Miguel Alvarado: texto. Karen Colín: diseño. Ramsés Mercado: imagen.
Toluca, México; 19 de mayo de 2022.
Entonces la policía cargó contra las transexuales. Pasaban frente a la Catedral de Toluca, a las 11 de la mañana y adentro se realizaba un relevo histórico de arzobispos, que quedará en la memoria de la ciudad por la increíble indiferencia de los jerarcas de la iglesia ante la violencia de los granaderos contra las colectivas que se dirigían a la Cámara de Diputados.
Una valla policiaca encapsuló a las integrantes de las colectivas, que reclamaron el derecho al libre tránsito, sobre la calle de Independencia. Los policías, del Estado de México, pusieron contra la pared a unas 20 personas, que empujaron al cordón policiaco sin éxito. Los agentes esperaban una orden, que llegó justo cuando el ahora ex arzobispo de Toluca, Javier Chavolla Ramos, caminaba por el pasillo central de la Catedral de Toluca, portando su enorme báculo de madera y una pulcrísima mitra en la cabeza. Adentro, los gritos del enfrentamiento en las calles llegaban a las orejas sordas de los vicarios de Cristo, que una vez más demostraron -los jerarcas, ninguno otro- su apego al poder, su miedo a darle la mano y caminar con la sociedad, su desprecio por la violenta realidad que se vive en las calles salvajes.
En la Catedral todo era jolgorio, apretones de manos, palmadas y parabienes. No estaban quienes habitualmente visitan la iglesia o se quedan a misa. Habían corrido incluso a la anciana que se pone en las escalinatas todos los días para pedir limosna. En cambio, las bancas estaban repletas de diputados, regidores, alcaldes, secretarios de Estado, magistrados y jefes de la policía, que ovacionaron al arzobispo saliente, Javier Chavolla, que recibía con una sonrisa tímida aquellos elogios en tanto el griterío se elevaba incluso por encima de su fe.
Alguien en la Catedral se puso nervioso y pidió que retiraran de una vez por todas a las transexuales. La petición se convirtió en orden y la policía, robotizada, cargó contra las colectivas, porque “retirar” para el Estado siempre será desalojar y reprimir.
El enfrentamiento duró hasta que la ceremonia en la Catedral terminó y los invitados comenzaron a salir. Entonces, el ex arzobispo Chavolla apareció por la puerta principal, bajó las escaleras de la iglesia y se dirigió hacia donde lo esperaban su auto y su chofer. Ese fue el momento que aprovecharon integrantes de las colectivas para abordarlo y reclamarle su inacción, su pobrísimo discurso social, su invisibilidad. Chavolla sonrió tristemente y siguió caminando por la calle de una ciudad que ha cambiado y que se ha hecho hiperviolenta pero también que ha aprendido a defenderse, a hacer comunidad.
Chavolla abordó su auto, pero antes de que avanzara el grupo de activistas se le acercó. Una de ellas se subió al cofre y otra colocó la bandera del arcoíris. Quien manejaba se puso nervioso y decidió arrancar pese a todo. Cuando lo hizo, las llantas del auto pasaron por encima del pie de Tanya Vázquez, una de las dirigentes de la colectiva y luchadora social reconocida en la ciudad, a quien lastimó.
Más tarde, Tanya Vázquez diría que tomaría medidas legales pues se trataba de una agresión que la había imposibilitado para caminar. Su bota blanca, marcada por el paso de las llantas del auto, era mostrada por las colectiva a las dos de la tarde, cuando llegaban frente a las puertas de la Cámara de Diputados para exigir una explicación del morenista Maurilio Hernández, uno de los representantes más ineficaces que han tenido los congresistas.
En la trifulca por los ataques de la policía, también cuatro periodistas resultaron heridos: Ximena García, de TV Mexiquense, quien fue pateada por los policías y presentó golpes contusos; Claudia Gonzáles, de El Universal; Claudia Rodríguez García de Mega, quien terminó con golpes en un antebrazo, y Abraham Sierra, de Multimedios, trasladado a un hospital porque le rompieron el tendón cruzado y presentó un desagarre en los meniscos.
No podía ser peor el primer día para el nuevo arzobispo Raúl Gómez. Con los periodistas, la policía tampoco tuvo contemplaciones y les mostró, una vez más, la verdadera cara del Estado, del componente del que la Iglesia es parte, y los volvió a madrear.
“Acabo de recibir una agresión de policías en una manifestación totalmente pacífica. Nos encapsularon y perdí el equilibrio. Nosotros éramos unas 20 personas. Caí de las escaleras exactamente enfrente de la Catedral de Toluca. Estoy grave. Pienso mucho en la agresión que sufrimos a diario y sobre todo quién la manda”, dijo Abraham Sierra cuando iba en ambulancia. Al periodista se le olvida que la primera agresión que recibe un trabajador de medios de comunicación tiene lugar en su lugar de trabajo, en su oficina o Redacción, y esa agresión corre por cuenta de editores, jefes de área y dueños de los medios de comunicación locales, los cuales representan lugares de violencia laboral cotidiana que por lo menos en Toluca nadie denuncia por temor.
Gómez, el arzobispo, será recordado por no hacer nada por impedir las agresiones y por no pronunciarse respecto a la violencia desatada, como si no le competiera. El mismo silencio ridículo guardó Chavolla, el arzobispo saliente, cuando las colectivas lo inquirieron.
Raúl Gómez había sido nombrado arzobispo de Toluca desde el 19 de marzo de este año por El Vaticano y la víspera se la había pasado recorriendo algunos municipios cercanos como San Antonio la Isla, Tenango, Metepec y Toluca, entre otros, que como muestra de algo que no es amistad, pero sí una alianza, le entregaron las llaves de esas ciudades.
En la Ciudad de México, la asamblea de periodistas Tenemos Que Hablar, que busca la formación de un sindicato nacional y la visibilización de la violencia laboral contra los trabajadores de medios de comunicación, se pronunció al respecto de las agresiones de la policía y las condenó en un comunicado.
Por su lado, la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pasaba el día festejando con un twett que “nos tocó vivir una época donde el Estado perseguía periodistas y censuraba cualquier voz crítica o disidente. Hoy tenemos libertad de expresión y de prensa; se combate la impunidad en los casos de agresión a periodistas. Así conmemoramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa”.
En Toluca las llaves que le dieron al arzobispo Gómez ya comenzaron a abrir, no puertas, pero sí boquetes.