Lía Ramírez: texto e imágenes
Toluca, México; 5 de febrero de 2023
A sus 85 años Delfina Careaga –dramaturga, pianista, narradora, guionista– es una mujer sonriente, alegre y profundamente inteligente; dueña de un sarcasmo fino que sólo las mentes ágiles tienen; es simpática y natural; pero éstas no son las únicas razones por las que, cuando sus amigos se enteraron de que en la Secretaría de Cultura dejaron de pagarle, comenzaron una campaña para solicitar lo que, dicen, mínimamente se merece: una plaza que le permita vivir con dignidad.
Fue apenas en marzo del año pasado que la Universidad Autónoma del Estado de México le rindió un homenaje y, en 2018, que durante la Feria Internacional del Libro del Estado de México organizada por la Secretaría de Cultura mexiquense, también fue homenajeada por su trabajo y su aportación a la cultura mexiquense. Así, en el discurso, la dramaturga ganadora del Ariel de Plata en 1980 por mejor guion de cine, se dijo, merece reconocimiento.
Ajena a las distinciones, la vida cotidiana de Delfina Careaga transcurre en su departamento de la colonia Américas en Toluca. En esa vida ella debe pagar renta, alimentos, servicios, médicos y medicinas, además del salario de Patricia, la mujer que se encarga de sus cuidados y quien busca paliar, como puede, las molestias que le causan a la maestra la fibromialgia, la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica y otros padecimientos.
La vida de Delfina incluye pagos y gastos, pero también visitas de amigos, tardes de piano y lectura; escritura disciplinada de ensayos y textos relacionados con diversos temas, escritos resultado de –menciona el director teatral Víctor Nava en una publicación de La Colmena– “una vida de lecturas y un oficio bien forjado [que] da cuenta de una sensibilidad artístico-escénica”.
Luego de una juventud y adultez creativa que le ha valido a Delfina Careaga el Premio Nacional de Teatro “Emilio Carballido” y la Presea “Sor Juana Inés de la Cruz”, entre otros reconocimientos, la dramaturga ha realizado distintos trabajos, uno de los últimos en el Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, donde hacía corrección de estilo, sin embargo, cuando el Consejo fue absorbido por la Secretaría de Cultura, ella se mantuvo con un contrato como tallerista, cuyo pago fue interrumpido en la segunda quincena de diciembre de 2022.
En un documento fechado el 10 de enero y firmado por el coordinador administrativo de la Secretaría de Cultura, se exhortó a Delfina a presentar la declaración de conclusión del cargo; desde el 15 de diciembre hasta la fecha de escritura de este texto, Delfina Careaga dejó de percibir su salario, por lo que se generó un movimiento espontáneo por parte de amigos, actores, artistas plásticos, entre otros trabajadores de la cultura, para solicitar a las autoridades “una plaza permanente, digna de su mérito, que le permita jubilarse […] o una plaza emérita para que continúe creando y compartiendo su obra, su rico bagaje literario y su larga experiencia cultural…”.
Un movimiento espontáneo
Esta petición, contenida en una carta pública, no sólo fue difundida por redes sociales sino que fue entregada al gobernador mexiquense Alfredo del Mazo, y a la secretaria de Cultura, Marcela González Salas, pero además de ello, dicen los amigos de Delfina, por solidaridad humana y por el reconocimiento “de que lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano”, el grupo reiteró –en conferencia de prensa llevada a cabo el fin de semana pasado– la petición del otorgamiento de esta pensión, plaza, o figura que le dé certeza económica a Delfina.
En el Centro Toluqueño de Escritores, poetas como Blanca Aurora Mondragón y Benjamín Araujo; gestores culturales como Emma Aguilar y Juan Hinojosa, y artistas y amigos e involucrados con el quehacer cultural mexiquense como Víctor Nava, Angélica Valero y Jeanne Enríquez externaron su solidaridad con la escritora. Desde una sesión remota, otros gestores y amigos como Macarena Huicochea y Laura López anunciaron también que, como una forma de dar a conocer el trabajo de la guionista, se realizarán jornadas culturales para hablar de su obra. Próximamente se dará a conocer la programación y las fechas.
Delfina participó en la conferencia de prensa, vía remota, con un breve discurso en el que hizo cuatro declaraciones, en sus palabras: “patentizar mi profunda gratitud a las instituciones del Estado de México, que hace cuarenta años me recibieron generosas otorgándome un noble trabajo que he realizado con gusto desde entonces.
”La tercera es que a nombre de la fraternidad con la que hemos convivido ciudad, estado y persona, se me otorgue a mis 85 años de vida, el legítimo derecho de tener una pensión vitalicia (beca, llámesele como se quiera), para garantizar la dignidad que tuve en vida y con la que me es imprescindible continuar.
”Y la cuarta, en conclusión, se refiere al trabajo y a los logros que con honradez gané; y en nombre de éstos, exhortar a dichas instituciones para esperar de ellas una justa emulación”.
En el agradecimiento posterior a estas declaraciones, Delfina Careaga desde la pantalla tocó un punto neurálgico, dijo: “¡La vida me da su última lección!: ¡el humano también es un ser de alma cabal y distinguida!… Ustedes lo están demostrando en un petición limpia, honrosa y justa, no sólo por solucionar la situación laboral de una amiga, sino porque en su pedimento cabemos todos aquellos que estamos indefensos».
“En su pedimento cabemos todos”
La situación precaria que vive la escritora, afincada en Toluca desde hace varias décadas, se agudiza por su edad y sus padecimientos, sin embargo, es la misma que ha vivido de un tiempo atrás, lo mismo que muchos artistas que han dedicado su vida a la cultura estatal y que sobreviven con condiciones precarias de trabajo y dividiendo su tiempo en multiactividades que no generan la posibilidad de obtener una pensión y, mucho menos, seguridad social.
En el reportaje “La precariedad laboral en la cultura en México”, de Daniel Melchor, publicado en Nexos en 2018 se habla de esta situación “Buena parte de los trabajadores del Estado que laboran en las dependencias culturales son contratados según el Capítulo 3000, lo cual quiere decir que no tienen derecho a prestaciones básicas. Por si fuera poco, el gobierno tarda meses en pagarles”. Con este esquema quienes realizan la labor no son reconocidos como trabajadores ni de las dependencias ni de las instituciones, este es el esquema en que cientos de “prestadores de servicios” se desempeñan en el Estado de México.
Un caso: una punta de lanza
Aunque luego de entregarse el oficio y anunciarse la fecha de la conferencia de prensa, el recién nombrado titular de Patrimonio y Servicios Culturales, Juan Carlos Muciño, se puso en contacto con Delfina Careaga para decirle que la suspensión del contrato había sido un malentendido y no se trataba de una cancelación sino de una suspensión, el grupo de amigos mantiene la petición de una pensión digna para Delfina, puesto que los contratos que no le dan antigüedad ni derechos ni un sueldo digno sería “una propuesta superflua o aleatoria que no resolvería la problemática”.
Durante la conferencia de prensa, Juan Hinojosa respondió, ante pregunta expresa, que aunque éste no es un grupo que nació con la intención de observar otras situaciones parecidas al de Delfina puede ser punta de lanza para evidenciar otros casos; Benjamín Araujo mencionó que se solicita una plaza emérita que aunque no exista como figura sería un precedente histórico importantísimo y que es posible siempre que haya voluntad política.
Blanca Aurora Mondragón añadió que el caso de Delfina es especial por su condición, además de que trabaja desde 2008 como tallerista y trabajado en otras instancias dejando constancia de su labor; esta situación dijo es un precedente para que los artistas tengan “la cabeza en el cielo pero los pies en la tierra”; finalmente, Angélica Valero dijo que es importante tomar esta ocasión para visibilizar una situación que ocurre con los creadores, que es la de que cuando puede aspirar a tener una plaza, ésta es distinta a su labor de creador, además de que la parte artística en los momentos de crisis económica es la más golpeada, lo que sucede hoy con Delfina Careaga no debiera estar ocurriendo.
Las necesidades impostergables
Mientras esto ocurre, las necesidades de Delfina Careaga continúan, junto con la incertidumbre de un contrato por tiempo determinado interrumpido, los pagos destinado a sus medicamentos y al salario de su cuidadora, quien de su pago cubre honorarios médicos porque hasta este fin de semana la salud de la maestra, sujeto de homenajes y discursos, es tan precaria como sus condiciones económicas.
Para los amigos de Delfina las razones por las que ella requiere una plaza, estímulo, pensión –o cualquiera que sea la figura– que le garantice una vida digna sobran, entre ellas la trascendencia de su trabajo y su aportación a la vida cultura del Estado de México.