18 abril, 2024

Santos Cabrera, el alcalde de la Familia Michoacana en la Tierra Caliente

Santos Cabrera, el alcalde de la Familia Michoacana en la Tierra Caliente

Miguel Alvarado

Toluca, México; 20 de junio de 2020.

– Te voy a ayudar para que los narcos no te hagan nada -decía Santos Cabrera, un ex alcalde del municipio sureño de San Martín Otzoloapan, en el Estado de México, a empleados y ediles de su ayuntamiento que trabajaron con él en los tres periodos en que gobernó, en los años 2000-2003, 2009-2012 y 2016-2018.

Los extorsionadores eran sicarios del cártel de La Familia, de quien es el alcalde era por lo menos socio. Las víctimas eran citadas en municipios cercanos, a donde tenían que llevar el monto de los pagos exigidos. Santos Cabrera llegaba con los sicarios, subido en las mismas camionetas que ellos tripulaban y mientras contaban el dinero, el alcalde consolaba a las víctimas.

– Ni te apures, yo estoy aquí para que esto no te vuelva a pasar- les decía el edil entre riéndose, burlándose en todo caso.

Así pasó con decenas de personas, que perdieron patrimonios enteros para poder pagar y evitar los castigos mortales de los sicarios.

Priista siempre, y todo el tiempo presumiendo su amistad con Arturo Montiel, el ex gobernador del Estado de México, el ex alcalde de Otzoloapan,  Santos Cabrera Cruz, fue capturado el 19 de junio de 2020 acusado de tener vínculos con la Familia Michoacana. La aprehensión, aunque llegó tarde y quizá no prospere, podría jalar uno de los cientos de hilos que tejen un entramado de narco-alcaldías, que obligadas o por voluntad propia, trabajan para los líderes de la Familia Michoacana: Jhonny Hurtado Olascoaga, el Fish; Alfredo Hurtado, el Fresas, Medardo Hernández, El 100, y Dámaso Ulquízar o Alpízar, El 47, este último capturado hace poco.

A Santos lo sorprendió la Guardia Nacional con un poco de mota, pero también con tres cartelones con propaganda del cártel y con equipo de radiocomunicación, en la ranchería de Los Pinzanes, en la localidad de Granjenar, de Otzoloapan. Eso fue suficiente para llevárselo y tratara de que su vinculación a proceso esta vez sea exitoso. Santos Mondragón había sido apresado el 22 de marzo de 2019, junto con su hija Natali, acusados de extorsión, luego de que obligaran a víctimas a firmar documentos para arrebatar propiedades. Retenidas en contra de su voluntad, fueron rescatadas por denuncias de sus familiares.


El infortunio de llamarse Cabrera

San Martín Otzoloapan es un ejemplo de lo que ha sucedido con el narcotráfico y la corrupción en los últimos años. Municipio rural de apenas 4 mil 864 habitantes, según el censo del INEGI en el 2010, ubicados en 160 kilómetros cuadrados, es pequeño y presa fácil del cacicazgo y el control del narco, primero de los Zetas y después de La Familia.

La llegada del narco a Otzoloapan puede ubicarse en el 2009, según el trabajo de tesis de Rosa Lina García Ugarte, de la UAEMéx, que señala que la Familia llegó desde Michoacán y fue aceptada fácilmente por la población del municipio debido a que “ayudaba a la gente” a resolver disputas o problemas económicos. Para García, “el narcotráfico en el municipio pasó a formar parte de un colectivo que refleja cohesión social. Los integrantes del grupo armado comenzaron a construir una imagen de sí mismos, su apariencia en vestimenta, calzado, forma de hablar, el tipo de música que escuchaban todo ello fue conformando elementos que formaban parte de su identidad”.

Otzoloapan ocupó por breve tiempo algún espacio en los medios en el 2005, cuando un alcalde llamado Antonio Acevedo Mendoza fue obligado a abandonar el cargo, pues entregó electoralmente al PAN a aquel municipio. Aquel edil enfrentó luego la desgracia política y personal, pues uno de sus hijos asesinó a dos amigos de fiesta. Los habitantes recuerdan cómo Acevedo recibía los asuntos de gobierno ante una mesa de juego, donde repartía la baraja como el mejor de los tahúres. Si alguien necesitaba de sus servicios, montaba en cólera y gritaba y manoteaba mientras explicaba que “aquello lo resuelvo en las oficinas, orita estoy jugando”. Acevedo tuvo que pasar una auditoría que lo condenaba por fraude, pues una gran cantidad de dinero del ayuntamiento lo apostaba en palenques. También lo usaba para pagar ciertas protecciones para salvaguardar su seguridad personal. Finalmente Antonio se fugó. Dejó casas y ranchos para establecerse en Estados Unidos, donde puso un puesto de hamburguesas que no le deja malos dólares pero sí ingratos recuerdos. Tuvo que vender una enorme finca y su vivienda se cae a pedazos por el abandono en que se encuentra. Este hombre, ejemplo del político sureño del Edomex, tenía un amigo entrañable que se llamaba Santos Cabrera.

A Santos, chaparrito y dicharachero, regordete pero dueño de una envidiable condición física, nadie en el municipio le gana una carrera de 100 metros. Veloz y habilidoso, también resultó bueno para los negocios y la política, o lo que él creía que era política. El pueblo entero sabía que era él quien ponía sobre alerta a su amigo Acevedo cuando llegaban amenazas de muerte. Le pasaba el monto de las cantidades que había que pagar para que los de la Familia no lo mataran, las cuales eran tomadas de la Tesorería municipal y que se entregaban por los resquicios de las puertas del palacio, sin ver a quienes iban por ellas.

A Santos le iba tan bien que compró el rancho de Acevedo y algunos otros de la región cuyos dueños enfrentaban problemas financieros. Cabrera era contratista y había hecho una pequeña fortuna al adjudicarse obra pública de los municipios de la zona, como en San Simón de Guerrero, donde pagaba el 15 por ciento del valor de la adjudicación al edil en turno por darle las obras públicas.


En el 2000 Santos quiso ser alcalde y lo consiguió. Decidió competir por el PRI, el partido de toda su vida. Allí se hizo y por él había conseguido lo que tenía. Cumplió como pudo, pero no evitó que el poder pasara al PRD, que postulaba a Zeferino Mondragón. Siempre atento a la política, Santos pensó que era su deber recuperar la presidencia y en 2009 ganó sus segundas elecciones.

Amigo personal de Arturo Montiel y prestanombres del ex gobernador en la adquisición de terrenos en Valle de Bravo, Santos pronto confirmó que el cártel de La Familia dominaba la región y decidió ser consecuente, pues no se puede hacer más cuando un municipio tiene apenas cuatro policías. Así, llegó al acuerdo de pagar la cantidad de 70 mil pesos mensuales para protección, pero el dinero lo obtuvo al obligar a todos los trabajadores a entregar una pequeña parte de su salario, que es puntualmente entregada al cobrador de aquella organización. También aceptó que los integrantes de la Familia tomaran en sus manos la función de alguaciles y salvaguardaran el orden. Reglas de convivencia no escritas funcionaron de la noche a la mañana. El municipio halló de pronto una tranquilidad de pasmo catapultada por el miedo y las amenazas de los comandos que recorrían la región. Muchos decidieron emigrar y no volver sino hasta que la seguridad personal y el chantaje fueran erradicados, pero de eso ya han pasado muchos años.

Santos pronto adaptó su administración a los nuevos tiempos. Siguió laborando como si nada pero también haciendo negocios. Era propietario de una membresía en el Hotel Mayab Caribe de Acapulco, de la que decía que “me costó poco menos de un millón de pesos” y que le daba derecho a una suite que nadie en su municipio puede imaginar. “Aquí le pagué un tiempo muy bueno al edil de San Simón y luego me dio toda la obra pública, así que esta suite es una inversión muy buena”, comentaba riendo a quien quería escucharlo. Mantuvo la costumbre de cobrar el 15 por ciento a quienes hicieron obra pública en su municipio, pero a la par se desarrollaba como negociador con los miembros de La Familia.

Fue famoso en Otzoloapan el folclórico viaje a Acapulco que realizó con regidores y funcionarios de su segunda administración, por tres días y cuatro noches, con gastos pagados para todos. Después, ya solo, fue a Cancún y a otras playas. Santos Cabrera ganaba en ese entonces poco más de 45 mil pesos al mes por hacerse cargo de aquel municipio, y aseguraba que su administración no tenía ningún tipo de deudas debido “al trabajo honesto” que desempeñaba.

Pero Santos Cabrera y el otro edil, el perredista Zeferino Mondragón, comparten historias. A mediados de febrero del 2014 el alcalde Santos fue secuestrado y la exigencia del rescate ascendía a más de un millón de pesos. Algunos pobladores señalan que fue el mismo Santos el encargado de reunir el dinero, pues lo liberaron para que pudiera pedir ayuda a sus amigos o deudores, que para él eran lo mismo, y así reunir el monto de su propia salvación.

Zeferino, por su parte, aseguraba en el 2009 que había recibido amenazas de extorsión por parte de grupos criminales. “No requerimos más seguridad, con los elementos que están es más que suficiente para lo que compete a mi ámbito municipal como gobierno”, afirmaba en entrevista para el portal Poder Edomex.

Para él, la siembra de mariguana en su municipio era poco menos que una leyenda, como declaraba al mismo medio. “Yo creo que sí es un mito porque no nos damos por enterados de eso”. Sin embargo, regidores de su ayuntamiento se encargaban de llevar alimentos a los narcos cuando tenían que esconderse en la sierra para evadir operativos militares de la marina y el ejército.

La noticia de su secuestro fue difundida por familiares, primero en el PRD y luego a la opinión pública. Su partido mantuvo silencio sobre el caso, que sucedió el viernes 23 de mayo de 2009 al mediodía, cuando Zeferino estaba en su rancho, acompañado por su esposa, Camelia Aguirre, reporta la agencia Quadratín. A Zeferino lo ayudaron en el Senado para que pudiera denunciar los hechos, pues a él le exigieron 7 millones de pesos.

Santos Cabrera representa una especie de prototipo o molde al que se adaptan los alcaldes del sur mexiquense, para sobrevivir primero y después para aprovecharse del apoyo de los narcos, a quienes se les conoce como “las verdaderas autoridades”.

La agrupación musical de El Cejas y su Banda de Fuego le compuso a Santos Cabrera su propio corrido, como lo hizo también con otros narcos famosos como El H, Héctor Beltrán Leyva, quien murió en 2018 en un hospital de Toluca. También cantan “Quisieron matar al Pez”, que narra las aventuras de Jhonny Hurtado, el líder de la Familia Michoacana.

“Una historia verdadera/ es la que voy a cantarles/ de una persona muy buena/ de esas que muy poco nacen./ Se llama Santos Cabrera/ de un salero muy brillante./ Nacido de cuna humilde/ pero con buenos principios/ antes de cumplir los quince/ se fue para Estados Unidos/ después de tanto sufrirle/ él regresó sobresalido./ En San Martín Otzoloapan/ lugar donde fue nacido/ por su talento y grandeza/ por todos es muy querido/ llegando a la Presidencia/ tres veces consecutivos/ Con la bendición de Dios/ y de sus padres queridos/ pronto a la cima llegó/ y está muy agradecido/ por eso son su primor/ sus viejitos consentidos./ Es un hombre muy astuto/ listo y con mucho talento/ además de ser hombre justo/ con todos es buena gente/ no se le esconde a ninguno/ con nadie tiene pendientes/“, dice parte de la canción que le compusieron al ex presidente municipal. Otros grupos como Los Jilgueros del Sur y Los Dukes de Coyuca también le compusieron corridos al ahora preso Santos Cabrera.

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