su vida y sus actividades. Poesía para cambiar las injusticias, literatura para oponer resistencia, para conocer y reconocer, para no dejar que uno se convierta en piedra.
Hasta ahora ha escrito tres libros y dos traducciones han sido publicadas fuera de Colombia. Desde México asiste, por internet, a presentaciones que se realizan de su trabajo. También promueve lo que hacen otros escritores e inevitablemente algunos de ellos hablan en sus textos acerca de lo apátrida que uno puede sentirse en su propia casa. El relato de Gaona, mientras lo cuenta, también pinta de cuerpo entero a México, que atraviesa por la peor crisis de violencia de su historia y que en el tema de los derechos humanos ha quedado a deber sobrada, innecesariamente.
Que toma aire. Que por ahora es mejor explicar porque eso también implica explicarse. Que mira a su hija cuando habla. Que todavía nada es fácil.
-Colombia es un país que persigue a los opositores de los gobiernos en turno -dice ya, para no darle vueltas- y yo tengo un pensamiento comunista, desde que tengo conciencia tengo ideas comunitarias y no me gusta ver injusticias y no me gusta ver la explotación, que se acalle la libertad de expresión. Creo que se deben crear condiciones reales de paz para los pueblos y las comunidades que tienen necesidad de autodeterminarse- dice entonces.
Su formación política ha sido constante y a los 20 años participaba como activista de acciones culturales que buscaban que la poesía y la literatura llegaran a una mayor cantidad de personas.
– Pablo Neruda fue el primer poeta que entendí y era comunista. A mí me parece que la política y la poesía, como lucha de clases, son algo parecido. O tal vez aspiran a lo mismo, a la plenitud y al crecimiento de la conciencia humana- señala Gaona, quien durante cinco años, en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, puso aquello en práctica. Lo que aprendió lo aplicó después en su ciudad natal, Bucaramanga, donde se dio cuenta de que los jóvenes no tenían espacios para reunirse ni tampoco había activismo político-cultural. Fue también ahí que otro problema común en los países de América Latina se le hizo presente, el de los presos políticos.
En ese momento había un Comité de Solidaridad con los presos políticos y se integró con ellos para apoyar a los más de seis mil que había entre los años 2008 y 2009. Estas personas tenían características muy definidas. Para empezar, había combatientes de las guerrillas capturados en combate o sobreviviente de enfrentamientos. También estaban detenidos algunos líderes sociales como maestros, activistas culturales y sindicalistas que habían sido “empapelados” o aprisionados acusados de robos, desfalcos o asesinatos con la finalidad de que los movimientos a los que pertenecían quedaran descabezados.
En Colombia, como en México, se persigue, se asesina, se encarcela y se exilia. Gaona comenzó entonces a hacer trabajo con los presos políticos en Bucaramanga, junto con el comité de la Central Unitaria de Trabajadores, que le pidió editar algunos libros que se habían escrito en la prisión. También editó periódicos que salían clandestinamente y eran redactados por ex combatientes presos, a quienes también visitaba. Junto con esa cárcel de mediana seguridad que era Palogordo organizó además una exposición de pinturas realizadas por indígenas de la Sierra Nevad, que se presentó en la biblioteca de la ciudad. Y ahí, en la ciudad, armó un concierto para conmemorar el bicentenario de la Independencia colombiana.
-Bucaramanga era la ciudad de la cultura universitaria por excelencia en los años 80. Sin embargo, ese movimiento cultural fue exterminado, aniquilado por el Estado que incluso asesinó a un poeta Jesús Peña, en 1981. A muchos poetas y músicos de aquella época los mataron o amenazaron y los obligaron a exiliarse. El tejido social se resquebrajó y no había ningún movimiento en 2007, cuando yo llegaba ahí- dice Gaona, que repasa: no había escuelas de arte, la biblioteca pública había sido desvalijada y los libros más representativos fueron quemados por un movimiento anticultural que lideraba Alejandro Ordóñez -en este momento embajador de Colombia en la Organización de Estados Americanos-. Los vándalos eran ultracatólicos que no tuvieron problemas en quemar a Nietzsche y a Marx públicamente. Pero que hicieran eso justamente en Bucaramanga tenía una razón, y es que esa ciudad es la cuna de la cultura, de lo combativo, de la rebelión.
La raíz rebelde de Bucaramanga
Si algo conoce Gaona muy bien es la historia de su región. Así pues, su relato retrocede más de 300 años y entonces dibuja los orígenes de la Bucaramanga alzada, insurgente, que le plantó cara a la dominación española primero que nadie. En 1782, en la localidad de El Socorro, que en algún momento fue la capital de Colombia, llegaban la primera imprenta, el primer cultivo de café. Ahí tuvo lugar la primera Insurrección de la Nueva Granada, la Insurrección de los Comuneros, que sucedió antes que la revolución francesa. No se le llamó “comuneros” porque se refiriera a la comunidad, sino porque había un lugar llamado El Común, y cuyo gobierno recuperaba tradiciones indígenas de organización.
Entonces mestizos e indígenas se sublevaron contra la Corona española, rompieron edictos y organizaron las guerrillas, que luego fueron exterminadas antes de llegar a Bogotá. Uno de los líderes, José Antonio Galán, fue descuartizado y sus restos enviados a recorrer los pueblos, como ejemplo para quienes pensaran en levantarse. “En el nombre de Dios, de mis mayores y de la libertad”, era el lema de Galán al rebelarse, en tanto trabajaba en las plantaciones de tabaco de la región. Al paso de los años, después de todo, Santander se describía políticamente como federal liberal y se ubicaba como la más radical del país. Desde esa posición, se enfrentaba en batallas contra los conservadores de Bogotá.
A principios del siglo XX se libró en Santander el último combate de la llamada Guerra de los mil días, que marcó el exterminio de los últimos liberales. Sin embargo, pervivieron sus ideas en guerrillas que encabezaban líderes como Rafael Rangel. Ya en los años 70, en la zona de San Vicente de Chucurí, un grupo ha decidido que ese lugar es una buena región para fundar una guerrilla y así nacía el Ejército de Liberación Nacional. Quienes fundan la guerrilla del ELN son estudiantes de la Universidad Industrial de Santander.
-Eran de la universidad en donde yo estudié- dice Angye- por eso la escuela fue el soporte político-cultural de esa guerrilla en los años 80. Era el foro cultural en el que todo mundo quería presentarse. Pero eso se resquebrajó porque la violencia del Estado se opuso y al final de esa década ya no quedaba nada, o casi nada.
Gaona llegó a Bucaramanga después de vivir 10 años en Medellín y organizó un concierto en el que participarían músicos locales que de alguna manera habían encontrado algunos pequeños foros. Apoyada en el activismo que hacía con los presos políticos, ella logró convocar a tres mil personas que en una ciudad aislada culturalmente llamaron la atención del país.
– ¿Para el Estado se trató de “un concierto guerrillero”?
– Sí -dice Gaona- en ese momento… Bucaramanga, además de ser bastión de otra guerrilla, el Movimiento 19 de abril (M-19), tenía la reserva militar más fuerte del país. En Bucaramanga nada se mueve sin que los militares lo autoricen. Y sucedió esto, el concierto, que aún no sé qué alcances tuvo. En ese entonces, el Movimiento Marcha Patriótica, del cual soy parte, descolló con fuerza y nos reunimos más de 70 mil personas caminando por las calles de Bogotá. Hacía mucho que los bogotanos no veían a un negro y a un indígena ¡y luego tantos! Todos tenían presente el recuerdo de una lucha que se anhelaba. Colombia siempre va a tener una esperanza y por eso es que cada vez salen más líderes y cada vez son más los asesinados, los exterminados. Colombia es un país con mucha conciencia política, a pesar de todo lo que le ha sucedido.
El Movimiento Marcha Patriótica era muy fuerte en 2010. El gobierno colombiano, sin embargo, señalaba que estaba infiltrado por la guerrilla de las FARC, pero eso solamente hace que la gente se vuelque a verlo, todavía más, pues se abogaba por una salida pacífica para el conflicto armado. Se trata de una izquierda radical que exigía “una reforma agraria integral, por el derecho a las víctimas a la reparación y restitución de sus tierras”, de acuerdo con un reportaje de Camila Osorio para el medio electrónico La Silla Vacía. Para el 2013, dice Gaona, el movimiento había perdido empuje porque para esa fecha se registraba el asesinato de 300 de sus militantes.
“A mil kilómetros de donde estaba mi hija”
En 2011, todavía con la efervescencia de Marcha Patriótica, la pequeña familia de Gaona se separa. Su hija ha ido a Medellín, a ver a su padre; la pareja de Gaona ha viajado a Chile y ella misma se ha tomado unas vacaciones en Venezuela, donde se quedaría un mes, a partir del17 de diciembre de 2010.
– Cuando sello mi pasaporte para salir de Venezuela, me ponen en la aduana una orden de captura. Yo llegué a la aduana por tierra. Venía con una caja de discos que había comprado y libros de poesía. Iba a entrar por Cúcuta. El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) se encargaba de la vigilancia de las fronteras y recibía y checaba los pasaportes. Entonces me dijo el oficial encargado:
– Usted no puede irse de aquí porque tiene una orden de captura.
– ¿Y entonces?- preguntó Gaona.
La orden de captura decía “concierto para delinquir” y se refería a la reunión musical que había organizado en Bucaramanga. La autoridad colombiana contaba con tres días para realizar una audiencia de captura, que ejecutaron faltando una hora para que ese plazo expirara, pues el proceso estaba radicado en Cartagena y la comunicación entre instituciones era laberíntico.
– Ahí es donde empiezan las irregularidades en mi proceso. Luego me entero de que no es solamente la acusación de “concierto para delinquir”, sino que está agravada por narcotráfico. Si fuera sólo lo de “concierto para delinquir” estaría en la justicia ordinaria, pero como era por narco, iba a la justicia especializada- relata.
– ¿Por qué te achacaban eso?
– No tenían ninguna prueba. Y tenía otro delito más. Pero esos delitos fueron apareciendo poco a poco y cuando por fin tuve el expediente en la mano, que fue en la audiencia de captura, pude comprobar todo. Entonces decía “concierto para delinquir agravado por narcotráfico y rebelión”. Así comenzó un proceso para comprender lo que estaba pasando, y era tan difícil, dadas mis circunstancias, que pasados diez años, como ya me cansé de no poderlo entender…
– Pero todo eso tuvo sus consecuencias.
– Claro. “Concierto delinquir agravado…”. El juez de Control de Garantías de esa audiencia me miraba a los ojos y me decía, absolutamente convencido: “¡usted es una guerrillera! ¡Usted se puede evadir por las fronteras porque es una guerrillera!”. Eso me decía el juez mientras yo pensaba que cómo ese hombre podía decirme eso, si yo soy una madre, una estudiante. Es muy difícil defenderse en ese momento.
– ¿Quién te defendió?
– Una abogada. Sin embargo, no hizo mayor cosa, me dijo que aceptara los cargos.
– Era una defensora de oficio.
– No, la habían conseguido mis amigos de la Central Unitaria de Trabajadores, que tenían contacto con Cúcuta. Yo estaba a seis horas de Bucaramanga. La abogada no me conocía y pensó que en verdad yo era guerrillera. Por eso me dijo eso, porque según ella me rebajaban a la mitad la condena, la cual era hasta por 19 años. ¡Pero yo por qué voy a aceptar algo que no he hecho, no podía aceptar eso! Era posible evitar la cárcel si la abogada hubiera defendido bien la situación. Y bueno, me mandaron a la cárcel de mediana seguridad de Cúcuta, a mil kilómetros de donde estaba mi hija.
La comunicación con los abogados era difícil, complicada y en un principio no sirvió para nada. Ella señala que es muy difícil comprender un montaje judicial, que está hecho, justamente, para que nadie lo entienda, para que todo mundo condene al que se está juzgando “porque la justicia no se puede equivocar”.
– ¿Por qué tendría que equivocarse la Fiscalía? ¿Por qué tendría que equivocarse un juez?- dice.
En la audiencia de captura el gobierno colombiano presentó un informe fabricado por el ejército, el cual decía que Gaona era jefa de reclutadores para las FARC de Bucaramanga.
– ¿En qué se basaba ese informe?
– En nada… solamente era un dicho del ejército. Tenían mis fotos de facebook en ese informe. Yo pude tener el expediente por un minuto y vi todo eso. El fiscal decía que yo también era la jefa de las milicias de Bucaramanga, y decía que yo había organizado un concierto en la Universidad, eso decía el fiscal, entre otras cosas. En lo del “concierto para delinquir” había varias personas implicadas. Las otras personas acusadas eran el militante de un sindicato, un estudiante de otra universidad y una sindicalista de Medellín. Ella era comunista y trabajaba en los textiles- narra.
Estas tres personas habían sido capturadas en operativos policiacos que allanaron sus viviendas. Fueron arrastrados a los juzgados esposados y con violencia. Se los llevaron a Cartagena en un avión de la Marina, por eso el proceso de todos se desarrollaba en Cartagena, pero Gaona estaba en Cúcuta. A ella, en los cuatro meses y medio que estuvo presa no la llamaron a ningún tipo de audiencia y siempre estuvo sindicada, en espera de que su proceso fuera desarrollándose.
– La cárcel a la que entro el 14 de enero de 2011 es nueva, fue construida por el Buró de Prisiones de Estados Unidos, los gringos. Los arquitectos de esos centros de tortura del alma, que eso son esos lugares, se encargan de que sea todo muy milimétrico para que sufras. No había hacinamiento en ese momento, pero los teléfonos con los que uno podía comunicarse con el exterior estaban dañados. Entonces estuve un mes sin poder hablar con mi hija, ni con mi novio o con mi mamá, aunque ella se asustó mucho y dijo que no me visitaría, o sea, mi familia… un mes estuve sin ver a mi hija, hasta que por fin yo la llamé y todo fue muy tajante. Me dijo: “hola mamita, ¿cómo estás?”. Y le contesté: “¡bien! ¡estoy en la cárcel!”. “¡Mami! ¿Y te pegan?”. “¡No, no me pegan!”. “Qué bueno, mami!”. Entonces mi hija siguió hablando de otro tema porque era corto el tiempo de la llamada, y así fueron todas las que hicimos en ese tiempo. Más bien me contaba cómo eran sus días en la escuela, que inició en Medellín y yo me centraba en eso. Llegamos a un acuerdo para hablar muy poco de la cárcel.
El encarcelamiento de Gaona comenzó a saberse. Ella era importante en la escena cultural y que hubiera organizado festivales le ayudaba ahora para que su caso se conociera. Escritores y poetas colombianos comenzaron a llamar la atención acerca de las acusaciones que a ella se le achacaban. Se publicaban cartas en los movimientos poéticos de Colombia y de América Latina en las que se exigía justicia y un debido proceso. Mientras, Gaona se adaptaba a la vida de la cárcel y dice sin dudar que fue bien tratada desde un principio por todos, por sus compañeras y por las guardias. Antes, incluso, pudo dar talleres de poesía, enseñar inglés y tener acceso directo a la biblioteca.
Angye Gaona era una prisionera política, como las personas que antes visitaba. Anteriormente, los presos de esta categoría tenían su patio aparte y aún cierto estatus en la prisión y eran ellos quienes organizaban a otros para pedir reivindicaciones o protestar. En la cárcel de mujeres había ex guerrilleras capturadas en combate. A Gaona le asignaron como compañera de celda a una de ellas, en donde también estaba una proxeneta de los paramilitares que en la cárcel seguía haciendo lo mismo con jóvenes encarceladas.
-Mi celda medía dos metros por cuatro. Ponerte con esas personas es parte de una “terapia de choque” que hacen ellos. Así que sin poder hacer nada nos tocaba ver cómo prostituía a las niñas con los propios guardias. Se hacen torturas sistemáticas a los presos políticos, que por su carácter de beligerancia están acusados de otros crímenes. Les ponen extorsión y secuestro y… …y pues los que me pusieron a mí también: narcotráfico. Y bueno…- recuerda Angye.
Ella refiere que al menos ella no vio una estructura caciquil dentro de esa cárcel, que extorsionara a los demás. Cuatro meses y medio más tarde salía por vencimiento de términos, habeas corpus, el 20 de mayo de 2011.
– Yo salí bastante amedrentada para continuar con mis actividades políticas y mi liderazgo social y cultural en Bucaramanga se había perdido. Debo decir que los poetas colombianos de mi edad no expresaron su solidaridad porque se asustaron, hasta mis propios amigos estaban temerosos. Yo era ya rebelde para amigos y para enemigos y por eso el mundo pensó que yo era de las FARC. O sea, finalmente yo, como escritora, según ellos, según la tradición poética colombiana que es así como pulquérrima y que hace a un lado las situaciones sociales… incluso me excluyeron de antologías. Quienes me apoyaron eran poetas colombianos de otra generación y extranjeros. Juan Gelman firmó una carta a mi favor muy hermosa. Yo no sé hasta qué punto la campaña que iniciaron, porque ya habían firmado una carta 700 escritores del mundo, frenó a la Fiscalía. La figura de habeas corpus indica que no puedes quedarte en prisión sin recibir sentencia. Como haya sido, salí en libertad provisional mientras se determinaba si era culpable o no. De todas maneras, durante cinco años se mantuvo la orden de captura, lo cual era otra violación al debido proceso. Realicé un llamado público pidiendo ayuda y eso derivó en que los escritores Andrea Garvin en Italia y Jefferson Vázquez en Brasil publicaran un libro mío, así como un dossier especial en Francia, gestos muy solidarios que valoraron mi trabajo poético por encima de lo que había pasado.
– Y mientras, ¿qué pasaba con ese proceso?
– Para el 2012 el proceso seguía y yo mucho temía que me encontraran culpable, sin pruebas, porque el juez que tenía mi caso ya había condenado a un periodista por terrorismo.
– ¿Te volvieron a detener en algún momento?
– Me dijeron, al salir de la cárcel, que conservara un documento. Era un papel muy simple, bastante ridículo, en el que estaba escrito que yo me comprometía a atender diligencias judiciales. Y si acaso algún policía me capturaba o pedía papeles, yo debía mostrarlo. Durante cinco años no actualizaron mi estatus ni su base de datos y durante cinco años yo mostré ese papelito a los policías que me lo pedían. Pero no, nunca me detuvieron otra vez.
La amnistía que no fue
Incluso ocho años después de haber salido de prisión, se ha mantenido en Colombia una especie de reserva sobre Gaona, y ella misma, reconoce, se autocensuró porque no podía expresar su pensamiento político y porque en la escena literaria “se sentía” que si le habían publicado en otros países era porque había estado en la cárcel y nada más. Y desde entonces ella misma se negaba la oportunidad de pedir asilo en otro país porque pesaba el cargo de narcotráfico.
Entonces, en Colombia, llegó el proceso de paz, lo cual quiere decir que el gobierno abría negociaciones con las FARC.
– Los cuatro implicados en 2016 decidimos cambiar de juez. Los abogados dijeron que debíamos firmar amnistía, pero lo cierto es que se entendía muy poco lo que significaba ese proceso de paz para Colombia. Quienes nos defendían eran los más avezados en comprender que la institución judicial de un país puede ser usada para perseguir opositores, pero no lo entendían del todo. Entonces firmamos amnistía. El fiscal entonces sonrió y dijo “ah, listo, miren que sí, entonces precluye por amnistía”, porque era una figura del proceso de paz- dice Gaona.
El proceso fue archivado en Cartagena y ella creyó que su proceso había terminado. Era 2017 y confiaba todavía en la justicia de su país, en el proceso de paz. Pero la figura de amnistía en Colombia se aplica para combatientes de las FARC y Gaona no era guerrillera. Así, la firma que había realizado no tenía validez y por más que hubiera una orden de terminación, la Fiscalía nunca desactivó el caso y sigue activo, en la etapa de investigación. Si esa Fiscalía ha desestimado la orden de un juez, entonces no hay forma de hacerse para ningún lado.
En 2020 Gaona ganó un premio de poesía que se pagaban a través de un banco nacional, pero esa institución se negaba a abrirle una cuenta para que pudiera depositarse el dinero. Ella fue citada al banco, en octubre de ese año y la gerente le dijo entonces que debía presentar un documento emitido por la Fiscalía.
– ¡Es que usted sabe que se metió en un problema muy grave!- le decía la gerente.
– Y cuando a mí me dijo eso, se me desmoronó el mundo porque yo suponía que ese caso había terminado. Además había sido aceptada para estudiar una maestría en El Paso, Texas, pero no me darían una visa si un banco no podía abrirme una cuenta. No entendía a quién le podía reclamar semejante documento, cómo hablar con la Fiscalía. Sin embargo, pude poner una petición por internet y al llegar la respuesta, el 4 de enero de 2021, me di cuenta de que el proceso estaba activo, pero que además tenía otro proceso aparte.
– ¿Y ese otro proceso por qué era?
– Por terrorismo. Por terrorismo en la etapa en que sí pueden dictar orden de captura nuevamente. Estaba desde 2014.
– ¿Y por qué terrorismo?
– El fiscal nunca respondió. Es el momento que no responde a las demandas de la abogada, que pidió que le dijera por qué terrorismo.
Gaona comenzó a buscar la forma de salir de su país. Para ese momento daba clases en una universidad, pero tuvo que renunciar porque además se atravesó un periodo al que se llamó “estallido social” y ella temió que se desatara una cacería de brujas. Los casos de falsos positivos o de inocentes acusados y encarcelados han aumentado en Colombia desde entonces y Gaona es un ejemplo. Hay estudiantes y líderes sociales apresados acusados de lo mismo que se le imputa a ella porque el gobierno colombiano ha aprendido, con el paso de los años, a deshacerse de esta forma de los incómodos para el sistema. La Fiscalía no es otra cosa que el brazo ejecutor y se encarga de los montajes judiciales.
Como en México.
-En Colombia esos montajes o los “empapelamientos”, como los llaman usualmente, los hacía el ejército. La Fiscalía trabaja en tres frentes: el informe que implica a un líder social, por ejemplo, se fabrica en los batallones. La Fiscalía hace efectivas las órdenes de captura, pero además comparte información con los ejércitos clandestinos que asesinan a los líderes sociales. Por un lado o por otro, está la persecución a los opositores.
Entonces, México
– La verdad es que nadie me creía que yo me iba a ir. ¡Es que nadie me entendía! Ni mi madre ni nadie. Yo compré los pasajes a México en abril de 2021. En marzo había sesionado el Tribunal Permanente de los Pueblos, un tribunal ético que si bien no puede encarcelar a nadie ni juzgarlo penalmente, recibe y estudia informes de casos en todo el mundo. Ese año se iba a “juzgar” al Estado colombiano por genocidio político continuado y extendido. Entonces me invitaron y eso representa un gran orgullo porque además esa invitación decía “poeta”- recuerda Angye.
Gaona, entonces, asistió a la sesión de Bucaramanga, una de las tres que se realizaron en ese país. En esa reunión los investigadores de la universidad presentaron sus informes al Tribunal, que efectivamente se encarga de “identificar y difundir casos de violación sistemática de los derechos fundamentales de la humanidad que no encuentran reconocimiento ni respuesta en las instancias oficiales”, de acuerdo a una descripción realizada por la propia instancia. Así, de acuerdo a esos reportes, hubo en Colombia lo siguiente:
El Informe del Movimiento Nacional de Oposición decía: 300 militantes muertos asesinados.
El Informe de la Unión Patriótica decía: asesinados 4 mil miembros de esa organización.
El Informe del Movimiento a Luchar: 300 asesinados.
El Informe de Marcha Patriótica: 300 asesinados.
Más o menos.
El Tribunal encontró culpable a Colombia por genocidio político extendido desde 1948, por asesinato selectivo de líderes sociales, lo cual sucede actualmente; por montaje judicial o por exilio.
– La Jurisdicción Especial para la Paz a nosotros no nos puso ninguna atención y al paso que va tardará unos 15 años en voltear a vernos. En Colombia nosotros no somos considerados como víctimas Las víctimas de montaje judicial no están contempladas en la Ley de Víctimas.
– Entonces compras los boletos…
– Los compro y llega el día. Siempre temí que activaran la orden de captura. Estábamos en pleno estallido social, en pleno paro. Primero tenía que salir del país, aunque ya había salido antes, esta vez me daba más miedo porque sabía que tenía un proceso en etapa de indagación. ¿Y por qué México? Porque era el único destino que tenía vuelos de bajo costo. Esa es la verdad, y la otra es que no se requería de una visa- cuenta Gaona sobre la víspera de su exilio.
– ¿Te dijeron algo en los aeropuertos?
– Abordamos el avión y salimos -dice entonces su hija adolescente Azalea, que ha estado abrazando todo el tiempo a Taco, un perrito chihuahueño que se le ha acurrucado, y está cubierto con una cobija- y tú estabas muy angustiada, pero la verdad es que pasar por las aduanas nos requirió solamente los trámites normales.
– ¿Dejaste todo?
– Así es. Llegamos a México el 31 de mayo de 2021 -dice Gaona- y el 21 de julio iniciaba yo un proceso de petición de refugio. Yo dejé todo, mi casa, mi familia, mis amigos y solamente pude traer 10 kilos de equipaje y a mi niña, porque no la puedo dejar, pues yo sabía que ya no iba a regresar hasta que se resolviera el problema judicial allá. Y de eso pueden pasar 15 años.
Ella no conocía México y al llegar se presentó ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). Ahí le contó todo a un funcionario, aunque corría el riesgo de que la rechazara. La Comar es una entidad del Estado que determina si una persona califica o no como refugiada.
– Todo lo que he dicho hasta ahora es para eso, para que se sepa que México sí me creyó, sí me entendió. ¡Sí me dio el refugio! ¡Es la primera vez que en once años se hace justicia! No la hizo Colombia, pero sí México porque reconoce en la resolución todos los derechos humanos que me fueron vulnerados, de acuerdo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos- dice ella.
Los derechos que le fueron violados a Gaona, de acuerdo con lo dictado por México, son los siguientes:
El derecho a no ser judicializada arbitrariamente.
El derecho a no ser encarcelada arbitrariamente.
El derecho a la libre expresión.
El derecho a la libre asociación.
El derecho al debido proceso.
Así como el Tribunal Permanente de los Pueblos dijo que en Colombia estaban exterminando opositores, es México el que clarifica a Gaona todas las vulneraciones que ha sufrido.
– El funcionario que me entrevistó en México investigó y citó la campaña a mi favor que se hizo en Colombia, así como la noticia de la Fiscalía en la que informa de mi detención. Esa noticia, que apareció en muchísimos medios, decía que ‘fueron asegurados presuntos miembros de las FARC… entre ellos Angye Gaona, alias Angye Poeta”.
– ¿Fue rápida tu resolución?
– En mi caso sí. México me da el refugio por motivos de la Fracción I de la Ley de Refugiados, en la que se explica que se me ha perseguido por ideas políticas.
– ¿A qué te da derecho esa condición de refugiada?
– A permanecer en México de por vida si así lo deseo. Y trabajar aunque en mi otra condición también podía hacerlo, per la gente no sabe que un visitante, por razones humanitarias, puede trabajar. Tengo los mismos derechos de un mexicano y el derecho de naturalizarme a los dos años de permanencia.
– ¿Lo vas a hacer?
– Sí. Tengo esa opción. Pero el mayor derecho que me da es a no ser extraditada, y en mi caso que tengo problemas con un agente persecutor estatal, eso es lo más importante de inicio.
– ¿Saben en Colombia que te han dado refugio acá?
– No, y yo no he querido contar aún porque me da miedo todo eso. Pero este miedo no puede seguir ya. Es necesario hablar mi caso, decirlo, mostrarlo casi que como ejemplo porque muchos jóvenes que están siendo víctimas de montaje judicial en Colombia pueden hacer lo que hice yo, y deben hacerlo, porque el Estado colombiano, con sus prácticas genocidas y represoras… nunca olvida.
– Es verdad. El Estado nunca olvida.
– Los va a perseguir para siempre. Yo no podía creer lo que me pasaba en 2021, y sí me lo decían desde 2011: “échele tierra, porque nunca va a haber justicia”. Y yo no lo había creído, pero digamos que me hice vieja allá, esperando justicia, ya no quería hacerme más vieja y por eso salí. Yo conté con el Estado mexicano pero sé que se está negando el refugio a personas como yo.
– Si no te hubieran dado el refugio, ¿tendrías que regresar?
– Sí, o irme a otro país. No sé qué operaría.
Lo que ha pasado con Angye Gaona le pasa a cientos de colombianos más desde el estallido social y los paros suscitados en aquel país el año pasado. Hay muchos jóvenes encarcelados en las peores prisiones de Colombia. Cada vez hay más falsos positivos y se comprueba que el Estado colombiano persigue las distintas formas de pensar. Gaona nunca hizo ni siquiera un graffiti pero desde la literatura prestaba un servicio a los grupos sociales vulnerables, así como a las organizaciones políticas y al movimiento social colombiano.
– Eso era lo que yo hacía. Y eso fue condenado y perseguido no solamente de manera judicial sino también de forma moral- dice ella, y entonces sonríe.
Ella, su hija y Taco el perrito chihuahueño sonríen.