Daniela Albarrán
Toluca, México; 12 de julio de 2020. Nunca había sido tan consciente de la importancia de leer a mis contemporáneos hasta que comencé a hacerlo. Debo confesar que, durante mucho tiempo, la mayoría de los libros que leía eran novelas decimonónicas, y me costaba muchísimo trabajo leer a gente joven, mucho menos escritores vivos.
Murakami, en “Tokio Blues” menciona que después de 30 años de fallecido es tiempo de leer a un escritor, es decir, puro muerto; yo no solo me quedaba con la regla de los treinta años, sino que, generalmente, la literatura que solía consumir era del siglo XIX y XX. Ahora leo muchísimo más del siglo xx, y si conozco a los autores, mejor.
Se dice muchas veces que el tiempo es lo que le dará la calidad a un escritor, o si es que seguirá siendo leído, sin embargo, yo creo que también es importante leer a los autores que están escribiendo en este momento, porque ellos escriben de lo que estamos viviendo, y, aunque es ficción, la mejor manera de entender la realidad que nos rodea es desde la lectura.
Con esto no digo que no se deban leer literatura decimonónica, de hecho, creo que no debemos aventurarnos a leer contemporáneos sin antes tener una sólida base de literatura clásica, porque si conocemos las bases, podemos apreciar mucho más a los escritores que en este momento están produciendo literatura.
on leer a las personas que tienen nuestra edad, o que incluso conocemos, podemos comprendernos a nosotros mismos, pues ellos, desde una perspectiva, tal vez parecida a la nuestra, nos enseñan otra forma de ser y de existir.
Muchos lectores, desde una postura arrogante, podrían (yo me incluía en esos) decir que leer a los jóvenes, a los que aún están vivos implicaría desperdiciar tiempo preciado que se podría aprovechar para leer literatura de “calidad”, entendiendo que la calidad la otorga la supervivencia del tiempo.
Creo que es una postura completamente errada; al contrario, leernos a nosotros mismos, no solo es apoyar la literatura que se está escribiendo en este momento, sino también es una forma de revelarse contra el sistema literario, contra el canon, contra todos aquellos que nos han dicho qué y cómo leer(nos).
Vivimos tiempos convulsos, de cambios radicales y como lectores, debemos también tomar posturas radicales frente a la literatura que consumimos; leer literatura contemporánea es rebelarnos a todo lo que nos han enseñado que es y qué debe ser literatura. Rebelarnos al tiempo que nos impone cánones caducos, pero, sobre todo, leer a nuestros contemporáneos, leer escritores y escritoras vivas, leernos y escribirnos, es, hoy más que nunca un acto revolucionario.