Miguel Alvarado
Toluca, México; 23 de octubre de 2018. Lo que empezó como una ocurrencia en la zona norte de San Pablo Autopan, en la ciudad de Toluca, se ha convertido en uno de los mayores peligros de la ciudad. A Macario Ríos, un policía municipal de a pie de esa región, se le vino la idea de extraer combustible de los ductos que pasan por esa zona, tendidos por Pemex. Desde entonces, no han dejado de hacerlo.
Demasiado tarde llegó la alerta acerca de la presencia de huachicoles en la comunidad de Autopan, al norte de Toluca, a pesar de que fue denunciada en medios desde principios de este año y que actualmente alcanza hasta 150 puntos de venta. Es fácil ubicarlos porque ponen afuera de las casas o locales botes de gasolina vacíos, a veces colgando de palos o varas que hacen fácilmente identificables estos puntos.
En realidad, hace 9 años que las autoridades municipales y Petróleos Mexicanos recibieron los primeros reportes acerca de la ordeña al ducto, y que afecta no sólo a Autopan, sino a los pueblos o delegaciones de Tlachaloya secciones 1 y 2; San Cayetano; San Andrés Cuexcontitlán, San Cristóbal Huichochitlán –tierra del actual alcalde, el priista Fernando Zamora-; San Diego Linares y San Diego de los Padres, así como Pueblo Nuevo.
Se estima que este negocio ha dado ganancias por 326 millones de pesos al año, unos 4 mil 896 millones de pesos durante el tiempo que lleva operando. Actualmente, un promedio de 20 pipas a la semana salen de la zona norte de Toluca para abastecer una región cada vez más grande y que incluso llega a Atlacomulco, al norte del Estado de México.
Un grupo criminal denominado Las Burras, encabezados por un hombre llamado Joel Juárez, son los encargados de las operaciones, que realizan por las madrugadas, protegidos por la policía municipal. Los Burras mantenían, por lo menos hasta principios de año, su base de operaciones en el barrio de San José de la Costa, en el pueblo de Tlachaloya, donde además se trafica cobre robado de los cables del alumbrado público.
Hace cinco años el negocio de la extracción de combustible fue detectado en Toluca por células del narco. Primero, la Familia Michoacana intentó controlarlo sin éxito. Lo mismo le pasó a otros michoacanos, los Caballeros Templarios.
De Joel Juárez, el actual líder de operaciones, tiene conocimiento el alcalde Zamora, según vecinos y policías municipales entrevistados por este reportero el 27 de noviembre de 2017. Así, también denunciaron que las actividades huachicoleras estaba controladas por funcionarios del ayuntamiento como Javier Torres, director general de Seguridad Pública Municipal y Miguel Melo, un ex secretario del Ayuntamiento a quien incluso se le consignó en un confuso operativo achacado al ejército, que después él mismo se encargó de desmentir, el 23 de junio de 2018.
También están involucrados comandantes municipales, así como coordinadores policiacos de la zona norte, así como los comandantes de las regiones 18, 19 y 20.
Las direcciones más importantes, en donde se guarda gasolina o incluso se procesa, son las siguientes:
1. Una talachera en la calle de Francisco Villa, casi esquina con la vialidad Alfredo del Mazo, donde escarban en el camellón cercano, pues debajo pasa un ducto, que lo arrastran hacia ese local. Ahí, utilizan un torton de caja seca para transportar el líquido robado.
2. Entre las calles de Reforma e Isidro Fabela hay un taller mecánico denominado Martínez, en el barrio de La Nopalera, una refaccionaria, además, en ek que se realiza reventa de combustible.
3. Un laboratorio instalado en bodegas sobre la calle de Moctezuma casi esquina con Vicente Suárez. Además, en la zona de San Pablo Autopan se localizan, al menos, tres laboratorios para procesar combustible y transformarlo en distintos productos como aceites y anticongelantes.
4. Sobre la calle Primo de Verdad, antes de llegar a Melchor Ocampo, otro laboratorio.
5. Sobre Isidro Fabela, casi esquina con Luis Donaldo Colosio, un negocio de carrocerías oculta un lugar de ordeña.
Antes de que una pipa volcara, el 30 de julio de 2018, en la localidad de Tres Caminos, la forma de operar de los huachicoles era discreta. La operación, descrita por participantes, señala que un camión-pipa llegaba al lugar de la ordena a las 11 de la noche y se conectaba mediante mangueras externas por media hora. Después 4 ó 5 personas se encargaban de llevar la carga a los centro de distribución antes mencionados. Los monitoristas de Pemex siempre registran las fugas de combustible porque sus sensores señalan bajas de presión. Pero en Autopan nunca acuden. Prefieren no reportarlo.
Lo que no pudo hacer una década de denuncias lo consiguió, primero, el accidente de esa pipa en Tres Caminos, pues al volcar cuando pasaba un puente, volcó y su carga, derramándose, hizo explosión. La detonación estremeció a la ciudad de extremo a extremo. El chofer murió calcinado y el fuego todavía ardía al día siguiente. La mortandad se extendió hasta la fauna del lugar, cuando decenas de aves perecieron calcinadas cuando fueron alcanzadas por las llamas.
La plaga huachicolera llegó apenas a otras instancias, después de que notas periodísticas denunciaran hace pocos días la contaminación de pozos de agua en aquella zona norte. Una diputada de Morena, Mónica Nemer, retomaba las cifras publicadas: 70 pozos contaminados por hidrocarburos, hasta 30 mil litros asegurados por la policía al mes, en todo el Estado de México, un incremento de 262 % en el número de tomas clandestinas en México.
Eso. Y “que se deslinden responsabilidades y se investigue qué está pasando, porque es delicado que al ser un delito del fueron común, el ayuntamiento de Toluca y funcionarios estatales se desatiendan por completo”, dice la legisladora.
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El huachicol sonríe mientras camina por el campo de San Pablo Autopan, siguiendo una vereda que corre en paralelo a los ductos de Pemex. “Aquí, aquí, aquí también”, dice mientras sonríe, porque no puede dejar de hacerlo. “También más allá”, señala, mientras a lo lejos se recorta el perfil de la enorme mansión que Fernando Zamora se construyó en esta zona y a la que le pusieron la “casita blanca”. No es la única. Por lo menos otra casa le compite en lo ciclópeo, la de la familia Manzur, a un lado del mercado de Palmillas, y que, con todo y su capilla privada, es usada sobre todo para guardar los autos Mustang que colecciona el ex secretario de Estado de Enrique Peña cuando era gobernador.
Eso todos en el rumbo lo saben y platican.
Y no está mal, dicen. “Lo que está mal es que vivimos con miedo porque esa familia es vengativa, a muchos de por aquí los han golpeado. La historia de esas construcciones también corren en paralelo a los ductos de Pemex. Esta es también la zona donde trabajan los comerciantes ambulantes agrupados en la Conasoc, una organización liderada por Esmeralda de Luna, ex candida a una diputación por la coalición del PAN-PRD y MC en las pasadas elecciones y que ahora está prófuga, acusada de golpear a sus rivales. Y todavía falta la conexión de combustible con la familia de Luis Miranda Nava, hoy senador de la república, pero cuya hermana y cuñado, dueños de la Universidad Isidro Fabela, fueron denunciados por huachicoleros capturados como compradores de combustible robado. Ellos, al saber de esa acusación, rieron y declararon disparates.
– No, pues cómo les van a probar algo a los de Fernando Zamora, si las detenciones son una simulación –dice el huachicol mientras sorbe del refresco que ha comprado en algún punto del trayecto-. Las detenciones se hacen para que en público se crea que hay detenidos. Todos hacen lo mismo. Municipales, federales, hasta los soldados. Te levantan y te llevan en las patrullas. Pero ya después te dejan ir, pues ya saben, papá. El exhorto de los diputados les pela los dedos, como dice él mismo, mientras se jala hacia la carretera, para volverse a Toluca.