Elpidio Hernández
Toluca, México; 12 de septiembre de 2019. Las agresiones, acusaciones y asesinatos en contra de religiosos no es un tema nuevo en el Estado de México. A lo largo de los últimos años, en las páginas de los diarios locales se ha dado cuenta de una larga lista de delitos que se han perpetrado en la entidad.
Uno de los últimos casos y que más llamaron la atención fue el de Luis López Villa, párroco de la iglesia San Isidro Labrador en Los Reyes La Paz, quien la noche del 5 de julio de 2017 fue ultimado en ese templo. De acuerdo con diversos reportes, el prelado fue hallado atado de manos, con huellas de tortura, los ojos cubiertos con cinta y dos puñaladas en el cuerpo.
Pero el caso que más ha estremecido a Toluca fue el asesinato de Ricardo Crespo, párroco de la iglesia de El Ranchito, en Toluca. En febrero de 2000 los hermanos Osvaldo y José Valdés, de 15 y 16 años, hartos de jugar a las “maquinitas” y para “desaburrirse”, decidieron probar algo nuevo.
Entraron al curato y atacaron al religioso con un picahielo, “lo ataron a la cama de pies y manos con lazos que encontraron en el cuarto y por más de dos horas se dedicaron a humillarlo y lastimarlo, hasta matarlo lentamente”, dice una crónica de El Universal.
Cuando el cadáver del religioso fue hallado, dos días después, mostraba 17 heridas de arma blanca y huellas de tortura, además de presentar rastros de orina por todo su cuerpo.
Semanas después los hermanos Valdés, quienes también ultimaron a dos ancianas, fueron detenidos y contaron detalladamente su crimen. “El padre oraba por nosotros y nos perdonaba, mientras nos reíamos a carcajadas”. Luego, cuando el prelado expiró le colocaron un recado que decía ¡Viva la familia¡.
Otro crimen en contra de religiosos fue el de Rolando Martínez Lara, párroco del templo de Santa María de Guadalupe, en la comunidad de Canalejas, del municipio de Jilotepec. La madrugada del martes 18 de febrero de 2014, tres jóvenes ingresaron al templo para hurtar las limosnas y un par de reliquias del atrio principal.
Según la versión de las autoridades, se dirigieron a la casa parroquial, pero uno de los delincuentes fue identificado por el prelado y tomó un cuchillo para herir, amagar y subir a un automóvil al sacerdote. El cuerpo apareció a un costado de la carretera entre el poblado de Buenavista y Comunidad con 30 puñaladas.
Otro religioso víctima de la delincuencia en el Edoméx fue Israel Garrido Omaña de 44 años, sacerdote de la parroquia de San Antonio Abad, quien fue agredido con cinco balazos el 11 de noviembre de 2016 en el municipio de Cuautitlán Izcalli.
Esa noche, dos sujetos que viajaban en motoneta intentaron despojar al clérigo de un vehículo afuera de un Oxxo, pero el cura se opuso por lo que los individuos abrieron fuego en su contra en cinco ocasiones, disparos que le provocaron heridas graves en abdomen y pulmón, razón por la que fue trasladado de emergencia a un hospital privado de la zona, donde murió el 23 de diciembre.
Agresiones
Pero en el Estado de México también se han dado agresiones en contra de feligreses, uno de los casos más sonados de agresiones en contra de presbíteros sucedió el 15 de marzo de 2016, en el municipio de Chicoloapan, cuando policías municipales golpearon a Federico Hernández Sánchez, cura de la iglesia de San Vicente Mártir cuando intentaba ingresar a la casa parroquial.
Otro suceso de ese tipo se registró la noche del lunes 13 de septiembre de 2016, cuando un grupo de pobladores de la localidad de San Pedro de la Laguna en el municipio de Zumpango, intentó golpear al sacerdote de la Iglesia de localidad.
El motivo de la muchedumbre, integrada por alrededor de 50 personas, era que cuatro días antes se había suscitado un robo al interior de la Iglesia, el cual no fue informado al pueblo por el clérigo, por lo que piensan que estuvo involucrado en el hurto. El botín robado incluía esculturas en forma de rosa y una cadena, objetos fabricados, todos ellos, con oro. La policía tuvo que intervenir para evitar que el sacerdote fuera linchado.
Otro episodio pasó el 3 de febrero del 2016, cuando feligreses del poblado de Visitación en Melchor Ocampo sacaron de la iglesia al padre Alejandro Torres López, a quien acusaron de atentar contra las tradiciones de la comunidad al no estar de acuerdo con la gran cantidad de pirotecnia que se utiliza para festejar al Señor de Tlapalita, los puestos instalados en calles aledañas a la iglesia, la venta de alcohol y los bailes públicos.
Los pobladores irrumpieron en la iglesia al término de la misa y desalojaron al párroco, quien fue protegido por otros feligreses. El caso más reciente se suscitó el pasado 21 de marzo de 2017 cuando vecinos de El Cerrillo Vista Hermosa en Toluca pidieron a gritos la destitución del párroco de la localidad, a quien responsabilizan de la explosión de pirotecnia que se suscitó tres días antes y que dejó un saldo de cinco lesionados.