José Gorostiza: dos cartas inéditas

Ciudad de México

Periódico de Poesía

Como resultado algo tardío de un hallazgo hecho hace una década en los riquísimos archivos mexicanos conservados en la Universidad de Princeton, terminó de imprimirse y comenzó a circular hace un mes la compilación Encadenado a esta ausencia. Diez cartas inéditas de José Gorostiza (Monte Carmelo, 2023), con presentación y notas mías.

Animado por la convicción de que “una carta de Gorostiza vale lo que un poema de Gorostiza” y por su corolario de que nunca es tarde para leer una misiva suya (menos en 2023, en que se conmemora el medio siglo de su muerte), se reúnen en dicha compilación ocho cartas dirigidas a Bernardo Ortiz de Montellano, dos más a José Martínez Sotomayor, más (en apéndice) una antes divulgada de la que no he podido identificar a su destinatario.

Además de la revelación de pasajes poco conocidos de los meses de sus estancias diplomáticas en Londres (agosto de 1927 a noviembre de 1928) y, una década después, en Roma, por los días en que preparaba la publicación de Muerte sin fin (1939), las cartas nos hacen el regalo invaluable de darnos a escuchar la inconfundible tesitura de la voz del poeta tabasqueño. A título de vista rápida a la compilación, se ofrecen aquí dos de las cartas (CUML).

—Carlos Ulises Mata

Primera Carta

A Bernardo Ortiz de Montellano. Londres, 11 de diciembre de 1927

Carta manuscrita, redactada en papel oficial del Consulado mexicano de Londres y conservada en el Department of Rare Books and Special Collections de la Universidad de Princeton.

 

Querido Bernardo:

Contesto tu carta del 25 de octubre.(1) ¿La contesto? Hemos convenido en que la carta es un género monológico, necesariamente oscuro, a menos que el monólogo se torne diálogo interior, filosofía —como en Hamlet, en cuyo caso no es necesariamente claro. (2)

Tu carta ha sido, pues, como un grito al que me toca dar resonancia para que vuelva a ti en el eco. Esta es la palabra segura, eco. Destierra del lenguaje el sí y el no, la pregunta y la respuesta, y es el modo más inteligente de la comunicación. Pero por eso mismo, Bernardo ¿me permites que hoy, uno de mis días tontos, la conteste?

He escrito para la antología de poetas modernos, la nota que encontrarás adjunta. (3) Unas cuantas palabras tan solo, porque me es particularmente difícil escribir de mí mismo. Hablar no. Nunca hablo de otra cosa. La mandaré al Dr. González Martínez, suplicándole que me la vuelva si no está a tono con las de Uds. y me dé las instrucciones necesarias para corregirla. En realidad, no tengo una idea exacta acerca de la antología, y he procedido casi a ciegas. ¡Pero sale de tan buenas manos que mi único temor es que las mías, tan lejanas, la marchiten!

Celebro que, al fin, Jaime y tú en “Excélsior” abran la brecha que tanto necesitamos para entrar a los periódicos, pero me apena que no puedo leer vuestros artículos. “Excélsior” está desterrado de las suscripciones oficiales, y en Londres no se ve uno ni por casualidad. Tampoco recibimos los ilustrados y sí una serie de periodiquillos vergonzantes que nunca hojeo. Literariamente ¡nada más! Siento que principio a no saber nada de México, a perder la generosa influencia que ejercen sobre uno los amigos, por momentos a no desearla. Supongo que los sucesos últimos, digo recientes, al dar al traste con los viejos articulistas de los diarios, son los que dan origen a las facilidades que han hecho posible el Sindicato de Escritores. (4) Ha sido un momento peligroso, si útil. ¡Ojalá no se nos cobre cara esta utilidad! (5)

¿Trabajas, Bernardo? ¡Qué bueno! Tú siempre trabajas, constante, despacio, quedo. Miras desfilar ante tu escritorio la nueva teoría de Xavier, el viejo escepticismo de Jaime, el entusiasmo categórico de Enrique. Sonríes, porque trabajas. Y cuando lo anuncias, todos nos quedamos sorprendidos. ¡Tienes una manera tan inadvertible de sacar tus carpetas, de tachar una palabra aquí y añadir un párrafo por allá, que no se imagina uno cómo a fuerza de hacerlo aquello se ha tornado de repente un libro!

Gracias por la administración de mi escasa fortuna teatral. No me extraña lo de Bernáldez. El pobre siempre tan arrancado. Ojalá que, como dices, lo de Campillo dé un poco más en La Habana. No lo espero. He visto que no incluyó cuadros nuestros en sus selecciones. (6) ¿Qué tal las obras de Ermilo? Me da gusto que sirvan además para que se hagan amigos. Es un excelente muchacho, si se le agarra con pinzas. Después de agarrado se verá que tiene talento de verdad y corazón —como él lo quiere— de gran señor. (7)

Ténme enterado de la experiencia de teatro que se hará en México. (8) Fue un sueño mío de años que debía realizarse sin mí. Por eso me importa aún más. Ya ves que en una época hasta fui acusado de rayar el disco del teatro. Y cómo me sabe a venganza generosa que, aun no siendo yo el demonio de mi generación, se siga rayando ese disco hasta que no obligue a escuchar. (9) Ahora mi pobreza me tiene alejado de los teatros y por consiguiente un mucho de las ideas teatrales. Esto y exigencias de tiempo me hacen pensar que en un año no podré escribir nada para teatro. Me están tentando otras cosas. ¿Las haré, no las haré? Depende más de Genaro Estrada que de mí, de modo que tal vez no las haga. (10)

¡Qué invierno, Bernardo! ¡Qué soledad de islote en un mar de gente! Pobreza, desamor, abandono de todo — una leccioncita que me llevaré bien estudiada, no sea que me hagan repasarla alguna vez.

Te abraza

José

Segunda carta

A Bernardo Ortiz de Montellano. Londres, 19 de abril de 1928

Carta manuscrita, redactada en papel oficial del Consulado mexicano de Londres y conservada en el Department of Rare Books and Special Collections de la Universidad de Princeton.

CONSULADO GENERAL DE MÉXICO

Querido Bernardo:

Recibí tu carta,11 acomodé tus noticias al paisaje anticuado que conservo de México y vi cómo se me rejuvenecía de repente. Gracias. Te localizo, os localizo, me localizo, nos localizamos. Lo triste es así. Such is life. C’est la vie. ¿Qué le vamos a hacer? No te contesto otra vez, no te escribo tampoco. No te puedo escribir ya, porque ya ha pasado mucho tiempo y no es tiempo de escribir. Ya casi estoy regresando. Tres, seis, doce meses más que tarde, ya están hacia allá, hacia el regreso.12 No te escribo, pues, sino que adelanto la mano y estoy por empezar ya la plática: “No, en Londres, las cosas eran así…”.

José

Notas bibliográficas

1 Publicada en el Epistolario 1918-1940 de Gorostiza, editado por Guillermo Sheridan, (CNCA, 1995, carta 55), y también en el de Bernardo Ortiz de Montellano, con prólogo, notas e índices de Lourdes Franco Bagnouls (UNAM, 1999, pp. 45-47).

2 Gorostiza hace eco de las palabras de Bernardo en la carta a la que reacciona: “En una conversación se dicen cosas pasajeras. En una carta se quiere hablar fuera del tiempo, un poco en lo de uno. Con la carta es monólogo siempre” (Epistolario 1918-1940, p. 156).

3 Con frecuencia se confunde la Antología de la poesía mexicana moderna, que el grupo publicó con el sello de Contemporáneos en mayo de 1928 (previo a la aparición de la revista del mismo nombre), con la Galería de los poetas nuevos de México que ese mismo año hizo publicar en Madrid el pintor y amigo de todos ellos Gabriel García Maroto. Aquí, Gorostiza está hablando de la segunda, la cual, según se ve, no se llamó como él la llama, pero es la que, en efecto, lleva una breve nota autocrítica suya (una “poética”, como se estila decir ahora), similar a la escrita por los otros poetas incluidos.

4 La noticia que le había dado Ortiz de Montellano y aquí se comenta es que él y Torres Bodet habían comenzado a colaborar en Excélsior con un artículo semanal, llenando en ese periódico “los huecos que dejaron [Victoriano] Salado [Álvarez], [José] Elguero y [monseñor Rafael] Guízar [y Valencia], que salieron despachados de México con motivo de los acontecimientos políticos” (carta 55). En cuanto al Sindicato, en una nota a otra carta incluida en este libro se consigna lo que sabemos de él.

5 A la vista de los ataques que los miembros del grupo recibieron en 1928 tras la aparición de la revista Contemporáneos y durante sus tres años de existencia (1928-1931), y sobre todo del encarnizamiento que la andanada alcanzó en 1932, con el proceso judicial a la revista Examen, el temor de Gorostiza en este momento resultó profético.

6 Adolfo Bernáldez (1872-1944) fue un periodista, autor y empresario teatral que —según se desprende de ésta y otras menciones— producía y usufructuaba pequeñas piezas teatrales, sketches y “cuadros” de revista escritas por un ejército de cerebros dispuestos. El juicio que aquí elabora Gorostiza sobre él se entiende en función de lo que Ortiz de Montellano le cuenta en la citada carta 55, a la que ésta responde: “Bernáldez no ha pagado un céntimo, pero con los derechos del cuadro de Sólo para mujeres que te corresponde, y un adelanto que haré a tu cuenta en La Habana, esta semana, pago a Novo”. En cuanto a Campillo, debe de tratarse del representante o dueño de la “Compañía de grandes revistas Campillo”, que alquiló durante años el Teatro Lírico e hizo giras al extranjero, y para el cual, según se ve, también trabajaban los esforzados y jóvenes intelectuales.

7 “Si se le agarra con pinzas”. La reserva de Gorostiza frente a Ermilo Abreu Gómez (1894-1971) era fundada y terminaría por verse justificada cuando éste —a finales de 1931, y sobre todo a partir de 1932— pasó de ser amigo cercano y compañero de tertulias a enemigo desenfrenado de los Contemporáneos.

8 En la carta a la que aquí responde, Ortiz de Montellano le había contado: “¡Ah! Contando con el dinero de Obregón Santacilia y de la señora Rivas Mercado, se inicia el teatro de experimentación”. Se refería, claro está, al llamado Teatro de Ulises, surgido (por así decirlo) como la rama dramatúrgica de la revista de ese nombre que Xavier Villaurrutia y Salvador Novo entonces dirigían (el número 1 apareció en mayo de ese 1927 y el sexto y último en febrero de 1928). En la introducción a otra misiva contenida en este libro amplío el comentario sobre el también llamado teatro de experimentación.

9 Si bien Gorostiza, dada su estancia en Londres, no participó en ninguna de las temporadas del Teatro de Ulises (tampoco en la revista), le fue siempre reconocida (y con justicia) su aportación para abrir ese capítulo trascendente de la historia del teatro mexicano. No deja de ser curioso y muy divertido que en dos de esas expresiones de reconocimiento se haya usado la alusión al “disco rayado” de que aquí se sirve el poeta: i) En el número 6 de la revista Ulises (febrero de 1928), en un texto sin firma con toda probabilidad escrito por Xavier Villaurrutia, se lee: “Aquella vieja idea de los escritores más jóvenes de México —idea que nos daba la oportunidad de oír uno de los discos mejor grabados de José Gorostiza— empieza a cristalizar: el pequeño teatro experimental adonde se representen obras nuevas por nuevos actores no profesionales”; y luego, ii) En un artículo de Antonieta Rivas Mercado en el que la empresaria recuerda así la fundación de Ulises: “La necesidad de hacer teatro, de tener teatro bueno, era apremiante (…) Por su lado, Novo, Villaurrutia, Owen hablaban de hacer teatro. ¿Y no era uno de los discos de Pepe Gorostiza?” (El Universal, 30 de mayo de 1928).

10 Y, en efecto, no hizo esas “otras cosas” que lo tentaban, a menos que desde doce años antes lo “tentara” la escritura de Muerte sin fin (1939), segundo y último título dado a la imprenta en su vida. Sobre los proyectos en que Gorostiza trabajó entre la publicación de Canciones para cantar en las barcas (Cultura, 1925) y 1939 han escrito Julio Hubard, Mónica Mansour y Guillermo Sheridan, quienes han estudido los papeles privados del poeta.

11 Aunque entonces era ya vieja de mes y medio, con toda probabilidad se refiere a la carta que Ortiz de Montellano le escribió el 28 de febrero de 1928, en efecto llena de noticias, chismes y confesiones (recogida en Epistolario 1918-1940, carta 71).

12 Los planes de Gorostiza respecto a la duración de su estancia en Londres (en Europa, en general) variaban con rapidez, según la volátil disposición de su ánimo, la tentación angustiosa de intervenir personalmente en los asuntos familiares y hasta la identidad de los destinatarios de sus cartas. Exactamente un mes antes, el 19 de marzo, le rogaba a Genaro Estrada su apoyo para regresar a México dada “mi situación material y moralmente desesperada” (carta 72). Dos semanas después, le dirigía al mismo Estrada un telegrama urgente diciéndole: “Mamá díceme innecesario regreso vista probabilidad situación mejor suplícole consecuencia no considerar última carta” (carta 73). Luego, nuevamente entusiasta, el 24 de abril le pedía a Carlos Pellicer: “Quédate en Europa hasta febrero del 929, que es hasta cuando yo estaré por aquí” (carta 77). Luego, el 17 de mayo, le notifica a su hermano Celestino que “no ha habido ningún cambio en el propósito inicial de volver en agosto, dentro de tres meses” (carta 79). Al fin, tras haber fracasado la gestión conjunta, suya y de Enrique González Martínez, para que Genaro Estrada ordenara su traslado como escribiente a la Legación de Madrid, Gorostiza solicitó a fines de agosto que “por razones privadas” se le pusiera en disponibilidad a partir de septiembre, consumándose su regreso a México el 1 de noviembre, según lo documentó Guillermo Sheridan en el archivo personal del poeta que conserva la SRE.

José Gorostiza / Villahermosa, Tabasco, 1901 – Ciudad de México 1973. Poeta, ensayista, editor y diplomático. Figura emblemática del grupo Contemporáneos y autor fundamental en la consolidación de la literatura mexicana del siglo XX. Su Muerte sin fin (1939) es uno de los poemas emblemáticos de la lengua española durante el siglo pasado.

Redacción VcV
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