Daniela Albarrán
Últimamente he tenido un sueño que se repite constantemente; pareciera que mis noches una y que mis días son iguales. En mi sueño estoy parada frente a un espejo, pero no veo mi rostro, veo exactamente lo que está detrás de mí: mi nuca, mi cabello y el atisbo de una de mis orejas, de modo que estoy viéndome la espalda y cuando intento voltear, la imagen se voltea conmigo; en ese instante despierto. No puedo ver qué es lo que está detrás de mí. Siento que soy yo, pero no puedo ver mi rostro.
Al otro día me despierto con un cansancio más intenso que con el que me acuesto. Lo extraño es que cuando despierto me sigo sintiendo en el sueño, abro los ojos pero todo se siente como si yo no estuviera ahí. Desde que empezó no puedo ver mi imagen en el espejo. La primera mañana lo intenté pero me dio terror ver qué es lo que vería. Mi rostro ha comenzado a desaparecer incluso de mi memoria.
Huyo de mi reflejo en las ventanas, en los objetos de metal, no voy a baños públicos para no encontrarme con uno de esos objetos malditos, e incluso he pensado en eliminar mis antiguas fotografías. Cuando toco mi rostro siento que ha cambiado, y la otra vez, un compañero de trabajo me dijo que me veía un poco desmejorada. Mi madre me vino a visitar y me preguntó: ¿qué no te has visto en el espejo? ¡mira esas ojeras! Estás cada día peor. No puedo confesarle a nadie mi reciente desdén hacía los espejos ni mi miedo a dormir.
Dentro de las cosas que se han modificado en mi cuerpo siento que mi piel se ha vuelto escamosa y ha cambiado de color, y ahora comienzo a pensar que no todo lo que percibo es real. Mi falta de sueño ha enturbiado mi razón y aunque, en el día todo parece normal, hay un color en el ambiente, tal vez un especie de vapor que hace que todo parezca un sueño y la realidad es cuando estoy parada frente a mi temible reflejo. Cada noche me acuesto y me propongo romper ese espejo, pero cuando lo intento, mi mente se frustra, mi cuerpo se entumece y mi batalla contra él, es de derrota.
Debo intentar algo esta noche, pienso. Como no puedo romper el espejo con mis propias manos porque mi cuerpo se petrifica, esta noche dormiré con una piedra en la mano derecha, de ese modo, cuando en mi sueño se me presente esa imagen maldita, aventaré la piedra a fin de destruirlo.
Ahora, me encuentro frente al espejo, veo mi reflejo dándome la espalda, pero esta vez vengo armada: siento la dureza de la piedra en mi mano derecha. Respiro profundo, tomo aire y arrojo con toda mi fuerza la piedra contra el cristal. Me despierta un fuerte dolor en la cabeza; volteo asustada y una mancha roja se empieza a expandir en la blancura de mi almohada.
Sobre Daniela
Daniela encuentra en la escritura un escaparate hacia mundos diversos: algunos de ellos los descubre conforme sus ojos se pasean por páginas de otros autores, pero también es creadora de los propios y lo hace siempre bien. Para ella la escritura es “un acto íntimo y sagrado que se logra únicamente en la tranquilidad de la soledad”. Encuentra en las letras un espacio de libertad creativa, de expresión. Su vida está llena de vocales y consonantes, de palabras y de líneas. Hoy nos comparte su cuento El reflejo. ¡Disfrútalo!