Miguel Alvarado
Toluca, México; 12 de junio de 2022.
¿Qué mueve al hombre a la búsqueda del poder? No es su conciencia comunitaria, a veces ni siquiera el dinero, sino algo relacionado con su estatura moral, con una carencia que lo obliga a vulgarizarse, a anteponer una diputación, una gubernatura, a la comunidad que lo ha cobijado o por lo menos le ha dado cuerpo.
Nunca como antes la izquierda había estado tan cerca de arrebatarle al PRI el poder del Estado de México. También, nunca como antes, la izquierda nunca había estado tan cerca de la derecha, tanto que se ha confundido ella.
Fracturados y peleados, los grupos de Morena comenzaron los trabajos para las elecciones del 2023, a los que llamaron “Unidad y Movilización para que Siga la Transformación”, el banderazo de salida que dio Mario Delgado, el presidente de ese partido. A un año de la elección, este arranque parece la admonición de una fragmentación en el Estado de México, que los de Morena ya dan por ganado sin competir. Ese banderazo adelanta una guerra que los autollamados encinistas ya iniciaron ayer. También advierte que la unidad del partido depende del presidente de México y que fuera de él no hay liderazgos que eviten la fractura que se avecina.
Estamos muy viejos para no entender lo que se ve aquí, en este mar de banderas blancas, de izquierdistas que de marxismo apenas saben que va con equis.
A la explanada del Teatro Morelos, donde armaron una tarima para que estuvieran los gallos de esta izquierda cuestionable y camaleónica, en todo caso neopriista, llegaron los líderes de estas fracciones, que han trabajado los últimos dos años para obtener el poder, pero nada más. Ahí estaba el senador Higinio Martínez Miranda, cuya mirada siempre es extraña pero no por profunda o chispeante, sino porque de alguna manera da desconfianza. ¿Cómo puede una mirada dar desconfianza? Eso es lo que se cuestionaban los ejidatarios de San Salvador Atenco cuando se enteraron en 2017 que este hombre, dueño del Grupo de Acción Política (GAP), había comprado terrenos en ese municipio para revenderlos a los constructores del frustrado aeropuerto de Enrique Peña. Eso, y la imposición de candidatos terminó por confirmarles por qué a este ex perredista le dicen PRIginio y sus allegados sonríen a sus espaldas, porque se irán en cuanto el presidente López Obrador le diga que no es el elegido. Ya hasta sabemos la ruta, que la misma oficina del líder máximo de Morena, ha decidido para él, preparando una operación que cruelmente han definido como la extracción de un pólipo que se convirtió en cáncer. Y Martínez, que lo pulsa, ha decidido que si pierde entrará en hibernación. No se irá a ningún otro partido pero no moverá un dedo para ayudar a Morena. Y eso ya lo saben en toda la entidad.
La reunión de esta mañana tenía como objetivo mostrar unidad, pero desde la convocatoria mostró sus fisuras y nuevamente la izquierda, convertida en lo que por un tiempo combatió, ha cometido el error de siempre: creerse ganadora antes de las elecciones.
Este mitin, tan priista como los de Enrique Peña cuando buscaba la gubernatura en 2005, tiene la ausencia notable del subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, el buscador de los 43 de Ayotzinapa, el responsable de encontrar a los 100 mil desaparecidos en México, está ahí desde su hueco enorme, junto a Delfina Gómez, Horacio Duarte, Pedro Zenteno y Fernando Vilchis, otros de los aspirantes a gobernar la entidad. A Encinas no le hacen falta reflectores y su grupo de incondicionales lo apoyan desde el gobierno federal y organizaciones sociales que “el subse”, como le dicen, ha intentado apoyar desde hace años en reuniones a las que asistían los agraviados por los gobiernos priistas del Edoméx.
Félix Santana, secretario ejecutivo de la Comisión para la verdad de Ayotzinapa, resume ese apoyo: “Respaldamos la reorganización del partido en el Estado de México. Lamentamos el oportunismo que desvirtúa el objetivo del mítin del 12 de junio. En su momento, nos pronunciaremos sobre el compañero que por su origen de izquierda, trayectoria política, identidad y cercanía con el Proyecto del Presidente Andrés Manuel López Obrador, debe conducir el próximo gobierno del Estado de México”.
A Santana el grupo de Higinio Martínez le robó la posibilidad de postularse en 2017 como alcalde de Toluca, porque la propia Delfina Gómez reventó las reuniones que los fundadores de Morena realizaban en la capital. Junto con ella, apareció el hijo de AMLO, José Ramón López Beltrán, que corrió de su propia sede a los militantes.
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Santana se alineó con Encinas, pero la ruptura en Morena ya hacía daño, tanto que en el 2021 ese partido perdía municipios importantes como Toluca y Metepec. La carta política más importante de Encinas serán las investigaciones acerca del paradero de los 43 de Ayotzinapa, un caso que ya se ha resuelto y que sólo espera la indicación de López Obrador para hacerse público. Este uso de la tragedia como bono electoral no puede evitarlo ni la Cuarta Transformación y así lo hará porque puede hacerlo.
Encinas, sin embargo, tiene una historia dentro de la Comisión de Búsqueda para Ayotzinapa. Más de 200 testimonios de familias y ex alumnos de aquella normal han narrado la implicación de al menos 26 ex normalistas de Ayotzinapa en la desaparición de sus compañeros. Ese grupo era encabezado por dos de ellos, el actual diputado federal plurinominal por Morena, Omar García, también llamado Manuel Vázquez Arellano, a quien le apodan el Eterno, el Jackie Chan o el Abuelo; y David Flores Maldonado, el Parca, ex secretario general de esa escuela. La Fiscalía Especial les dio trato de testigos protegidos, los inscribió como víctimas de los hechos de Iguala e invisibilizó los hechos en los que participaron. Los testimonios que los involucran están contenidos en el libro Los Infiltrados: el secreto de Ayotzinapa, donde se narra además el trato denigrante que esa Comisión ejerce sobre el caso del normalista Julio César Mondragón Fontes -nacido en Tenancingo, en el Estado de México- a cuyos familiares les fue acotado el acceso a su propio expediente. Lo que digan Encinas y su equipo al respecto puede ser contrastado por las familias afectadas y nuevas investigaciones en torno a la normal, que revelan la intromisión de jóvenes sicarios del cártel de los Ardillos en la cúpula estudiantil en el 2022. Eso, y un hecho en Tetelillas, Guerrero, cuando comenzaban los trabajos de búsqueda de desaparecidos, señalarán la ruta electoral del “subse”, quien ya fue candidato al gobierno del Edoméx por el PRD.
De acuerdo a cierta percepción pública, que incluye también opiniones periodísticas, quien tiene más posibilidades de ser candidata es la maestra Delfina Gómez, actual secretaria federal de Educación. Ya compitió en 2017 contra Alfredo del Mazo y apenas un puñado de votos le arrebataron in triunfo que Morena no supo cuidar en las casillas. Ella es parte del GAP de Higinio Martínez, con quien hoy ha roto relaciones, o eso dicen sus cercanos.
Del resto de aspirantes, una larga data de actos de corrupción y abusos los marcan. En ese aspecto, el menos afectado es Horacio Duarte.
Ya es hora. La marea guinda ha estado llegando en camiones y vehículos particulares de todas partes de la entidad, sobre todo del valle de México, al centro de Toluca para concentrarse en bandos muy definidos en la explanada del Teatro Morelos, remodelado por Juan Armando Hinojosa, el compadre querido de Enrique Peña, y que es el foro donde los gobernadores priistas leen sus informes de gobierno. Un golpe al símbolo, querían.
Les faltó valor para hacer el mitin frente a la Casa de Gobierno, donde vive Alfredo del Mazo.
No, no serán las encuestas las que definan al candidato.
Naturalmente, eso ya lo sabe la militancia.
*
Sí. No. El arranque de las campañas multitudinarias de Morena es lo mismo que decenas de camiones estacionados en la avenida de Lerdo. Ahí vienen los militantes, los acarreados que de todas formas son entusiastas y van tomando posiciones para marchar las tres cuadras que los separan del Teatro Morelos. Primero, se toman la foto en el Parque de la Ciencia que construyó Del Mazo, el primo-hermano de Peña, por 350 millones de pesos. En una de las escalinatas se toman la foto y ahora sí, se declaran listos para vitorear a sus líderes.
Para cuando pasan por enfrente del Palacio de Gobierno ya otros se les han adelantado y han tendido sus puestos donde los muñecos de AMLO son la atracción principal.
Pocos entienden lo que significa venir así. No son actos espontáneos porque obedecen a una logística dictada desde la necesidad del poder, de ocupar una tarima y de echar discursos que en poco o nada se diferencian de lo que podría decir la priista Laura Barrera o el panista Enrique del Villar.
En 2011, en la colonia Aviación de Autopan, al norte de Toluca, las comunidades se alquilaban para ir a gritar con los perredistas, después con los priistas y luego con los panistas. Hoy no es distinto y esos tres partidos están representados en uno solo.
A las 11:22 el senador Higinio Martínez llegaba a un escenario que forma parte de sus fantásticas ilusiones. Escuchar su nombre, ver la locura de quienes lo aclaman y le abren paso para él será suficiente por hoy. Él y el resto de los contendientes se ven ocupando la oficina central del Palacio, uno de los corazones vitales del Grupo Atlacomulco por décadas. Su pulcrísima camisa blanca ya está empapada y algo dice a los reporteros, que lo buscan porque no hay de otra. Dos tipos lo abrazan y decenas de cachuchas con las iniciales HM brotan como un hongo colorado en este mar de izquierda enrarecida, que ha olvidado la fuerza de la comunidad, la fuerza elemental de los que comparten la misma tierra.
Más adelante, a las puertas del teatro, mujeres bailan al ritmo de una cumbia sabrosa cuya música se vicia tanto que resulta un alarido. Matraqueros y banderas de esta suave patria les hacen corro y se divierten. No se puede hacer más, excepto gritar cuando sea el momento.
Los líderes parecen futbolistas, deportistas venidos a menos porque no han encontrado otra forma de hacer política que ésta. La reunión de los triunfadores, de los caudillos, de los defensores del pueblo tiene un dejo de mala leche y poco a poco las espinas vuelven a crecer en algunos corazones que creyeron que la transformación era posible. Y así sucedió, todo ha cambiado para seguir igual.
Luego llega Marcelo Ebrard, a las 11:56. Sus dos metros de altura le permiten decir que va a la cabeza en la carrera presidencial. Con su playera roja y su sonrisa perenne, ha cambiado la Cumbre de Estados Unidos por las calles de Toluca. Y balbucea, ante las preguntas casi descerebradas que el tumulto le lanza: “estamos muy contentos… esteee… por aquí, por aquí… el Estado de México es uno de los últimos bastiones…” gritan todos al mismo tiempo. ¿Qué tal que fuera el próximo presidente? ¿Qué tal que ya lo vimos caminando por las calles de Toluca? ¿Qué tal que alguien le grita “carnal”, y Marcelo no voltea?
En eso, todos gritan:
-¡Ahí viene Cuauhtémoc!
Y es verdad. El ídolo del América, el último dios de barro del futbol mexicano ha llegado a las inmediaciones del teatro. Es uno de los pocos que lleva cubrebocas y en su calva de mundialista se refleja toda la potencia del sol. Para quienes no lo sepan aún, es gobernador de Morelos, un estado minúsculo azotado por el narco y la corrupción del gobierno que encabeza. Acostumbrado a los enjambres, el Temo o “el gobernador”, como ahora le dicen, se abre paso a empujones aunque eso le provoca sofoco. Ya no es el mismo, pero esta que va echando los hombros atrás, resoplando, es quizá la peor versión que pudo escoger de sí mismo. El Temo se ha integrado a las comitivas de Morena como un acarreado más, como un niño que ha perdido su pelota y ahora la buscara en las esquinas de una portería sin red.
Después llegaron los demás. Mario Delgado, Claudia Sheinbaum, María Luisa Alcalde, Layda Sansores, Lorena Cuéllar, Adán Augusto López Hernández, Américo Villarreal, Víctor Manuel Castro Cosío y Citlalli Hernández subieron a la tarima y corearon en los micros que es un honor estar con Obrador. Los 30 mil asistentes que dijeron iban a meter a ese espacio parecen menos, una cantidad que rebasa cualquier cálculo, pues los militantes se han acomodado en las calles aledañas del centro toluqueño.
Adán, el secretario de Gobernación, se encargó de llevar su propia publicidad. Una decena de camionetas con publicidad del amigo de AMLO, le dieron la vuelta al centro de Toluca. “Adán va”, decían esas vallas móviles que tratan de decir sin decirlo que quiere ser presidente de México, una elección para la que faltan dos años.
Todavía en 2014 los operadores de Morena andaban en bici recorriendo los distritos y las colonias, pidiendo prestado para comer, para dormir. Hoy, su realidad es otra, la de los políticos encumbrados. Porque los operadores siguen siendo lo que eran y siguen pidiendo prestado para completar el día. En tanto, la publicidad presidencial de Adán y Claudia ha comenzado a aparecer en municipios mexiquenses. Se trata de las mismas formas, de los mismos modos que usó siempre el priismo.
*
El arranque del proceso electoral interno de Morena sirvió para entender en cuántas tribus se ha dividido el partido y la fuerza que tiene cada una de ellas. Las frases de “es un honor estar con Obrador y otras que mezclan la figura del presidente con los periodos electorales por venir sólo adelantan que el presidente hará suyas las campañas del Estado de México y la presidencial.
Los encinistas no han perdonado que los hayan cercenado de los procesos anteriores y ubican, como todos, a Higinio Martínez como el culpable de la rotura del partido. Tienen, por ahora, el apoyo moral del presidente, que tampoco se tentará el corazón en caso de que le convenga hacerlos a un lado.
Las diferencias entre los políticos y la militancia es abismal. Los primeros viajan en camionetas de lujo y los otros como pueden. Los de abajo, como siempre, compran los pines, las calcomanías y los discursos como si fueran parte de una solución para componer un país feminicida y letal, sumido en la miseria. Los militantes, que defienden al presidente pero no al partido y de todas maneras se equivocan, han construido en su día a día una esperanza que se ha transformado en pobreza franciscana, que ya no admite otra vuelta de tuerca.
A Ebrard sus asesores le han dicho que la frase de “ mi carnal” para hacerse el simpático, porque no lo es y le costará mucho quitarse a la Línea 12 del metro, a la negociación de aranceles por migrantes y a la integración de México como subordinado militar del Comando Norte norteamericano.
A los demás, a los que necesitan desesperadamente gobernar la entidad, habrá que recordarles que este es un narcoestado que no admite errores, y que las fuerzas armadas y de seguridad pública están coludidas con los cárteles. Que limpiar el Estado de México no es fácil sino imposible en tanto Morena deje de alimentar la corrupción como hasta ahora lo ha hecho.
El arranque de esta mañana solamente quiere decir que hay una guerra, una guerra que nos ocultan. Y eso los encinistas lo saben muy bien.
Fotografía: Ramsés Mercado.