Ramsés Mercado: información e imagen. Miguel Alvarado: texto. Brenda Cano: diseño.
Ocuilan, México; 5 de junio de 2022.
De las 9 lagunas que había en la región de Zempoala, hace poco menos de 50 años, solamente quedan tres, las cuales están a punto de desaparecer porque el agua que contienen «apenas forma algunos charcos». Hace tiempo que la región se encuentra en poder de talamontes y del crimen organizado, que han sometido a las 14 comunidades de Ocuilan que hay allá y prácticamente les han arrebatado cerca de 6 mil hectáreas del llamado Bosque de Agua.
Nadie ayuda a los comuneros. Ni el gobierno del Estado de México ni la Guardia Nacional, esta última dejó de hacer operativos y dejó sin vigilancia la zona boscosa del municipio de Ocuilan.
Los afectados han identificado al menos a seis organizaciones criminales contra las que muy poco o nada pueden hacer. Hoy, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, los habitantes han bloqueado la carretera Santiago Tianguistenco-Chalma como reclamo, para que los volteen a ver. El gobierno federal pretexta que no hay un convenio de colaboración con el Estado de México y por eso no hace nada.
-A nosotros qué nos importan sus líos partidistas. Lo que necesitamos es que nos ayuden y que ellos busquen firmar esos convenios. No lo hacen y Probosque, del gobierno de Alfredo del Mazo, nos ha abandonado, como si no existiéramos- reclama Arnulfo Gómez Barrón, presidente de Bienes Comunales de San Juan Atzingo.
A toda hora camionetas cargadas de troncos bajan de los cerros, que llevan a los aserraderos de Santa Marta y Santa Lucía. Los talamontes no son tan numerosos pero el gobierno los deja operar. Los comuneros trataron por un tiempo de patrullar ellos mismos los bosques pero entendieron que se ponían en riesgo, pues no tienen armas ni permisos. En medio de la devastación están las empresas madereras, que impulsan la tala ilegal porque les resulta más barata. El camión que han atravesado en la carretera tiene además colocadas las fotos de la explotación irracional: bosques enteros arrancados de cuajo, enormes extensiones de tierra arrasada por la tala. El agua, a falta de árboles, escasea.
-Ya estamos cansados de esto. Los bosques están destrozados y los talamontes no se tientan el alma para matarlos. No les importan las consecuencias de lo que hacen- dice la señora María, una comunera que llora cuando narra lo que pasa en Ocuilan, un municipio en el que hace años los talamontes se han instalado para llevarse la madera. Asesinatos, atentados y balaceras es lo que hay desde entonces. El gobierno estatal se ha desentendido siempre de la situación. Hoy, que apenas sobreviven tres lagunas, el colapso de los Bosques de Agua de Zempoala parece inevitable.