Toluca, México; 3 de septiembre de 2025
Karla Ruth Jurado Ortega/ Escuela Superior de Fotografía Lumière
Comienza el día y miles de vendedores ambulantes, campesinos, albañiles, jardineros, barrenderos, personal de construcción, recolectores, hombres y mujeres que trabajan con la esperanza de mejorar su calidad de vida, se enfrentan a un enemigo inminente que los persigue todo el tiempo: el sol.


Durante la mañana el calor se intensifica y la expresión en su rostro cambia con el paso de las horas, todo se vuelve más pesado. Algunas personas afirman que su piel “ya está acostumbrada”, sin embargo, esto jamás sucederá.


Mientras realizan sus actividades los valores de la exposición van modificando la escena, tenemos más luz, sinónimo de radiación solar alta en cada fotografía. Ellos no lo saben pero bajo este dispositivo se encuentra un peligro letal para su piel. Una exposición prolongada que podría tener consecuencias mortales e irreversibles a largo plazo.

La seguridad relacionada con la exposición al sol debería ser un derecho, no un privilegio. No obstante, para millones de trabajadores mexicanos proteger su piel sigue siendo un lujo que no se pueden permitir y gastar en un protector solar que cuesta más que una comida completa es impensable.


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