20 noviembre, 2025

Miled: historia de una fisura

Miguel Alvarado

Toluca, México; 23 de junio de 2020. El temblor de esta mañana eclipsó por unas horas la permanente alerta en la que se vive desde hace tres meses por la presencia del coronavirus. Bastaron poco menos de dos minutos para que se reafirmara la fragilidad de la sociedad, lo desprotegida, necia e ignorante que resulta. El progreso, cuyos factores que lo miden olvidan que los beneficios derivados de aquello no llegan a la mayoría, no sirve de nada ante un terremoto, como se ha demostrado a lo largo de la historia del ser humano y del país. Que se construye en una laguna, que se extrae el agua del subsuelo, que se contamina sin remedio y se cambia el aspecto original de los paisajes, resulta algo tan manido que se deja de lado durante el día a día, hasta que algo hace que lo volvamos a recordar.

En Metepec un edifico eterno y gigantesco se fracturó. Su dueño es uno de los miembros de la familia Libién, que en Toluca es sinónimo de corrupción, aunque también es injusto decir que así son todos los que la componen. Se trata de algunos, que son identificados hace años como dueños del poder gangsteril en Toluca. El edificio en cuestión está en la avenida Leona Vicario de aquel municipio y aunque siempre ha estado cerrado al público, adentro hay un enorme complejo que alberga un boliche de superlujo, lo cual fue comprobado por reporteros que entraron al lugar, hace pocos, y lo vieron. Ya se habían emitido denuncias que señalaban la organización de peleas de perros en las entrañas de ese lugar, por otra parte una construcción que lleva toda una carga simbólica.

El dueño se llama Miled Libién y es la encarnación de un personaje de novela, el don Corleone de la capital del Estado de México, dueño de una radiodifusora a la que bautizó con su nombre y de algunos periódicos que como pasquines funcionan todavía muy bien. Él y su hermano, Naim Libien Kaui, son parte de las historias negras de la ciudad, de pistoleros y mafia que en contubernio con gobernadores y alcaldes han logrado fortunas a expensas de otros.

Don Miled, como le dicen sus empleados, solía pasear por las calles de Toluca en su Mercedes-Benz negro, seguido de escoltas que disfrutaban de sus minutos de impunidad. Los relatos que vinculan a don Miled con todo tipo de violencia las conoce toda la ciudad y son ciertos. Incluso, uno de sus hijos fue asesinado en una balacera en las instalaciones de su radiodifusora y su mausoleo, en el Panteón General de la Ciudad, da fe de ello.

Y es que Miled todo lo construye igual. La última morada de su hijo se parece al edificio misterioso de Metepec, pero también a por lo menos otra decena que hay en la ciudad y que también son suyos. Se trata de estacionamientos y cascarones sin ninguna utilidad que se levantan como lo haría un cadáver si pudiera.

Naim, el hermano de Miled, también tiene historia. En septiembre de 2016 fue detenido por defraudación fiscal pero también por sus nexos con el Cártel de Jalisco Nueva Generación y con Los Cuinis, una violenta célula de estos, como señaló la Oficina para el Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Naim es dueño de los diarios Unomasuno y Amanecer, así como de las aerolíneas Amanecer y una inversora denominada Valgo.


“Según la OFAC, las empresas de Libien Kaui son propiedad o están controladas por el narcotraficante González Valencia desde los años 1990, y los bienes de sus empresas en EEUU quedaron congelados y prohibidos de operar”, decía un comunicado de la época sobre la detención de Naim.

La impronta de Miled está en todas partes, comenzando porque su estación de radio, Superstéreo Miled, llega a casi todo el Estado de México gracias a la red de repetidoras y estaciones que mantiene en Atlacomulco, al norte de la entidad, y en Valle de Bravo, en el sur. Superestéro Miled se hizo famosa por un programa llamado Línea en Alta Tensión, que conducía un profesor, Juan González Carbajal, que lo utilizaba como un arma para chantajear a funcionarios y obtener favores. En las dependencias, hace 20 años, ya sabían que era probable que Juan González, “el maestro Juanito”, los llamara entre la una y las tres de la tarde para entrevistar en vivo a los titulares. El conductor se aprovechaba de quienes iban a verlo solicitando ayuda, y explotaba su ignorancia con respecto a los procesos legales que debían seguir. Solamente los encaminaba, les daba la dirección de la instancia y un papelito con el nombre apuntado de González Carbajal, que se esgrimía como si fuera la llave que todo lo abría.

Era usual ver a Juan González haciendo antesala en oficinas municipales y de gobierno del estado para, por lo menos, llevarse a su casa boletos de cortesía para algún espectáculo. Ahí en donde se ubica todavía la radiodifusora, en la avenida Miguel Hidalgo oriente, en el número 1337, enfrente del Panteón General, había al lado un local, un bar muy famoso en una ciudad tan mocha como esta, y que se llamaba Leopardo’s. Se trataba en realidad de un prostíbulo que operaba tardes y noches, las cuales terminan en batallas campales que asustaban a la moralina ciudad, que por un lado condenaba pero que por otro solapaba y asistía a bailar las cumbias de moda con las chicas del Leopardo’s. Hubo otro negocio similar, La Canica, aunque nunca fue tan popular como el Leopardo’s.

El edificio de Metepec se construyó lentamente. Se contrataba a albañiles, plomeros, electricistas o yeseros y se les prometían pagos semanales. Los empleados colocaban las ventanas, las instalaciones y alisaban las paredes con materiales que ponían de su bolsa, pues se les advertía que Miled pagaría todo al final. Cumplida la semana, eran despedidos sin ninguna explicación y su trabajo no se pagaba. Así, resultaba gratis, desde el robo.

La historia negra de Miled tiene también su dosis de asesinatos y balaceras, como la sucedida el 8 de mayo de 1997, en las oficinas de Superestéreo Miled. Allí, después de una discusión, perdieron la vida a punta de plomo Simón Yamín y el hijo de don Miled, Miled Libién Santiago, a quien le metieron dos balazos en las piernas y un tiro en el abdomen. Mucho se ha escrito de aquel encuentro entre pistoleros, pero no la verdad, la cual todavía subyace en lo sórdido que guardan las familias involucradas.

Los daños que provocó el sismo del 23 de junio al edificio de Miled atrajeron la atención de medios y del gobierno de Metepec. Uno de los hermanos de Miled acudió al lugar y habló, en una charla banquetera, con la alcaldesa Gabriel Gamboa, a quien le dijo que si a alguien le consta que ese edifico es un monumento a la corrupción, “pues que demande”. La fisura, a espaldas de los Libien, testificaba que los daños sufridos por el edificio en 2017 no habían sido atendidos. René Chicho Escobar, director de Desarrollo Urbano de Metepec, aseguraba que se revisaría el proyecto de obra de los Miled, y que la obra estaba detenida porque no hay ninguna licencia o permiso que la autorizara.

Las fallas estructurales del edificio de Miled no son de consideración, aunque afectan la fachada, la cual tendrán que reparar por cuenta propia. Eso es algo que puede hacerse. Lo que no podrán hacer nunca es componer su propia fachada particular, averiada y maltratada como el muro de su edificio.

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