Miguel Alvarado: texto. Brenda Cano: diseño.
Tejupilco, México; 13 de junio de 2022.
A Eduardo Medardo Hernández lo mataron fácil el 30 de mayo de 2022, en el municipio michoacano de Hidalgo, en los límites con Zitácuaro. La camioneta en la que iba fue detenida y él secuestrado por un comando que se lo llevó sin que nadie opusiera resistencia. Debía haberla, porque Medardo era el lugarteniente más importante de la Familia Michoacana en el sur del Estado de México, en la Tierra Caliente del Triángulo de la Muerte, y en algunas plazas del norte del estado. Fue hasta el 6 de junio que la muerte del capo fue revelada por audios y videos de un funeral en el que se captó a su familia, y por versiones del ejército acantonado en Tenancingo, en el Estado de México, que lo dieron por muerto. Esa ejecución coincide con la llegada del Cártel de Jalosco Nueva Generación en Tecoanapa, Guerrero, donde fueron rechazados este fin de semana por las autodefensas.
Al menos unos 13 sicarios del círculo más cercano de Eduardo Medardo también fueron levantados, que eran jefes de plaza en Michoacán y el Estado de México cuyos cuerpos van apareciendo poco a poco.
Que simplemente se los llevaran significa que entre los sicarios de Medardo, a quien se le conoce también como El Cien o Lalo Mantecas, había infiltrados, que sus relaciones con los jefes michoacanos, los hermanos Jhony y Alfredo Hurtado Olascoaga, se habían resquebrajado, que ya no recibía protección de algunos elementos de la Fiscalía -la cual se encuentra en un proceso de reestructura, de acuerdo con su titular, José Luis Cervantes Martínez- o que el cártel rival, el de Jalisco Nueva Generación, del que la Marina y el ejército anunciaron su entrada hace un mes a esa región, lo capturó y lo eliminó porque ha llegado a un acuerdo con los Hurtado. En municipios como Luvianos, Amatepec y Tlatlaya se sabe que fueron los mismos sicarios de la Familia Michoacana los encargados de darle piso a la estructura del capo y dejar el campo libre para la temible fusión.
Levantado primero, de acuerdo a medios michoacanos, El Cien pactó el pago de un rescate, así como la entrega de dos caballos pura sangre, que finalmente no le sirvieron para nada. Al mismo tiempo, su equipo de confianza comenzaba a ser levantado en los municipios de Juárez e Hidalgo, ubicados también en Michoacán. La lista de sicarios desaparecidos incluye al jefe de plaza de Amatepec, uno de los dos municipios más sureños del Edoméx, en el que las concesiones mineras esperan para ser explotadas. Jesús Gama Reynoso, a quien le decían el Tilico, corrió la misma suerte que su jefe. En esa lista aparecen también Juan Ortiz, a quien le dicen el Padrino o el 85, y que era responsable de la plaza de Villa del Carbón, un municipio al norte de la entidad. Otros dos sicarios fueron levantados junto con ellos, el Platino y José Rodrigo Escalante García, a quien le decían el Lobo.
“Este último es señalado como yerno del excomandante de la Policía Ministerial de Michoacán y prófugo de la justicia, Omar Tafoya Sánchez, alias “El Gori”, identificado como uno de los operadores del cártel de los Caballeros Templarios en los municipios de Zinapécuaro, Zitácuaro, Ciudad Hidalgo, Maravatío y Morelia, y señalado como uno de los responsables de la desaparición de siete agentes ministeriales federales, ocurrido en noviembre de 2009, cuando se dirigían de la Ciudad de México a Ciudad Hidalgo, Michoacán”, apunta el portal electrónico Informa Oriente de Michoacán.
Lalo Mantecas se había convertido en uno de los matadores más crueles de sicarios más efectivos y era el brazo ejecutor, el implacable sicario que llevaba a cabo las órdenes de los jefes máximos de la Familia Michoacana, el Fish y el Fresas, los hermanos que hace una década han reinado en esa Tierra Caliente inventada por ellos y por los gobiernos estatal y federal, así como por las mineras extranjeras, sobre todo canadienses, que se protegen gracias a la ayuda de soldados, marinos y fuerzas de seguridad pública, pero sobre todo gracias al poder paramilitar en el que se ha convertido el cártel michoacano.
El 8 de junio un video mostraba los funerales de Lalo Mantecas. Reunidos en un panteón rural, con música de banda, decenas de personas con flores y arreglos lloraban y se abrazaban junto a hombres armados, que miraban a los albañiles trabajar en la tumba, a la cual le ponían una losa de cemento. Junto a ese video, la imagen del vehículo en el que iba Lalo Mantecas circuló en redes esta semana. El auto, un jeep rojo de modelo reciente, fue hallado por militares en una zona de vegetación densa. Los soldados no hallaron nada ahí, a excepción de la frase enorme que el propio Lalo Mantecas mandó colocar en el medallón trasero de esa unidad. “SR. 100”, se leía, para que todos supieran que iba circulando el mero jefe, a quien se le responsabiliza de la masacre de 10 personas en Zitácuaro, sucedida entre el 17 y 18 de enero de 2021. Poco antes, en mayo de 2020, en un tramo entre Huetamo y San Lucas, en el Triángulo de la Muerte michoacano, otras 12 personas ejecutadas fueron halladas. Esa fue una venganza ordenada por el jefe sicario en contra de un lugarteniente del Jalisco Nueva Generación.
“Discúlpame Chito Cano. Se me olvidó tu regalo de Día de las Madres pero hay te lo mando. Atte. La Familia Michoacana”, decía el mensaje que dejó el comando de Lalo Mantecas en esa camioneta de la muerte, repleta de cuerpos de pistoleros del Cártel de Jalisco, que por su lado han hecho lo mismo en el valle de Toluca, en los municipios colindantes con la capital del Estado de México.
Pero la camioneta Nissan NP300 roja que aquella vez se encontraba estacionada a la vera del camino tenía 12 cuerpos, algunos de los cuales serían familiares de Chito Cano o el Señor del Valle, quien en realidad se llama Alejandro Carranza Ramírez, y cuyo nombre comenzó a sonar en el Estado de México a principios de ese año, cuando apareció una narcomanta en Calimaya, anunciando que “Empezó la limpia, señores. Venimos a sacar del Estado de México a toda esa puta lacra de La Familia Michoacana”. Los parientes masacrados de Chito Cano habrían sido levantados en Guerrero, aunque otras versiones señalan que eran gatilleros del CJNG, derrotados en un enfrentamiento contra los michoacanos, liderados por Jhony Hurtado Olascoaga.
La matanza de Huetamo era la respuesta a la ejecución en contra del sobrino de Medardo Hernández, a quien le cortaron la cabeza con un machete, después de interrogarlo, en alguna zona de la Tierra Caliente. El joven aparece sentado sobre una cubeta, sangrando de la nariz, y detrás de él un pistolero le apunta. Luego de interrogarlo, al joven lo desmiembran a machetazos, mientras aúlla de dolor. El muerto se llamaba Omar, y le decían El Vago.
La doble ejecución fue videograbada y divulgada en redes sociales. Amarrado a un árbol, y con una camioneta blanca estacionada junto, el Hormiga fue interrogado antes de morir.
-¿De dónde eres? – le pregunta su captor.
-De Santa Cruz Tescalapa, Sultepec- responde el sicario del Cártel de Jalisco, cuyo rostro de angustia es evidente.
-¿De dónde eres encargado tú?
-Me mandaron a Toluca, pues.
-¿De encargado?
-Sí.
-¿Quién?
-Para El Muletas.
-¿Qué cártel?
-El de Jalisco.
La ejecución de la célula del Cien o Lalo Mantecas ocurre en el marco de la penetración del Cártel de Jalisco Nueva Generación al Edoméx, muy particularmente al sur mexiquense. Mandos militares habían advertido de la llegada de los jaliscienses y también del poder de fuego y organización que tienen. “Nos barren a todos, a las fuerzas armadas y a la Familia Michoacana”, dijeron los mandos hace dos años.
Lalo Mantecas controlaba para la FM los plantíos de droga de la Tierra Caliente cercana a Huetamo, como Tuzantla, Tiquiche y Zitácuaro, en Michoacán, y de municipios mexiquenses como Luvianos, Tlatlaya, Zacazonapan, Temascaltapec y Tejupilco. Por él, la Fiscalía del Edoméx ofrecía una recompensa de medio millón de pesos, y lo acusaba además de asesinar al subdirector operativo regional de la policía estatal, Pedro Alcántara, y a su esposa, ocurrido en 2017, en la carretera Toluca-Altamirano.