28 noviembre, 2025

Jubilaciones: la esperanza simulada

Jubilaciones: la esperanza simulada

Toluca, México; 26 de noviembre de 2025

Carlos Peralta

A finales de noviembre de este 2025 se cumplirá casi un año de la toma de protesta de la actual mandataria de México, la morenista Claudia Sheinbaum. Cómo olvidar su emotivo discurso referente a la abrogación de la neoliberal ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). La verdad es que hizo vibrar y soñar al magisterio entero, así como a trabajadores de otros gremios que sumamos más de 13.7 millones de derechohabientes, que dependemos de dicha institución. Muchos creímos que por fin habíamos despertado de un macabro sueño que había cambiado vidas y destinos de varios de nosotros, obviamente para mal. El discurso de Sheinbaum daba solidez a lo que semanas antes, en plena campaña presidencial, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador decía acerca de los trabajadores que estaban inscritos en la llamada ley Calderón de 2007, y según él iban a jubilarse después de laborar 28 años, con respecto a las mujeres y 30 para los hombres. Los casos de los trabajadores captados después de 2007 se quedarían para ser resueltos por Sheinbaum, «lo que seguramente haría».

Sin embargo, pasaron los meses y al estilo de la Chimoltrufia, la presidenta le fue dando vueltas a esos asuntos, que conforman un gran negocio para quienes los manejan, pues cobran por hacernos el gran favor de guardar nuestras Afores o Fondos para el Retiro.

Hasta los trabajadores medianamente informados saben que el neoliberalismo es una doctrina que afirma que la mejor política es aquella que impulsa los intereses de la iniciativa privada, y que lo mejor es la privatización de los bienes públicos. Por eso se castiga con menos recursos a la salud, educación, vivienda y se apoya a los “pobrecitos” empresarios porque «dan trabajo».

La realidad es que el Estado es incapaz de administrar los bienes de la nación y las prácticas que predominaron durante más de 70 años prevalecen ahora, incluso mejoradas.

Nos cuesta trabajo asimilar la realidad, mientras no nos alcance el destino que el neoliberalismo ha fijado para nosotros. Casi todos conocemos a compañeros que ya están pensionados bajo el concepto de las Unidades de Medida (UMAS), estrategia neoliberal que consigue que el dinero del trabajador “se congele”, lo cual implica la pérdida de su valor adquisitivo, pues no concuerda con la inflación anual. Para muchos de nosotros llegar a la tercera edad representará un riesgo muy grande porque tendremos que pasar apuros económicos. Nadie está exento.

Nuestro interés, más allá de preferencias partidistas, se centra en nuestro bienestar y el de los nuestros. Por ello la demanda fundamental para los que entramos en el décimo transitorio, que implica pensiones respaldadas por el salario mínimo, medida con la cual cobramos durante nuestra vida laboral. En ese sentido, repudiamos y rechazamos las UMAS.

Las generaciones que iniciaron su vida laboral después del 2007 tienen, como máximo, 18 años de servicio y su destino real no los ha alcanzado. Por eso nadie se queja, pero es hora de tomar en cuenta que a muchos su saldo de ahorro no les va a ser suficiente para mantener una vida digna. Esa generación de trabajadores pedirá el retiro total de su saldo a los 60 o 64 años, con un mínimo de 25 años de servicio. Lo anterior. en el mejor de los casos, si es que no vuelve a cambiar la ley.

Supongamos que alguien se retira, pero quiere seguir laborando de manera privada. Automáticamente estaría perdiendo los derechos obtenidos. Hay quienes creemos que podemos poner un changarro o un negocio pequeño si es que a esas alturas tenemos la fuerza de emprenderlo. Bueno, aparte de sobrevivir con ese negocio hay que pagar “protección particular” o extorsiones, la plaga de nuestros tiempos, y que quiebra a este tipo de emprendimientos.

Mas allá de simpatizar con partidos políticos está nuestra familia y su bienestar. Por eso dejemos de simular, es hora de actuar, sumarnos en una sola conpuesta por esos 13.7 millones de derechohabientes afectados y exijamos abrogar la ley del ISSSTE, que las pensiones no se coticen en UMAS y que se considere en su lugar los salarios mínimos.

Quizá muchos ya nos vamos, pero los que se quedan son compañeros, hijos sobrinos, amigos que no han reflexionado porque los más veteranos en el nuevo sistema apenas llevan 17 años de servicio. No esperemos a que nos toque vivir esa realidad y experimentar lo catastrófico que será. Hagamos conciencia en lugar de aplaudir a los partidos políticos, organización social, sindicato oficial o disidente. Solamente hay de dos sopas: todos a comer fideo o nos darán a todos “jodeo”.

De seguir esperando el daño será irreversible. En nosotros está afrontar la situación o seguir simulando.

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