13 noviembre, 2025

Columna literaria Post It

Columna literaria Post It

Daniela Albarrán

Hace unos días releía “Una habitación propia” de Virgina Woolf en el que, en otras cosas, habla sobre las dificultades de que una mujer escriba, sea leída y que, además publique sus obras; pues el sistema social, familiar y económico, pareciera que está hecho para que las mujeres hagamos mil cosas en el hogar, pero nada en el plano intelectual.

Las obligaciones del hogar, que por desgracia, en muchos casos no son compartidas y que solo le “corresponden” a las mujeres, provocan que a nosotras nos cueste más trabajo dedicarnos a la lectura por placer, y a la escritura por amor; y eso no fue diferente para la escritora toluqueña Carmen Rosenzweig (1925-2010) a quien conocí porque me la recomendó el escritor Alonso Guzmán.

No pienso ahondar en su vida porque creo que cuando ella vivió se centró mucho más en ser madre y sobrevivir, que en su escritura, es por eso que hoy vengo a hablarles de su novela 1956 y lo primero que puedo decir es que NUNCA había leído nada parecido.

El amor: es devoción, los ojos cerrados, la tierna locura, la lágrima, la esperanza. La esperanza reventada, una forma ilógica de amar. El amor es infinito trasciendo lo humano, amor brizna de los dioses. Locura (16).

Es difícil precisar de qué va el libro, porque habla de algo muy sencillo: la muerte del padre. Pero hablar de algo tan vital, requiere de mucho valor, pues efectivamente, cuando lo escribió su padre había fallecido, y de cierta forma esta novela lírica es una especie de secuencia, de diario, de desahogo de todas esas cosas que ella sintió y vivió en el transcurso de la muerte de su padre.

Padre mío, límpiame estas lágrimas, tan gruesas, que me caben dentro, sé que tienes la muerte y que no lo sabes y que no la quieres .
¿Qué tiene de sustancial la muerte de un padre si todos, en algún punto han sufrido o padecerán ese dolor o ese alivio? Esa es la riqueza de 1961. Carmen atestigua como su padre se va evaporando, se va afantasmando, pero en ese transcurso, divaga sobre lo que es el amor, el odio, la relación con su padre y en general, sobre la escritura y la vida.

Cuando digo que nunca había leído algo como ella es que su apuesta es muy diferente a la literatura que se ha escrito en Toluca, y mucho más, pensando en el contexto que ella escribió y vivió. Su prosa es distinta, juega con las palabras, pero sobre todo reinventa una sintaxis muy avanzada para su época, porque ni siquiera hoy hay escritores que se atreven a romperla de esa forma tan contundente, y tan lírica al mismo tiempo.

Leer a Carmen Rosenzweig es leer prosa, poesía, ensayo, paratextos y memoria al mismo tiempo, pero también es rescatarla del olvido en el que se le ha enterrado, como a muchas otras escritoras porque el mundo no estaba preparado para su escritura; es por eso que insto a que la lean, porque no se van a arrepentir.

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