Miguel Alvarado: texto. Ramsés Mercado: imagen.
Toluca, México; 14 de enero de 2023
Caminaron desde el centro hasta Autopan. Pasaron la laguna de Palmillas y se detuvieron un rato a descansar. Ahí vieron a los pelícanos blancos que ahora viven en ese estanque, podrido de basura y aceite. Son cerca de las cuatro de la tarde y se quedaron viéndolos hasta que una de ellas sacó su bandera de Morena, la desenrolló y dejó que el aire la desarrugara antes de volver a doblarla para ponerla en su bolsa. Se pusieron de nuevo los sombreros y las 14 personas que eran, entre adultas y niñas, emprendieron camino de nuevo.
-Venimos del centro- dice Érica, en tanto se echaba al hombro un itacate con los restos de la comida que llevaron- pero vamos a ir muchas veces porque ya nos dijeron que hay que ir a apoyar a la candidata. Ahorita fuimos con la de Morena pero luego vamos con la del PRI.
Ella es otomí y vive en San Pablo Autopan, en la zona más pobre de Toluca. Y aquí las fuerzas políticas trabajan para todos los partidos políticos. No importa cuál sea, si pagan y además les ordenan ir. Los operadores políticos son los mismos para todos. Se trata de familias enteras metidas en el trabajo del acarreo y mientras unos lo hacen para el PRI otros se avienen con Morena.
-A poco te pagaron por ir…
-Pues ahorita no, es que apenas empieza y dicen que no tienen. Pero dijeron que 500 pesos. También los del PRI nos dan lo mismo. Ni modo de no ir. Nos apuntamos en las listas de los que trabajan en la delegación.
– ¿Y si fuera el PAN?
– Pues también. Pero ora son dos nomás.
– ¿Y por quién van a votar al final?
– No nos han dicho.
Los pelícanos nadan ahora hacia el centro de la laguna. Ya a esta orilla no van a volver.
“Está cerca el fin de una larga noche. Pronto amanecerá en el Edoméx”, les dijo Delfina Gómez hace unas horas, cuando inició la precampaña del 2023. Ella quiere ser gobernadora. Y las otomíes que caminaron hasta allá y que ahora regresan a sus casas, nada más quieren que les paguen.
II
Temprano llegaron al centro. Los vendedores de recuerdos están aquí antes que todos porque deben montar sus carpas o tender sus cosas. Ya les dieron chance porque además traen casi todos cosas con los logos de Morena. Hay chamarras y llaveros, pero lo que más llama la atención son los muñecos dientones que parecen sonreírles a todos. Los muñecos parecen buena onda, pero aunque son los más llamativos, no a todos les gustan.
-Esta es la Delfis- dice la vendedora, que viene desde la CDMX hasta acá para tratar de vender sus cosas- y como se dan cuenta es la muñeca de la maestra Delfina, que está aquí junto al Amlito, con su guayabera muy casual. Tenemos este otro que está más formalón, con su chamarra guinda de Morena.
Y así es como los vende, porque el centro de Toluca es hoy un gran mercado electoral en el que los recuerdos cuentan mucho para pertenecer. Van llegando algunos contingentes, que medio marchan y medio gritan porque hace frío. Este es uno de los inviernos más fríos en la capital del Estado de México, aunque al rato el sol caerá con toda su fuerza sobre la maestra Delfina, que deberá aguantarse, como lo hizo hace seis años, cuando el priista Alfredo del Mazo la derrotó por dos unas y media. Hoy, Morena cree que esta elección es digna de que se le llame la Batalla Maestra y si es una guerra, entonces todo cuenta porque todo sumará o lo contrario cuando se trate de ir a votar.
Mientras, la priista Alejandra del Moral formalizaba la alianza priista con el PAN y el PRD para ir en bloque contra la preferida del presidente Andrés Manuel López Obrador. AMLO ha dicho que siente “perdida” electoralmente a la Ciudad de México porque las campañas en contra de los suyos han surtido efecto en los medios de comunicación. Lo dijo como un reclamo. No, como un lamento, pero también porque es el momento de la definición y cualquier palabra puede ser entendida como música. O como estridencia, incluso como silencio. Por eso, que los símbolos de Morena pata la Batalla Maestra sean Delfi y Amlito preocupa a muchos, que saben que no es lo mismo una elección en Coahuila que en el Estado de México.
Delfina Gómez aventaja con 20 puntos a Alejandra del Moral y ya se verá si pueden revertirse.
III
Se trata de un mitin político más, al estilo de los que el PRI ha realizado durante décadas. Delfina Gómez dice que se terminará la centuria de la noche y aunque no lo pronuncia, deja la idea de que ella representa al sol, a la luz, a la nueva vida.
Las delfinas y los amlitos cuestan 50 pesos y en esta reunión de arranque se convierten en el fondo y la forma de lo símbolos de una izquierda que ha militarizado al país con el mismo ejército que se ha encargado de masacrar a la población en los años anteriores. Que los soldados se hagan cargo de la seguridad pública en México no parece preocuparle a nadie en la izquierda y esa militancia, que se ha vuelto rancia y prepotente, se alinea a lo que diga AMLO respecto a ese y otros temas.
Pero Delfina no es la misma que hace seis años. Ahora es una mujer segura de sí, que no se traba cuando habla ante la multitud, que sabe recomponer si sus propias palabras la traicionan, que por lo menos contiene el temblor que antes le ocasionaban estos actos. Porque, ¿quién quiere el poder en una entidad como ésta? ¿Alguien que lo usara para beneficio de todos? Esa es una entelequia que no ha fructificado, una forma sin fondo o viceversa que todos los candidatos y políticos usan para poder transitar por sus propios intereses vestidos como aquel emperador que había mandado hacer un traje de hilo invisible.
Así que los de Morenas han contado a 10 mil militantes y simpatizantes y así lo escribe en su boletín de prensa, el cual señala que el discurso de Delfina ha sido emotivo, aunque nadie explique por qué, pues eso sí, nadie lloró cuando la maestra hablaba, ni cuando llegaron sus ayudantes, Horacio Duarte, Higinio Martínez, Mario Delgado, Óscar González y Pepe Couttolenc. De estos dos últimos, nadie esperaba verlos de nuevo en una tarima, aplaudidos por el respetable porque si los representantes de los partidos multitudinarios representan muy pocos, estos dos, del PT y del PVEM, son tan minúsculos como el porcentaje electoral que se les calcula.
“El amor al pueblo nos une y para mí significa conocer su sufrimiento, crear soluciones a sus problemas reales y no desde un escritorio. Amar al pueblo es luchar contra la injusticia y garantizar el bienestar que por décadas se le ha negado […] Este año recibirán una inolvidable lección de dignidad quienes están unidos por seguirse repartiendo privilegios y robar. Porque si algo tenemos los mexiquenses es dignidad y nadie nos la va a comprar”, dijo Delfina, sosteniendo firmemente el micrófono y mirando de frente, hacia alguna parte pero así.
Luego, fue aplaudida y entre quienes lo hacían estaban las 14 otomíes que acomodaban sus sombreros para que no les pasara lo que a la candidata. Al rato, los titulares de los medios dirán que la larga noche de los 100 años llegará a su fin, y que Morena y la maestra representan la esperanza largamente anhelada de que algo cambie. Pero sabemos que la política en México es una estafa, y que las opciones realmente son nulas. En unos días la guerra de lodo y mojones salpicarán a todos los involucrados, con razón o sin ella, pero la larga de lista de agravios que ha sufrido la población seguirá tan vigente como con Montiel, con peña, con Eruviel y con Del Mazo.