Miguel Alvarado: texto. Brenda Cano: diseño. Ramsés Mercado: imagen.
Autopan, México; 10 de febrero de 2022.
Buscar un desaparecido puede resultar infructuoso, pero hacerlo puede descubrir a otros muertos, a quienes también se les busca. Eso pasó hoy por la mañana en San Pablo Autopan, al norte de Toluca, cuando la familia de Víctor Manuel Martínez comenzó a buscarlo, después de que desapareciera el 5 de febrero. El recorrido por las inmediaciones Cerro del Perico en San Pablo Autopan comenzaría a las 8 y a esa hora llegaron vecinos y amigos para ayudarlos. Sin embargo, cerca del mediodía, alguien les avisó por teléfono que se había reportado el hallazgo de un cuerpo, que flotaba en un canal lleno de lirio, de aguas negras, que dejaba ver los restos, la cabeza sumergida, bocabajo.
El grupo entonces se dirigió hacia allá, porque la ubicación coincidía con los puntos que recorría Víctor Manuel. Por eso, porque estaba bocabajo, los familiares no lo pudieron reconocer de inmediato y tendrían que esperar hasta que llegaran los peritos de la Fiscalía para determinar la identidad. Los familiares habían dicho que Víctor llevaba una playera blanca, una chamarra negra y un pantalón de mezclilla, lo cual coincidía con lo poco que podía verse.
Cómo es este país, tan querido, tan serpiente, que al lugar del hallazgo llegaron también familiares de otra persona desaparecida en la región, porque también necesitaban corroborar la identidad del muerto. Ahora eran dos los grupos a la espera.
Las familias se mantuvieron cerca del río en tanto la policía cercaba frágilmente el lugar, marcando con tiras amarillas un cuadrángulo. Llegaron los bomberos y la Unidad de Género, porque también podría ser que se tratara de una mujer. La espera fue de casi cuatro horas porque los peritos de la Fiscalía llegaron muy tarde. Primero llegaron los de la Unidad de Homicidios, casi a las cuatro de la tarde y a lejos, la camioneta blanca y roja en la que se transportan llamó la atención de todos y la zozobra se incrementó. Bomberos y rescatistas se movilizaron entonces. Quienes iban a entrar al canal ya estaban preparados. Los bomberos serían quienes realizarían la labor y los fotógrafos forenses tomaban sus posiciones.
Son las 7 de la mañana y la familia se preparaba para buscar al joven. Poco a poco iban llegando quienes los ayudarán a caminar y desbrozar lo que se pueda. Que lo hagan significa mucho, pero significa sobre todo que las autoridades encargadas de la seguridad han fallado y que las autoridades encargadas de buscar no pueden reaccionar tan rápido como se debiera. Eso, en condiciones de depauperación y con 94 mil mexicanos desaparecidos, será así por mucho tiempo.
-Orita vengo- le dijo a su mamá como se le dice siempre cuando uno tiene 16 años. Entonces salió y ya no regresó. La familia había pasado todo este tiempo sin noticias acerca de su paradero, y aunque ya está denunciado, saben de los riesgos de que no suceda nada. Además, en estos días fueron testigos de algo inaudito, la movilización de la sociedad y los medios para tratar de localizar a una mujer de 50 años, a la que su familia le había perdido el rastro. Amigos, vecinos y hasta policías se unieron para peinar los terrenos del pueblo de Acahualco y repartir boletines, pegar volantes, hablar con la gente. En este caso, la mujer buscada se había ido de su casa por voluntad propia, debido a problemas familiares, pero no avisó a nadie que se iría. Incluso la propia Fiscalía hizo oficial que había ido a Acapulco porque tenía problemas familiares y no volverá.
El final, como dice una de sus hijas, fue el mejor porque la madre está viva y porque las jóvenes que la rastrearon dieron un ejemplo de organización que muy pronto podría permitir formar un grupo organizado, con técnica, que entienda a lo que uno se enfrenta cuando se dedica a eso. Y que entienda que si no es la familia unida con otras que pasan por lo mismo, nadie lo hará sostenidamente. Eso se le quedó grabado a todos, a los que tienen una pérdida como la que representa Víctor Manuel, el chico del Cerro del Perico.
Con eso en mente, su familia hizo lo mismo. Convocó a amigos y ciudadanos para que ayudaran en una batida de búsqueda y aquí en esta parte de Autopan eso significará mucho porque todavía es una región rural, aunque llana, aunque con pozos y zanjas que de pronto no se ven. Ya ha pasado que alguien cae y tardan días en localizarlo.
-Dijo: “orita vengo” y se fue. Y de ahí, pues ya no llegó. Sus amiguitos lo habían dejado de ver como a las dos y media de la mañana de un lunes- informa su madre, que era parte de la búsqueda de este jueves.
La búsqueda comenzó. En verdad no eran muchos quienes habían acudido al llamado, pero quienes lo hicieron dejaron sus actividades para incorporarse, incluso con bebés y niños Sobre todo mujeres, se pegaron en el pecho la ficha de Víctor Manuel y comenzaron a andar por los bordos, a recorrer las calles y las milpas, a mirar en los terrenos. A quienes se encontraban les daban los documentos con el perfil del joven. Eso hicieron hasta que se dirigieron hacia las calles de Gómez Pedraza y Juárez, a la altura de Gómez Pedraza y Juárez, a un costado del panteón local y de la estación de bomberos.
Víctor Manuel no iba a la escuela porque tenía que trabajar. Acostumbraba salir y quedarse en casa de algún amigo, pero siempre avisaba y le daba a su madre las señas de la vivienda, la ubicación. Pero ahora en su celular nadie contesta.
En San Pablo, decía la madre, hay mucha delincuencia.
-Vamos a recorrer la parte del Cerro del Perico, todo por ahí, porque hasta ahora la Fiscalía, que llegó ayer a la casa, ya no nos informó si había realizado la búsqueda y qué había pasado.
Víctor Manuel era el más chico de cuatro hermanos, dos y dos.
*
Para las familias la espera representó cruzar las fronteras inasibles de la muerte que sin embargo tienen la forma de las manos que se aprietan, de los árboles sin hojas a la orilla, de los cerros centinelas y de las nubes que en este lugar parecen sacadas de una postal.
Los policías bajaron una de las tiras amarillas que sellaba una pequeña porción de la orilla del canal. Entonces los bomberos se acercaron y con ganchos comenzaron a tantear el cuerpo, probando si podían jalarlo. Así sucedió y el cuerpo que flotaba fue arrastrado a la orilla mientras la gente se arremolinaba para ver algo. La hierba siguió cubriendo un rato la identidad del cadáver, que fue subido a una camioneta de la policía para trasladarlo a la Fiscalía.
-Espera, espera- decían algunas mujeres para calmar su propia ansiedad.
Espera, espera, no se puede hacer más.
Ahora el hermano de Víctor, un hombre de unos 25 años, tan joven que parece niño, se ha acercado a revisar el cuerpo y aunque ha regresado en menos de un minuto, dará la noticia a su madre, que se doblará de dolor, como presa de una arcada de hierro en tanto la rodeaban mujeres para sostenerla. El llanto se extendió como el olor del canal y de pronto la tensión de casi todos estalló en esas lágrimas. Todavía faltaba que uno de los hombres presentes se le fuera a golpes a un joven que miraba, echándole la culpa. La madre de Víctor tuvo que defenderlo y separar a los agresores. Los forenses no tardaron ni 20 minutos en el rescate del cuerpo y se llevaron a Víctor para tratar de determinar qué le había pasado.
Ahí en el Cerro del Perico hay un santuario consagrado a la idea de María Siempre Virgen, que construyó el arzobispado de Toluca, que en realidad quiere construir una casa de retiro para sacerdotes en terrenos que no han sido otorgados por la comunidad. Pero ya hay una capilla y desde lo más alto se observa Toluca. Puede verse todo el valle empequeñecido y la vista abarca hasta las montañas que lo rodean. El Perico está en Autopan, al norte de Toluca, y en Autopan sucede gran parte de los hechos delictivos. Aquí, en los últimos meses, se han concentrado asesinatos, secuestros, cadáveres de ejecutados tirados y traídos de otros lados, asaltos, todo en torno a la antigua actividad del huachicoleo, porque por esta zona para el ducto Toluca-Tula que se han encargado de perforar quienes tienen el control de ese negocio.
Arriba, Dios, y abajo los huachicoles. En medio, el pueblo de Autopan, las afueras más bien, la marginada colonia de la Aviación y el pueblo de San Cayetano, casi los últimos caseríos que se reconocen para Toluca al norte del municipio. Es aquí, al pie del Cerro del Perico, en donde vivía Víctor Manuel Martínez.
· ¡Por qué! ¡Por qué!- gritaban los familiares y en el descampado aquel las voces sonaban como un metal, un camino que hubiera perdido las orillas.
Hace unas horas, otro joven desapareció. Alan Jesús Alarcón Alvirde, de Tlacotepec, al otro lado de Toluca también se perdió. Más al norte, en el municipio de Jocotitlán, la joven Ivonne Alonso Enríquez de 16 años, también es buscada por su madre, que tiene que aprovechar que a veces -que sólo a veces- puede salir del trabajo temprano y salir a pegar volantes. Ella pide que la ayuden, que por lo menos le echen la mano para pegar esas alertas. Ella desapareció el 9 de diciembre del 2021 y salió de su casa a comprar cosas. Ella reportó que sentía que alguien la seguía, se subió a un camión y a partir de ahí se perdió todo contacto. El teléfono de la chica no volvió a funcionar, reporta el medio FR Informante. Ivonne es estudiante de preparatoria y su localización depende casi en su totalidad de lo que puedan hacer las autoridades porque muchas familias apenas pueden pegar las fichas de información.
Algo hay en el valle de Toluca que nos mantiene aterrorizados, que nos sujeta con toda la fuerza del miedo.