7 diciembre, 2024

«Se vienen como 700 monos para acá a hacer la fiesta en grande»

«Se vienen como 700 monos para acá a hacer la fiesta en grande»

Miguel Alvarado: texto. Karen Colín: diseño.

Amatepec, México; 1 de agosto de 2022.

Se ganó fama de invencible cuando vieron que no era fácil matarlo y que sus escapes resultaban imposibles y milagrosos, casi una calca de las películas de narcos. Eso, los corridos que le compusieron cantantes como Jocesito León y su banda y el imperio que fue construyendo a balazos, a fuerza de insistir en sobornos y de ejecuciones, tan violentas como las que se documentan en las guerras le construyeron su imperio, un estado propio, su pequeña nación que como el agua o el mercurio se expande o se contrae de acuerdo a las circunstancias. Aquí en el Triángulo de la Brecha él y su hermano José Alfredo son la ley.

Un día que Jhonny Hurtado Olascoaga -a quien le dicen el Fish, el Pez o el Mojarro- andaba por los parajes de Caja de Agua en Luvianos, uno de los municipios sureños del Triángulo de la Muerte, se encontró con una emboscada. Él y su gente iban en dos camionetas y había elegido la segunda para atravesar aquellos parajes. Entonces, en un punto determinado los tiradores enemigos le marcaron el alto a puro fuego. La camioneta que iba adelante pudo salir de zona de metralla y detenerse más adelante. Pero en la que el Fish estaba se concentraban todos los disparos. Sin pensarlo, abrió la puerta que le quedaba al lado y se arrojó a la tierra. Entonces rodó y se colocó debajo del vehículo mientras sus acompañantes, que no pudieron imitarlo, morían acribillados entre los vidrios que estallaban y se incrustaban en las heridas o los huecos de aquellas mordidas que dejan los AK-47.

El Fish esperó lo que pudo debajo de la camioneta. Cuando vio el momento, rodó entonces hasta el otro lado y como pudo echó a correr. Si le dispararon, ninguna de esas balas era para él. Más adelante encontró la segunda camioneta y en ella escapó.

Esa no fue la única vez que sobrevivió a un ataque así. Jhonny Hurtado Olascoaga y su hermano el Fresas han sobrevivido más de 12 años en el liderazgo de un sicariato que se paga con la vida. Sobre todo el Fish, ha conseguido establecerse como pistolero de altos vuelos, empresario de oro y uranio, democrático extorsionador y ejecutor de rivales sin piedad. Ese camino que recorre, como él mismo dice en un antiguo muro de face que comenzó en 2014 y que abandonó muy poco después, se termina pronto porque “Dios te la vida y también te la quita”.

El 27 de abril de 2014 el Mojarro mató en un enfrentamiento al teniente de corbeta de la Marina, Arturo Uriel Acosta Martínez en el pueblo guerrerense de Liberaltepec, en el municipio de Apaxtla, cuando las fuerzas especiales irrumpieron para llevarse a los Hurtado y a sus sicarios, pero estos se les enfrentaron. Las pérdidas para los hermanos también fueron cuantiosas. Perdieron por unos meses la sede que les deba protección, los marinos mataron a dos de sus pistoleros y debieron emprender una huida por la sierra de Nanchititla y Amatepec, con los marinos pisándoles los talones. Los narcotraficantes llegaban a pueblos como Palmar Chico, en el Estado de México e instalaban sus campamentos en las iglesias. Mientras descansaban, obligaban a los pobladores a alimentarlos y atender a los heridos. Los oteadores siempre estaban delante de la Marina por lo menos por dos horas y los avisos de los movimientos de los militares llegaban a tiempo a los campamentos del Fish y sus hombres, que al recibirlos dejaban todo para trepar a las camionetas y seguir huyendo. Cuando llegaban los marinos, encontraban las iglesias desiertas, los habitantes enmudecidos y los rastros frescos pero de los perseguidos nada. Así y todo los marinos los fueron siguiendo hasta donde pudieron, hasta que les perdieron el rastro o de plano los regresaron.


Este otro escape demostraba que en la tierra del Fish, de quien se dice es originario del municipio de Amatepec, ahí en el Triángulo de la Muerte, sería muy difícil capturarlo. Luego, con el paso de los años esa dificultad se convirtió en otra cosa.

De acuerdo con declaraciones de uno de sus enemigos jurados, el narco de los Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubias, el Fish iba a la capital mexiquense en el helicóptero privado del empresario argentino Carlos Ahumada, dueño de una la mina de Campo Morado, en territorio guerrerense y con quien el narco habría realizado una alianza en torno a la extracción y trasiego de uranio y oro. Allá en Toluca, Jhonny Hurtado entraba como si nada a la Bombonera y veía los partidos de futbol de los diablos rojos. Luego, volvía a su imperio de sierra y minerales y nadie lo molestaba mientras expandía sus rutas y quebrantaba o formaba nuevas alianzas para la Familia Michoacana que oficialmente estaba desarticulada pero en la realidad del sur mexiquense mandaba en los campos, los caminos y los ayuntamientos de los municipios de allá. Y poco a poco se infiltraba en el valle de México y el norte mexiquense, así como en Morelos y Guerrero, hasta Iguala.

La persecución de los marinos sirvió por lo menos para saber que Hurtado Olascoaga era bueno para realizar alianzas. En ese abril de 2014, Arcelia, un municipio de Guerrero, estaba cercada por la Familia Michoacana porque ahí habían asesinado a cuatro funcionarios públicos. Entre ellos se encontraba el director de Tránsito, Mario Uriostegui, a quien los soldados señalaron siempre como suegro del Fish, que ene se entonces era la mano derecha de Leobigildo Arellano Pérez, a quien le decían El Pony. Protegido por el director de Tránsito, el Fish se había instalado en Arcelia hasta que llegaron las fuerzas armadas y tuvo que escapar.

Que Hurtado Olascoaga se acercara a autoridades y las infiltrara ya se sabía. En 2012, a la Secretaría de la Defensa Nacional no le quedaba más remedio que aceptar que la Familia se había infiltrado en el 102 Batallón de Infantería, que estaba acantonado en Tejupilco. Y también tenía que aceptar que había abierto un proceso penal en contra de los militares que trabajaron para los narcos, obligados o no. Quien había logrado esa infiltración o compra de soldados era el Fish, quien por año recibió informes acerca de los movimientos de los “guachos” en la Tierra Caliente mexiquense, entre 2010 y 2011.

Seis soldados, dos subalternos, tres integrantes de la tropa y un ex cabo eran los involucrados. “Conocí a un individuo apodado ‘El Mojarro’ en el poblado de Amatepec durante un encuentro de futbol en esa localidad, en virtud de que ‘El Mojarro’ subsidia a varios equipos de futbol. Inicié una amistad con el mencionado sujeto, el cual me propuso que colaborara con él proporcionándole información de las operaciones militares en que participaba, haciéndome un obsequio de 140 mil pesos, diciéndome que si no podía le consiguiera quién le proporcionara dicha información. Acepté colaborar filtrando información de las operaciones militares, recibiendo la promesa de recibir mensualmente 20 mil pesos por esa r de”, dijo el teniente de Infantería Omar Lugo León en su declaración, de acuerdo con la causa penal 48/2011 del Juzgado Quinto Militar de la Primera Región.

– Ahora, lo que se ve en el sur del Estado de México es que la Marina trabaja para el Cártel de Jalisco Nueva Generación- señalan habitantes de Tenancingo, un municipio del Edoméx que ahora funciona como la puerta hacia el Triángulo de la Brecha, pero esto es algo que no puede comprobarse. Hace dos meses, las fuerzas militares anunciaban el arribo del Jalisco Nueva Generación al Triángulo de la Muerte, pero ninguna corporación de seguridad civil o castrense activó algún operativo. Simplemente los dejaron pasar. Desde entonces, a la Familia Michoacana no le ha ido como antes. Primero, la ejecución de Medardo Hernández, a quien le decían El 100 y tercero en el mando de la FM, hizo creer que los de Jalisco estaban atacando la estructura del Fish. Luego se supo que había sido la propia Familia la que había ejecutado a su líder.


Una guerra en contra de la Fiscalía del Estado de México que si bien no ha arrojado jefes detenidos, ha debilitado a los sicarios, que por fin se vieron amenazados de manera directa en el pueblo en el que ahora viven, Tlalchapa, a unos kilómetros de la guerrerense Ciudad Altamirano.

Pero este operativo, en el que iban “unos 700 monos” contra ellos, de acuerdo a un audio que los narcos difundieron en redes sociales, el 28 de julio de 2022.

Antes de eso, otro escape del Fish lo ubica el 30 de junio de 2014 en una bodega de San Pedro Limón, en Tlatlaya, Estado de México. De acuerdo a la versión que al final se aceptó como válida, una patrulla del ejército compuesta por militares del mismo 102 Batallón de Infantería que dos años antes había sido infiltrado, llegó a esas bodegas y fue recibido a tiros por una célula de narcos. El ejército abrió fuego y mató a 22 personas. Una investigación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos reveló que un hombre pudo escapar cuando el fuego comenzaba. Se trataba de un hombre que salió de la bodega y ningún soldado le tiró. Una camioneta lo esperaba en una vereda, trepó y escapó. Apenas un militar lo siguió a pie unos metros. Habitantes del pueblo han dicho que ese hombre era el Fish, quien había puesto a las personas acribilladas en ese lugar, entre las que había defensores contra las minas canadienses.

Ahora, el 28 de julio de 2022, las fuerzas armadas ni siquiera pudieron acercarse a la casa de los hermanos Hurtado Olascoaga, que supieron de inmediato que “unos 700 menos” se dirigían por ellos para capturarlos.

“Es como una indicación, amigos, que vayan ahí a Palos Altos a la gas para retener la fiestecita porque ya se viene de volada […] Se viene una fiestecita grande, se vienen como 700 monos para acá a hacer la fiesta en grande”, decía la grabación que movilizó a las 5 de la mañana a taxistas locales y pobladores a bloquear tres pasos carreteros en tanto el Fish se preparaba para huir. Y eso pasó. El día transcurrió sin que los soldados ni el operativo llegaran. Mejor los taxistas recibieron la orden de abrir el paso durante el día y retirarse de manera definitiva cerca de las 10 de la noche.

La anunciada captura de los Hurtado no se concretó y “los 700 monos” no llegaron. Los hermanos de la Familia resultaron, una vez más, mejores estrategas y demostraron que dominan poblaciones enteras en Guerrero y el Estado de México. Una vez más, lo único que se obtuvo en claro fue una relación narco-política en el municipio de Tlalchapa, pues testimonios de habitantes señalaron que esa región está controlada por la familia Mora Eguiluz, en realidad un matriarcado que ha conservado el poder político por años y a la que se señala de mantener una alianza con la Familia Michoacana desde hace 18 años. La más joven, Celeste Mora, contendió por Morena para una diputación estatal. Su suplente era su familiar, Tania Mora Eguiluz. Hoy, en el gobierno de Evelyn Salgado, Celeste ocupa la dirección de la Secretaría de los Migrantes y Asuntos Internacionales.

Los hermanos Hurtado Olascoaga, el Fish y el Fresas, no son capos menores como lo dijeron en noticieros nacionales el día del fallido operativo contra ellos. Representan la fuerza viva del narco en el Triángulo de la Brecha y ahora una oposición a la Fiscalía del Estado de México, con la que no habían tenido dificultades sino hasta hace tres años.

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