Fotografía: ilustrativa.
Redacción VCV Noticias.
Toluca, México; 5 de julio de 2019. El investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Leonardo Abraham González Morales, indicó que la Ley Agraria de 1992 ha fragmentado las propiedades territoriales de los grupos indígenas en el país, ha vulnerado el derecho de las comunidades a la posesión legal de tierras, y ha ocasionado que las transacciones entre comunidades y particulares se hayan regido por un marco de vacío legal que ha permitido la proliferación de propiedad privada en el seno de los terrenos comunitarios.
El especialista dictó la conferencia “Representación y negociación del territorio: el papel de la cartografía en los títulos primordiales” en el marco del coloquio “Los derechos de propiedad en torno a los pueblos indígenas, siglos XVII-XX” realizado en el Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la UAEMÉX. Para González Morales, la Ley Agraria del gobierno de Carlos Salinas de Gortari tornó violentos las transacciones de tierra, y los grupos indígenas tuvieron que reinventar el sentido de propiedad de sus terrenos.
La introducción del dinero en la relación entre la tierra y los grupos indígenas desencadenó el surgimiento de la figura del “comprador”, agente capitalista representante de un sector social ajeno al comunal, identificado con la sociedad de mercado y cuyos ideales han sido la explotación de la tierra para generar utilidades, espíritu diferente al de los grupos autóctonos, quienes poseen un sentido de pertenencia y quienes no ven a los terrenos por su utilidad sino como espacios de recreación de su cultura.
Para el investigador la falta de coordinación entre propietarios y compradores ha provocado un desorden territorial enmarcado en un vacío legal que beneficia a los capitalistas en detrimento de las comunidades nativas.
Los pueblos indígenas han tenido una añeja lucha por el reconocimiento de sus territorios como espacios de recreación de su cultura que se prolonga a los primeros años del establecimiento español en territorio de Mesoamérica.
Una vez conquistada México-Tenochtitlán, los territorios sometidos al imperio de la Tripla Alianza pasaron a ser administrados por los europeos, quienes como derecho de guerra cobraron tributos en especie y en trabajo y se asentaron en amplias zonas del americano, privilegiando los entornos urbanos del centro de lo que hoy es México y desplazando paulatinamente a zonas rurales y montañosas a los grupos indios.
El proceso de fragmentación de la territorialidad nativa se potencializó con las Leyes de Reforma expedidas entre 1855 y 1861, durante las gestiones de los presidentes Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez, entre cuyas disposiciones se obligaba a todas las corporaciones, incluidos los pueblos de indios, a fraccionar las tierras comunales para que cada integrante del pueblo tuviese una parcela individual para producir y vender.
No obstante, el proceso concentró la propiedad territorial en manos de un pequeño grupo de terratenientes y hacendados, siendo su punto culminante la etapa del Porfiriato; ese modelo económico y social entró en crisis en el periodo de la Revolución Mexicana.
Una vez institucionalizada la revolución, el arribo a la presidencia de Lázaro Cárdenas del Río, presidente con una filosofía más corporativista, izquierdista y populista, decretó la división de los latifundios y la fragmentación en terrenos ejidales, propiedad del Estado que daba en usufructo a las comunidades indígenas para su desarrollo. Sin embargo, el modelo proteccionista de la economía mexicana, iniciado en su gestión y culminado en la del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, colapsó, el país entró en crisis y obligó al cambio de rumbo en la economía y a la apuesta por el libre mercado.
El sexenio de Carlos Salinas fue la punta de lanza del neoliberalismo en México, país que apostó por la libre empresa y por colarse a la economía de Estados Unidos mediante un tratado de libre comercio entre los tres países de América del Norte. El Estado, pésimo como administrador, se deshizo se sus empresas y abrió la tierra de la nación a la iniciativa privada.