7 julio, 2025

Columna Literaria Post It

Columna Literaria Post It

Daniela Albarrán

Esta es una pregunta que me causa mucho escozor, porque la respuesta, al menos política y académicamente correcta es que sí, es necesario separar al autor de su obra.

Y es probable que, en parte yo comparta la misma opinión, pero también creo que no se debe, ni puede separar, o sea, estoy en medio de las dos opiniones.

Decidí hablar de este tema, porque hace unos días, Gaia Oz, hija del escritor Amos Oz, publicó su autobiografía titulada “Algo disfrazado de amor” en donde aseguraba que sufrió mucho a causa de su padre.

Claramente, los artículos que hablaban al respecto no desvaloraban la opinión de Gaia, pero decían que eso no devaluaba el trabajo de su padre. Y creo que es verdad, debemos aprender a separar el comportamiento y la vida de los artistas de sus obras, pues yo, desde que leí “Versos de vida o muerte” de él, quedé maravillada por su poder narrativo y la capacidad de construir una novela dentro de una novela.

Pero otra parte de mí, muy incómoda, por cierto, me dice a gritos que es urgente tener esta conversación y asumir que, tanto escribir como leer son actos políticos, y que, por convicción mía, no debería consumir arte de artistas cuya vida, actos o creencias yo no comulgue, independientemente si me gusta la obra o no.

Es difícil, porque, particularmente, la literatura está plagada de escritores cuya vida fue, además de complicada, violenta, y uno lee sus obras y pueden ser obras maestras, y a pesar de eso, de sus obras,  fueron personas miserables.

Así que estoy entre las dos opiniones, porque se me hace puritano e inocente decir que no leeré tal obra porque fulanito hizo tal cosa, pero, también se me hace muy del viejolesbianismo asumir que la obra se debe separar del autor.

A lo que voy es que creo que es muy fácil lavarse las manos y hacer una separación del autor y de su obra, pero creo que los artistas, en general, también tienen  una responsabilidad social, y asumir que existe esa separación, es librarlos de esa responsabilidad que les corresponde por el simple y sencillo hecho de que son ciudadanos y viven o vivieron en este mundo.

Definitivamente es un tema complejo que lleva mucho a discusión, o tal vez no, tal vez nos decantemos por la muerte del autor, de la separación inequívoca de la obra, porque es lo más sencillo, porque duele menos, porque es fácil. Pero aun así, es importante cuestionarse eso.

¿Qué podemos hacer? consumir obras de artistas cuyos actos no aceptamos, de plano dejar de consumirlos, o, en el mejor de los casos, asumir, que, a pesar de que en vida fueron unos malditos, seguiremos consumiendo su producción artística ¿O todas las anteriores?

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