Brenda Cano: diseño. Miguel Alvarado: texto.
Toluca, México; 17 de octubre de 2022.
Una de las grandes interrogantes acerca del asesinato de los 46 normalistas de Ayotzinapa, ocurrido el 26 de septiembre de 2014, radica en averiguar por qué acudieron a la ciudad de Iguala, Guerrero, a secuestrar camiones, cuando los dirigentes estudiantiles sabían que pesaba sobre la normal y sus alumnos una amenaza de muerte, proferida por el cártel de los Guerreros Unidos el primero de junio de 2013, derivada de la toma del palacio municipal de Iguala que los normalistas habían realizado debido al asesinato del líder social Arturo Hernández Cardona. A él lo ejecutó el propio alcalde José Luis Abarca, después de secuestrarlo junto con otras personas.
Esa fecha, Ayotzinapa tomó las instalaciones con fuerza y violencia exigiendo la presentación con vida de Hernández Cardona. Fue en el interior de ese palacio municipal que se llevaron a cabo los funerales de Cardona y de quienes habían sido asesinados con él. Los estudiantes llevaron café, azúcar, pan y otros alimentos para esa última despedida y acordaron con la familia del muerto que la Banda de Guerra de la escuela asistiría al entierro para rendirle honores.
Así, los de Ayotzinapa regresaron a su normal y preparar el homenaje. Iban en una Urvan de la escuela y planeaban volver lo antes posible con los músicos.
Los jóvenes insistieron en saber los motivos de tal decisión, y ella les dijo entonces que los Guerreros Unidos le habían marcado y amenazado. Le dijeron que si los estudiantes regresaban, entonces habría 20 ataúdes más en el palacio municipal. Y para que le creyeran, también les dijo que a ellos, en ese momento, los seguían sicarios en la carretera. Además, esa amenaza se extendía para todos los alumnos integrantes de la normal, y no tenía fecha de caducidad. Era para siempre, hasta que los Guerreros Unidos se fueran, en todo caso.
Una vez en la escuela, los que llegaban de Iguala comunicaron a la base estudiantil toda esta información y se decidió que ningún normalista debía viajar de nuevo a Iguala. Si alguien iba debía hacerlo con cautela y rápidamente, y no llevar nada que lo relacionara con Ayotzinapa. Si era detenido, tenía que decir que era estudiante de cualquier otra escuela o lugar. Ayotzinapa, a partir de entonces, estuvo vetada e Iguala se convirtió en territorio prohibido para sus integrantes.
Todo esto estaba en conocimiento de los líderes estudiantiles y de la escuela en general, que por un año evitó ir a Iguala, para no provocar una reacción de los Guerreros Unidos.
Todos esos cuidados se dejaron de lado el 26 de septiembre de 2014. En ese momento, la cúpula estudiantil, cuyo nombre oficial es Comité Central, estaba formado por David Flores Maldonado, quien era secretario general y la máxima autoridad estudiantil reconocida de manera oficial; lo acompañaban Jorge Luis Clemente Balbuena, secretario de Organización y Agustín Chocolate, secretario de Actas.
La estructura de Ayotzinapa cuenta además con comités, y entre ellos los más importantes son el Comité de Orientación Política e Ideológica (COPI), el cual “introduce a los normalistas a la perspectiva socialistas que históricamente los ha definido en términos identitarios”, señala el investigador Zaíd Díaz en su tesis de maestría “Las tramas (in)visibles del Caso Ayotzinapa”, escrita para la Universidad Iberoamericana en 2021.
El mismo Díaz apunta el resto de los comités: Orden y Disciplina; Lucha; Transporte; Relaciones Exteriores o RELEX; Finanzas; Primeros Auxilios; Higiene; Difusión y Prensa; Producción; Cultura y Deporte, entre otros. Los más importantes son los de COPI, Orden y Disciplina y Lucha.
Por eso, que los estudiantes de primer año fueran enviados a Iguala, que además desconocían la historia que relacionaba a la normal con aquella ciudad, no es un asunto menor. Porque los líderes que dieron la orden de salir sabían del peligro que representaba ese viaje. Era imposible que no lo supieran, y en todo caso debieron oponerse a quien ordenó la movilización de los pelones de primer año e impedir esa actividad.
El tema de quién o quiénes dieron esa orden ha minado a la normal desde entonces y ha causado encono, divisiones y señalamientos. Pero también ha causado indignación y una enconada búsqueda por la verdad que ex alumnos, periodistas, observadores y algunos familiares, sobre todo de los jóvenes asesinados, han impulsado desde hace ocho años para conocer por qué fueron asesinados precisamente sus hijos y parientes. Esos esfuerzos han perfilado a dos ex alumnos como presuntos responsables, que se han movido en una trama que explica por qué los enviaron y cómo fue que nadie se opuso a ello. A esos dos alumnos los califican como infiltrados.
Esos alumnos son el actual diputado federal plurinominal por Morena, Manuel Vázquez Arellano, a quien le apodan Omar García, el Eterno, Jacky Chan o el Abuelo, y que cuando estaba en Ayotzinapa era el encargado del Comité de Orientación Política y líder de la comunidad estudiantil, y David Flores Maldonado, el Parca, secretario general de la normal y líder oficial de la escuela. Ahora, un video subido a redes sociales el 13 de octubre de 2022 por el diputado Vázquez, recoge declaraciones que le confirman a los padres esa responsabilidad: “fuimos nosotros”, dice el diputado, refiriéndose a quién dio la orden de enviar a los alumnos de primer año a Ayotzinapa.
El video del diputado Vázquez Arellano
Manuel Vázquez Arellano tomó entonces el micrófono. Participaba en una mesa política denominada “A 8 años de la noche de Iguala”, que se presentaba en el marco de la XXII Feria del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, el 14 de octubre de 2022. Vestido con una guayabera negra, el diputado federal plurinominal por Morena tomó la palabra.
– Familiares de mis compañeros sobrevivientes, egresados de Ayotzinapa, miembros del movimiento social nos acusan a los sobrevivientes de ser los responsables de lo que pasó aquella noche. Hay quienes me acusan a mí, quienes acusan a David Flores Maldonado, la Parka, hay notas periodísticas cada septiembre o cada vez que pueden acusándonos a nosotros de que somos los responsables de lo que pasó aquella noche”, señaló, mientras agitaba vehemente su brazo derecho. Después dijo que hay algunos que lo han amenazado dentro del movimiento social y que los insultan, a él y a Flores Maldonado, y los señalan de traidores, vendidos y de haber colocado a los alumnos de la normal en las calles de Iguala, en septiembre de 2014.
Después de recordar que era dirigente estudiantil, señala que lo primero que les preguntaron los padres de los 43 y los familiares de los jóvenes asesinados es lo siguiente:
-Primera pregunta: ¿quién los mandó a Iguala? Segunda: ¿por qué los mandaron a Iguala? Tercera: ¿por qué sólo a los de primero? Cuarta pregunta: ¿por qué en la tarde? ¡Claro! ¡Esa pregunta se la haría cualquier familiar! ¡Y claramente respondimos: fuimos nosotros! ¡Fuimos los dirigentes estudiantiles que seguíamos una tradición de lucha, de participar en la marcha del 2 de octubre!- suelta sin más, con lo que aclara quiénes dieron la orden de que los estudiantes de primer año fueran a un territorio prohibido para ellos.
La declaración del diputado Vázquez no tiene desperdicio. Sin embargo, ha omitido que la base estudiantil había prohibido cualquier tipo de actividad relacionada con la toma de autobuses. Que el dirigente de los alumnos, el Parka se había comprometido a no llevar a cabo ninguna acción de este tipo, pero que ese día 26 de septiembre por la mañana, los dirigentes habían desalojado a alumnos de segundo, tercero y cuarto año de las instalaciones de la normal, con la excusa de un permiso de tres días, y que habían mantenido nada más a los de primero, que no podían oponerse a ninguna de las decisiones que sus superiores jerárquicos tomaran respecto a ellos y a la escuela. De acuerdo con más de 200 testimonios recabados entre alumnos y padres de familia, quien dio la orden de salir hacia Iguala fue David Flores Maldonado, avalado por el diputado Vázquez Arellano.
– ¡Les respondimos! ¡Eso hicimos! Bueno, de ahí se agarraron muchos, entre ellos medios de comunicación, el gobierno federal en aquel tiempo, gobiernos locales, organizaciones sociales que más que aportar a veces andan nomás ahí metiendo cizaña, otros líderes o dirigentes estudiantiles… este… dirigentes reales que también les gusta meter cizaña… precisamente para tratar de responsabilizarnos a nosotros. Pero yo les digo una cosa: en una asamblea posterior doña Cristina Bautista, una de nuestras madres de los 43, madre de Benjamín Ascencio Bautista, dijo en una Asamblea: ‘yo tengo la culpa por la desaparición de mi hijo porque mi hijo no quería estudiar ese año, quería quedarse a trabajar el campo. Yo lo obligué a que tenía que estudiar a fuerza este año. Yo soy la culpable’- recordó entonces el diputado, que además dijo que el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro, Tlachinollan y ellos mismo trataron de convencer a esa señora de que no había culpables.
En octubre de 2014, una comisión secreta de alumnos de Ayotzinapa que se oponía al Parca y al diputado Vázquez, organizó la búsqueda de sus compañeros. Y razonaron: si el gobierno y los medios decían que los culpables habían sido los narcos, entonces tendrían que buscar entre ellos. Dos alumnos se las ingeniaron para reunirse con jefes del narco de Huitzuco, Iguala y Tixtla, hasta que uno de ellos les indicó que un narcotraficante, jefe de plaza de Chilpancingo, los recibiría y les contaría lo que sabía. Así que sicarios y halcones los llevaron ante el jefe de plaza, que se identificó como El Güero, y lo primero que él les dijo fue que la primera orden para poner a los estudiantes había salido de la normal.
– La culpa está en autoridades civiles, policiales, militares- dice el diputado Vázquez- está en un Estado que aprovechó la noche y todo el desprecio que tenían y desapareció a nuestros compañeros, que nos balacearon aquella noche. En ellos está la culpa y la responsabilidad, no tenemos por qué echárnoslas entre nosotros ni asumir ellos como familiares, porque entonces ¡caray! ¿somos culpables de ser pobres y de buscar alternativas dentro de las normales rurales, de ser aunque sea maestros? Claramente no, pero esa, repito, es una verdad que hay y mucho se aprovechan de eso […] del dolor de las familias y ahí andan pegados a ellos, no todos, no todas, no voy a generalizar, pero hay mucha gente que es… pues canija- apunta.
Después afirma que él rompió esquemas aún dentro del movimiento estudiantil, y como hizo giras nacionales e internacionales, así como redes de apoyo para Ayotzinapa a nivel internacional, entonces todos pensaron que él ya se había “vendido”. El diputado omitió también que quienes lo recibieron en ciudades como Nueva York y Madrid han relatado y publicado sus experiencias con él, y lo tachan de soberbio y manipulador, pero también lo señalan de acoso a mujeres y de efectivamente haber lucrado.
– ¡Pero qué pasaba cuando llegaban los medios a Ayotzinapa! Nadie quería dar la cara, nos mandaban a nosotros-señala el diputado, quien recrimina a su escuela que no quisiera hablar porque “las familias se ponían en riesgo”, pero que ahora esas mismas personas apuntan sus rifles contra él y contra quienes dieron la cara en los momentos más cruentos y peligrosos.
También recrimina que nadie en la escuela quiso “apuntar su rifle contra Peña Nieto o contra aquellos que sí fueron responsables, porque lo más fácil es acusar a un compañero.
-Lo digo… no por mí, lo digo porque así están los compañeros, muchos de mis compañeros sobrevivientes ahora son maestros y se enfrentan a ese chismorreo, a esos prejuicios, a esa… a esa mella que hizo la campaña mediática que emprendió Peña Nieto- apunta el diputado.
Sin embargo, también se le olvidó mencionar que en la normal se ejecutó un pacto de silencio que hasta la fecha prevalece, derivado de secuestros, levantones, golpizas y amenazas contra alumnos, realizados por personas que tenían pinta de militares o de policías, y que a los chicos les daban ubicaciones de sus familias, nombres y ocupaciones. Ese terror hizo que la mayoría callara y que otros como el propio diputado mejor se fuera de la normal.
-Porque nos acusaron de que éramos narcos, nos acusaron de que éramos los responsables, nos acusaron de tantas cosas. Y no lo sufrimos sólo nosotros. Lo sufrieron familias mismas de los 43, porque en sus comunidades también les dicen que ya les gustó andar de revoltosos, y que seguramente les están dando dinero- apuntó el diputado, quien pidió que si alguno ve a un familiar de los 43, elija abrazarlo, porque no sabe cómo está, qué necesita.
Al diputado, en realidad, familiares de los 43 y ex compañeros, lo señalan de infiltrado junto con el Parca. La CoVaj y la Fiscalía General de la República ha acogido al diputado, al Parca y a 21 de sus compañeros y aliados como testigos protegidos, y sus declaraciones han ayudado a elaborar la nueva investigación del gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador. A quienes no pertenecen a este grupo, la Fiscalía, aunque elabora sus declaraciones, no los toma en cuenta.
Los soldados normalistas
La Comisión para la Verdad de Ayotzinapa (CoVaj) señaló el 2022 a un normalista desaparecido, Julio César López Patolzin, como infiltrado del ejército mexicano, lo cual había sido probado por el periodista Humberto Padgett desde marzo de 2019, cuando dio a conocer que la Sedena pagaba un salario a López Patolzin, quien fue levantado junto con los estudiantes en Iguala. Sin embargo, el rastreo de su número celular condujo como última localización el interior del 27 Batallón de Infantería en Iguala. Este normalista-soldado habría enviando a su comando, el teniente de Infantería del 27 Batallón del ejército, un último mensaje a las 10 de la mañana del 26 de septiembre de 2014.
En realidad, el Comité Central de Ayotzinapa ya sabía que López Patolzin había estado en el ejército, porque la familia de él fue a abogar ante algunos alumnos para que pudiera ingresar. Sobre todo su madre, aseguró que López Patolzin ya había dejado la milicia y que trabajaba como macuarro”.
Otros como Hugo Alberto Ramírez Gutiérrez, ex titular de Antisecuestros de la extinta PGR, señaló que en total eran cuatro los infiltrados. Y dio algunos datos, por ejemplo, que uno de esos respondía al nombre de “Juan”, y que la tarde del 26 de septiembre de 2014 se quedó en la normal, por motivos desconocidos. Eso lo señala también el reportero Jorge Martínez, de Milenio Noticias, y que ha sido monitoreado por la Sedena, de acuerdo al reporte 3469 de Inteligencia S-2 de la Sección de Infantería, del Grupo de Información de Radio y TV, con fecha del 19 de agosto de 2022, dirigida al Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional.
Además de “Juan”, otro militar “estaba realizando labores de vigilancia en calles de Tixtla”. Un infiltrado más del ejército habría perdido la vida, pero no se indica cuándo, dónde o cómo.
El informe sin censura de la CoVaj
Además de las conversaciones por chat que fueron filtrados hace unas semanas, hay otras informaciones importantes, respecto al 26 de septiembre de 2014, que contiene el último Informe de la Presidencia presentado por Alejandro Encinas.
Ese documento sin tachones apunta, por ejemplo, que los normalistas de Ayotzinapa habían intentado secuestrar camiones en Chilpancingo, la capital de Guerrero, a las 12:25 del día, y que esa acción fue impedida por la policía estatal. Este reporte proviene del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). También dice que desde que salieron de la escuela, tres normalistas especialmente llevaban “el dedo” de alguien que había resaltado su importancia. Ellos eran Bernardo Flores Alcalá, a quien se le había encomendado la misión de Iguala; Julio César Mondragón Fontes, alumno mexiquense de primer año, adscrito a la Casa del Activista que encabezada el ahora diputado Vázquez Arellano, con quien mantenía diferencias visibles para todos; y un tercer alumno al que no se ha podido identificar.
A las 14:37, alguien hizo contacto con un agente denominado como Órgano de Búsqueda de Información (OBI) de la Sedena para informar que en el grupo que salía de la normal iban siete estudiantes a los que se les identifica con nombre y foto. Ese mensaje, enviado por chat, dice textualmente que “la persona que nos manda la informacion informa que estos son gente del cohiloco primo del takia ai que estar vergas van a llegar pasadas las 7 o 8”.
De acuerdo con la Covaj, el Cochiloco anuncia a las 17:00 a los estudiantes del primer año que saldrán a una actividad, pero no les dice a dónde. También dice que los normalistas salen de la escuela a esa hora, aunque los registros del celular del joven Julio César Mondragón Fontes apuntan que salieron a las 17:32, por las conversaciones que mantenía con su pareja.
Así, no con tres, sino con siete señalados, los estudiantes salieron de la escuela con rumbo a Iguala. En una primera declaración de David Flores Maldonado, el Parka, secretario general de Ayotzinapa ante la PGR, puede leerse que culpa a los alumnos de primer año de organizar por sí mismos ese viaje, sin autorización de nadie. Incluso, dice que él iba con ellos en uno de los dos camiones que salieron de la escuela. Poco después, el Parka cambiaría radicalmente su versión y diría que no iba con ellos, que tampoco los alumnos de primero habían organizado la salida, que en realidad iba el Cochiloco al frente del grupo, apoyado por alumnos afines al propio Parka y que él mismo se encontraba en Chilpancingo, acompañado de una mujer. Después se sabría que los jóvenes a cargo de la expedición mantenían contacto por celular con el Parka, de modo que sabía lo que estaba pasando en tiempo real. Al final, llegó a la esquina de Periférico Norte y Juan N. Álvarez para dar una conferencia de prensa junto con otros. En esa esquina fueron atacados por policías municipales. Ahí murieron acribillados los alumnos Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo. Un tercero, que resultó Julio César Mondragón Fontes, fue levantado por sicarios, entre ellos Eduardo Jaimes, el Chucky, y apareció al otro día, muy cerca de las oficinas del C4 de esa ciudad, torturado y desollado, con más de 60 fracturas en 37 de sus huesos. Ese crimen se convirtió de inmediato en el mensaje que sus perpetradores intentaron dar a la normal y a sus aliados. “Esto les pasa”, era ese mensaje sin letras ni sonido pero descarnado como el rostro del normalista.
A las 22:15, David Cruz, el jefe de halcones de los Guerreros Unidos, anunciaba en los chats de los sicarios que había que revisar que entre los alumnos de Ayotzinapa viniera el Takia, un narco al que los de Iguala relacionaba con los Rojos. Este grupo había entrado la mañana del 26 de septiembre de 2014 a Iguala, y después de enfrentarse contra los Guerreros Unidos y los policías municipales, habían sido derrotados, asesinados, descuartizados y echados a un río cercano. En total, habían sido 17 los muertos en esa narco-batalla por la ciudad. Por eso, ese día, los Guerreros Unidos esperaban una nueva arremetida de sus rivales.
Las antenas de los Guerreros Unidos se encendieron cuando se enteraron que en el grupo de los normalistas podrían estar miembros de los Rojos, mezclados con los estudiantes. Esos supuestos Rojos serían encabezados por un sicario llamado Omar Cuenca Marino, a quien apodaban el Niño Popis, arrestado a finales de 2018 y encarcelado en el penal de Puente Grande, Jalisco. No se ha precisado cómo es que Omar Cuenca se habría metido en alguno de los camiones de los estudiantes, el 1531 y el 1568. A Cuenca la Sedena lo ha relacionado con alcaldes de Guerrero como Mario Alberto Chávez Carbajal, del municipio de General Heliodoro Castillo. Otro funcionario relacionado con él es ahora titular de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal (SSPE) en Chihuahua, Emilio García Ruiz. Este hombre estuvo al frente de la Dirección General de Investigación en Apoyo a Mandamientos Ministeriales en Guerrero y está señalado de favorecer a Cuenca a cambio de pagos millonarios.
La revisión que harían los Guerreros Unidos entre los normalistas estaba relacionada con la supuesta presencia de Cuenca.
“A ya sabes como es pinche chueco”, escribió entonces David Cruz, el jefe de halcones de los Guerreros Unidos en el chat de los sicarios.
“Chango onde estas dice negro que vienen los ayotzinpos que qe ai que checar que no venga el takia ai en la bola”, insiste Cruz.
Pero esas comunicaciones también revelan que la intención inicial de los Guerreros Unidos era dar un escarmiento, una lección “darles una chinga a los estudiantes y de recuperar el material que “a1” no quería disturbios, que los policías de Cocula y Huitzuco iban a ayudar a darles una chinga a los estudiantes”.
David Cruz continúa: “[…] por ke poes nosotros ese día nomas isimos lo ke ordeno a mi el negro me dio la orden ke les dijera ke nomas una chinga y recuperaran el material que por ke según a1 no keria disturbios y ya ke los de cocula huitzu y los municipales de aki nos Ivana ayudar le de echo una chinga y detenidos pero no se ke paso chango ke dijo kiero que les den piso a todos asta le dije a Karen negro se volvió loco kiere ke matemos a todos”.
Todavía no se explica por qué las autoridades federales protegieron a los Guerreros Unidos, a los funcionarios de los municipios involucrados, a los policías federales y estatales, y al ejército y los cuatro militares que hoy son señalados como responsables. Tampoco se explica quién es el sicario al que le dicen El Negro y que en las conversaciones muestra jerarquía y mando. Acerca de Huitzuco, no se ha explicado que a quien le dicen El Patrón en ese municipio es Rubén Figueroa, el ex gobernador de Guerrero. Tampoco se ha corroborado de manera fehaciente que A1 sea la clave de José Luis Abarca cuando en los listados de mandos de la policía municipal A1 es el gobernador Ángel Aguirre, A2 es el secretario general de Gobierno y A5 es el alcalde Abarca. Tampoco se dice que Omar Cuenca era uno de los jefes sicarios de los Rojos en Carrizalillo, junto con Margarito Álvarez Bahena, quien era jefe de Narciso Vázquez Arellano, hermano del diputado Vázquez Arellano, a quien asesinaron en ese lugar cuando cuidaba las espaldas de quien lo había contratado.
Los videos de Messi
El siguiente es un relato que forma parte del libro “Los Infiltrados. El secreto de Ayotzinapa”, publicado en 2021 por el sello de VCV y escrito e investigado por Miguel Alvarado.
“Pero sus excompañeros no comparten su versión y, en efecto, lo señalan como parte del mecanismo que se puso en marcha esa noche para atacar a los normalistas, y esto en parte se refrenda porque un alumno de cuarto año que en 2014 era conocido en la normal como Messi, colocó un par de cámaras en su dormitorio porque alguien había estado entrando a él de manera recurrente para robarle sus pertenencias. Una la colocó dentro de su pieza y la otra afuera, y ambas grababan sonido además de imagen. Nadie se percató de ellas porque el alumno tuvo el cuidado de ocultarlas bien, con miras a sorprender al ladrón. Estaban conectadas a su computadora.
”El dormitorio de Messi se encontraba en el último tramo de un edificio que los alumnos llamaban La Gloria, porque es una construcción que se edificó en la parte más alta del campus escolar. Para acceder a ese cuarto se pasa por un pasillo bien iluminado, lo cual permitió que las imágenes que capturó la cámara externa fueron nítidas.
”Los primeros días después de la tragedia, como todos los alum- nos de la normal, Messi se dedicó a ayudar a los padres y sobrevivientes y se olvidó por completo de sus cámaras, que sin embargo dejó grabando, pero días después, cuando tuvo tiempo y cabeza para revisar lo que había en ellas, dos escenas que encontró lo dejaron impactado, y las compartió con algunos de sus compañeros, ajenos al grupo de El Parca, porque terminaron por confirmar la historia de infiltración dentro de la normal.
”En una se ve al secretario general, David Flores Maldonado, hablando por su celular. Se le ve gesticular y se le escucha gritar a alguien: ¡No quedamos en eso!, ¡esto no debía pasar!, ¡en eso no quedamos! Estuvo ahí unos minutos y después se alejó y salió del rango de cobertura de la toma. En la segunda escena aparece Omar García, El Eterno. Se le ve y escucha también hablando por su celular. Está alterado, gesticula, se agarra la cabeza con una mano, y con la misma manotea. Después le grita a su interlocutor:
”–¡En eso no quedamos, eso no fue lo que se acordó! ¡Quedamos en que no habría muertos!
”De inmediato Messi supo que ambos hablaban de los 43 compañeros desaparecidos. Jamás olvidará lo que El Parca y El Eterno dijeron, cada uno en sus palabras y en momentos diferentes, pero lo mismo”.