25 enero, 2025

Recuerda Texcapilla a sus héroes y llora por los habitantes desaparecidos

Recuerda Texcapilla a sus héroes y llora por los habitantes desaparecidos

Texcapilla, México; 8 de diciembre de 2024

Miguel Alvarado

Aquí en el reluciente campo de futbol, enjoyado como la gema de una esmeralda, el pueblo de Texcapilla le dio rango de héroes a los cuatro habitantes que hace un año se enfrentaron a sicarios de la Familia Michoacana que los extorsionaban y sometían. Aquí en la cancha, que hace un año era un potrero de tierra y fango, el pueblo tomó la justicia en sus manos y ejecutó a los matones de Rigoberto de la Sancha Santillán, conocido también como Juan Carlos Garduño Martínez, a quien le decían el Payaso, apodo ridículo que no por eso evitaba secuestros y asesinatos en Texcaltitlán, uno de los municipios dominados por el cártel de la Familia Michoacana. El Payaso era empleado de los verdaderos jefes de la tierra de nadie que es el Triángulo de Muerte, convertida en eso por Jhonny, Alfredo y Ubaldo Hurtado Olascoaga, los hermanos que han enfrentado el embate de otros grupos y que han sabido negociar con los gobiernos priistas y morenistas para que su persecución sea apenas un asunto de ocurrencias y poca importancia. Protegidos, los Hurtado Olascoaga se han ido extendiendo por el Estado de México porque nadie les pone un alto definitivo. Nadie lo ha hecho. O casi nadie, porque en el caserío de Texcapilla las cosas resultaron distintas.

Esa vez, el 8 de diciembre de 2023, el Payaso y sus sicarios habían llegado al pueblo para cobrar la extorsión acostumbrada, sólo que ahora el monto sería más de lo estipulado. Los habitantes pidieron unas horas para ponerse de acuerdo, pero llegado el momento del pago se rebelaron. Sin ayuda de ninguna autoridad, enfrentaron en la cancha de futbol a los narcotraficantes y los masacraron. Mataron en defensa propia, como se ve en los videos que los propios pobladores pudieron grabar y ahí quedaron los cuerpos golpeados, los rostros congelados como máscaras de la muerte que conservaron para siempre el rictus de la sorpresa y la derrota de los sicarios, que portaban armas de alto poder y que no pudieron accionar en contra de los sublevados.

Murieron diez criminales, pero también cuatro de los habitantes: Noé Olivares Alpízar, Jorge Rojas Calixto, Emigdio Esquivel Escobar y Rodolfo Rojas Calixto, cuyos nombres fuero inscritos en una placa “en memoria de los ciudadanos caídos en Texcapilla, Texcaltitlán, México, el 8 de diciembre del 2023”, que además dice “Es mejor morir de pie que vivir arrodillado”, que se le atribuye a Emiliano Zapata y que el pueblo ha hecho suya para explicar, para explicarse los sucesos de hace un año, cuando derrotaron a las huestes siniestras del Payaso, un hombre gordo, decididamente obeso, de tez blanca que tenía a un grupo de esclavos, secuestrados y encerrados en casas de seguridad, para que lo sirvieran a él a y a sus pistoleros.

Los habitantes de Texcapilla organizaron una misa y una cabalgata en la que llevaron coronas de flores y fotos de tamaño mural de los héroes del pueblo. El homenaje estuvo vigilado por policías estatales, porque algunos de los habitantes que huyeron después de aquella guerra volvieron, llorando, a su tierra natal cargando fotos o algún recuerdo de los caídos.

-Dieron la vida. Uno de los caídos era la pareja de mi mamá y para mí fue, fueron unos héroes porque dieron la vida por el pueblo. Ha sido muy difícil para mi mamá y no la quiero dejar aquí. Yo vivo en la ciudad y no la voy a dejar aquí porque si yo la dejo el día de mañana va a morir y nadie la va a ver. Por lo menos aquí conmigo está un ratito. Yo no puedo darle dinero, pero sí amor y le digo que a lo mejor come solo frijoles, pero sola no está- dice una mujer sin poder contener el llanto, que acompaña a su madre, la viuda de uno de los habitantes asesinados. Considera que la memoria de los héroes del pueblo se ha honrado, pero ella y su madre han perdido comunicación con la gente porque después del enfrentamiento se fueron de Texcapilla. Ahora han venido por unas horas para formar parte del homenaje.

Otra de las viudas, la esposa de Noé Olivares, señala que al gobierno le han exigido seguridad permanente para el pueblo y sobre todo para los niños porque lo que han pasado ha afectado a toda la comunidad. Dice que se han reunido con la gobernadora Delfina Gómez porque necesitan sentirse un pueblo libre. Sin embargo, Texcapilla no está completo. Faltan evidentemente los muertos, pero también hay vecinos que fueron reportados como desaparecidos después del enfrentamiento. No se ha esclarecido si fueron realmente secuestrados o decidieron alejarse sin decir a nadie acerca de su paradero. Hoy mismo, faltan ocho personas de las que nada se sabe.

-No los hemos visto desde ese año y tenemos la fe en que se haga algo para encontrar a estas personas que hacen falta. Tenemos que reconocer que el gobierno no nos ha dejado desde ese día- dice la viuda, que tampoco ha dejado de llorar. Esta ha sido una jornada que a todos ha arrancado lágrimas y todavía un velo de miedo y de tristeza envuelve al pueblo y a su cancha como una niebla que se niega a despejarse.

Después, un minuto de aplausos cerró las actividades de este día. Mujeres y niñas llevaron ramos de flores que depositaron ante la placa y las fotos de los cuatro habitantes que dieron la vida por su comunidad. A un año de aquella tragedia, Texcapilla sigue siendo un pueblo roto, todavía incapaz de reponerse, pero ha encontrado en la voluntad de su comunidad la fuerza para seguir intentándolo. Texcapilla es apenas un ejemplo de lo que sucede desde años en otros pueblos del Estado de México sometidos por la Familia Michoacana y por el Cártel de Jalisco Nueva Generación.

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