Redacción VcV
Toluca, México; primero de febrero de 2021.
Ocoyoacac, en menos de un año, se ha convertido en uno de los municipios del valle de Toluca de más alta incidencia criminal donde lo mismo ejecutan que masacran. También secuestran y desparecen. A menos de 30 minutos de la capital del Estado de México y parte de su zona conurbada, ese lugar es todavía un amasijo de fábricas que llegaron para instalarse en el corredor industrial de Lerma, cuya operación ha ayudado a formar una megalópolis al que todavía no se le reconoce como un foco de pobreza, marginación y depauperación del campo y sus actividades. Poco a poco, esa zona industrial se ha comido a pueblos y parcelas dejando a cambio la miseria que siempre se confunde con desarrollo por el hecho de que genera empleo. No es verdad hoy y no lo ha sido antes.
Ahora, con problemas políticos porque una gran parte de la población se opone al mandato de la alcaldesa morenista Anallely Olivares Reyes, a quien se señala de corrupción e ineficiencia, ese municipio tiene que dar cara y enfrentar en soledad a los perpetradores de crímenes que han cambiado para siempre la dinámica de los habitantes.
Por eso, que la niña Mireya Guadalupe Monroy Méndez haya sido raptada estremece pero, por desgracia, no sorprende. Mireya fue vista por última vez el 23 de enero. Casi mismo tiempo, pero en hechos separados, otras dos adolescentes desaparecieron. Ellas son María Clara Miguel Sánchez, de 14 años, desaparecida el 5 de enero de 2021, y Valeria Jiménez Adalid, también de 14 años, cuya fecha de desaparición se registra el 27 de enero de este año.
Ahora mismo, se sabe muy poco o nada de las tres niñas.
Los padres de Mireya han hecho lo que han podido. Dieron parte a la Fiscalía, lo mismo que las familias de las otras dos niñas. Por eso, las fichas con sus datos fueron emitidas y publicadas, pero en el Estado de México eso representa apenas el principio de un calvario que para muchos nunca encuentra fin. Los padres de Mireya han pegado esas fichas, que llevan el rostro y los datos generales de la niña, en el centro de Ocoyoacac. Lo hicieron mientras una banda de música atronaba en la plaza y eran vigilados por policías municipales que los veían a lo lejos cómo pegaban, cómo caminaban de poste a poste, cómo hablaban con alguien, cómo movían las manos o guardaban silencio.

La madre de la niña Mireya por fin se ha detenido a tomar un respiro. Lo que le pasa a ella y a su familia no da espacio para nada y menos cuando su caso se parece a otros en los que han estado involucrados policías que protegen y ayudan a bandas criminales. Demetrio Monroy, el padre de la niña, la mira y la escucha pues es su esposa quien narra cómo desapareció Mireya.
-Era sábado y eran las 6:29 de la tarde. Yo me di cuenta y salí corriendo hacia el zaguán pero ya no la alcancé. Entonces le avisé a mi hijo, que salió corriendo hacia la parada del camión, pero ya no la encontramos.
Es que la niña estaba sentada en la sala, con su celular. Su madre estaba con su nieta, una bebé apenas, en otro cuarto y se dio cuenta de que la niña ya no estaba porque no le respondió.
-Sucedió en la colonia Lázaro Cárdenas y presentamos la denuncia en la noche en la Fiscalía. Activaron la alerta y nos dijeron que iban a revisar las cámaras, lo cual se hizo- dice la madre.
En las imágenes que se lograron ver la niña va sola. Pero alguien la sigue y la aborda en la parada del camión. Él va volteando, cuidando que nadie lo siga. El tipo es robusto y le ha hecho una seña a alguien más, que va en una camioneta. La madre señala que su hija no tiene relación con las otras dos chicas desaparecidas, y que no salía sola ni a la tienda.
-Es más, no salía. Sólo con su papá o conmigo. Ella bailaba y hacía tik tok, videos en internet. Se checaron ya sus redes sociales y la Fiscalía los está viendo. El día que desapareció la vi como inquieta porque entraba y salía del cuarto. Antes había hecho una videollamada con familiares. Uno o días antes había recibido un mensaje en el celular, pero ya no lo revisamos, no sabemos de quién era.
A las 6:29 de la tarde del día que desapareció, la cámara de vigilancia de esa zona registró que ella abordaba una camioneta, acompañada del hombre que también aparece en las imágenes. Un minuto después su madre le marcó pero ya no le contestó.

Quienes se llevaron a la niña se han comunicado con la familia para negociar la entrega de la niña, a quien quedaron de devolver, pero no lo hicieron.
-Nunca llegaron -dice la madre- y aunque después volvieron a contactarse, lo secuestradores ya no han entablado comunicación.
Pero los padres tuvieron comunicación con la niña. En la madrugada ella le llamó a su madre.
-Má- le dijo alguien por teléfono a la madre. Y ella sostiene que se trata de la niña.
-¿Quién es?- respondió la madre.
-Soy yo, Mire- le dijo la voz.
-¿Dónde estás, hijita?
-Estoy bien, pero no sé dónde estoy.
Después la voz de la niña le recomienda a su madre que cuide al bebé. Preguntó por su hermano.
-¡Diles que te traigan! ¿No voy a tomar represalias contra nadie, hija!- le dijo la madre.
Entonces cortaron la llamada.
Otra llamada de quien pudiera ser la niña entró después al teléfono de la madre.
-Ya no me busquen, ma, ya no me busquen- le dijo esa voz a la mamá, después de preguntar por el bebé y la familia.
-¡Pero cómo estás, hija, dime cómo estás!- suplicó la madre.
Entonces la voz de una muchacha intervino, y secamente contestó:
-Está bien.
Se oían niños que jugaban, como si Mireya estuviera en una casa, con una familia. Entonces se cortó la llamada. Hasta ahora, la familia de la niña no ha reportada nada más y se mantiene a la espera de que su hija aparezca con vida.
En Ocoyoacac, el 26 de octubre de 2020, una familia fue ejecutada en su domicilio, muy cerca de la presidencia municipal y aunque el asesino fue identificado por usuarios de redes sociales, la policía no ha podido capturarlo. Apenas el 16 de enero pasado, otros cuatro ejecutados aparecieron en un paraje de La Marquesa, de los cuales tampoco se sabe nada. En total fueron ejecutadas 13 personas el año pasado.







