Daniela Albarrán
Me gusta mucho la idea de habitar las ciudades, caminar sus calles, aprendernos los atajos cotidianos para llegar a uno u otro sitio, tener los lugares favoritos a los que vamos con los amigos; habitarlas era algo tan cotidiano que en realidad nunca nos habíamos puesto a pensar qué pasaría si de pronto nos viéramos obligado a deshabitarlas.
Lo que ha provocado la crisis sanitaria que estamos viviendo en la época actual es eso, aprender a deshabitarlas, dejar de lado algo tan placentero como caminar una calle a lado de tu perro o de cualquier otra persona, e incluso solo. Ahora estamos desaprendiendo incluso a caminar porque nos hemos visto obligados a estar sentados todo el día, ya no en una oficina sino en nuestra propia casa, una especie de arresto domiciliario.
Las ciudades que habitamos están hechas de una arquitectura que nos permite palpar y ver los edificios, las casas y todas las construcciones que hacen en conjunto la urbe; lo cual me lleva a pensar en un libro que se llama “I-Polis. Ciudades en la era del internet” de Susana Finquelievich; en ese libro se postula la idea de ¿Cómo serían las ciudades en internet?
Años atrás e incluso antes de marzo, no podíamos concebir ciudades en internet, o peor aún, el internet como ciudad, pero ahora es todo lo contrario, porque la ciudad que habitamos afuera, en el exterior se ha ido desdibujando, pues las calles, los cafés, los supermercados que en ocasiones eran puntos de encuentro con otras personas, pero ahora eso ya es pasado.
Ahora tenemos que pensar en rehabitar las ciudades modernas, es decir, el internet, el ciberespacio, que, en la obra anteriormente mencionada, la autora explica que el ciberespacio también tiene su propia arquitectura.
Otra de las cosas que hacíamos tan cotidianamente era hacer el súper, o salir a comprar algo a la tienda, ahora todo es distinto, pues muchas empresas han comenzado a cerrar sus negocios y vender desde una posición remota, incluso, las grandes empresas ya no utilizarán sus edificios porque sus empleados están haciendo teletrabajo lo cual hace que nos alejemos de las calles, de la ciudad y de alguna forma, un alejamiento del mundo.
Deshabitar las ciudades implica también re habitarlas de otra forma, y es justamente lo que estamos haciendo: construir otro tipo de ciudades, tal vez más amigables, ojalá más justas, esperemos, mucho más habitables en un futuro.