7 diciembre, 2024

Algunas madres desentierran la certidumbre de la muerte

Algunas madres desentierran la certidumbre de la muerte

Recorre Jerusalén, marca con una cruz en la frente a los hombres que se lamentan y gimen por todas esas prácticas escandalosas que se realizan en la esta ciudad.

Ezequiel 9: 4

Carla Valdespino Vargas: texto. Ramsés Mercado: imagen. Brenda Cano: diseño.

Toluca, México; 2 de agosto de 2022.

No estaba muy segura sobre cómo empezar este escrito. Primero pensé que sería buena idea hablar sobre películas/documentales como Sin señas particulares, La civil, Sin tregua o En pie de paz; cintas que abordan el tema sobre la… iba a escribir problemática, pero creo el término en realidad no logra dimensionar la urgencia de las desapariciones forzadas en México. ¿Genocidio podría ser una palabra más exacta para lo que estamos viviendo? No lo sé, pero con más de 100 mil desaparecidos, no encuentro otra palabra que exprese nuestra realidad.

He pasado varios días tecleando, borrando y tecleando de nuevo. Intento encontrar los vocablos idóneos para compartir mi sentipensar sobre las desapariciones forzadas, pero las palabras se esfuman tan pronto las coloco en la pantalla. Me siento insegura pues no soy una experta en el tema.

Y entonces las palabras brotaron:

Salí a caminar al bosque y recordé que para muchas personas caminar es un acto de conexión con el alma, el momento idóneo para reflexionar, un acto de rebeldía. Caminar es la única manera de ser realmente libres, como lo afirmaba Thoreau. Incluso para algunas personas caminar es un privilegio que pocos pueden darse en un mundo lleno de caos, autos y oficinas.

En el bosque, miré mis pisadas marcadas sobre la tierra húmeda y me percaté de que, después de ver los filmes y escuchar los testimonios de las madres que buscan incansablemente a sus hijos, caminar había perdido esa connotación, incluso romántica, de reflexión, conexión, pensamiento y libertad pues, para las madres de los desaparecidos, caminar implica seguir la huella de sus hijos.

A veces comienzan su caminata en soledad y cuando sus pies avanzan unos metros, otras madres salen a su encuentro. Sus manos rasgan la tierra para encontrar una playera, una gorra, una mochila, algún indicio que les otorgue certeza. Ojalan la tierra con su Tau, la varilla en forma de T, para cerciorarse de que en ese terreno no haya signos de putrefacción y, si los hay, cavan hasta localizar huesos, cráneos, cuerpos. En su andar, han encontrado más de 500 fosas clandestinas sembradas en todo el país.

Algunas madres desentierran la certidumbre de la muerte, algunas… la eterna ausencia. Caminan con su Tau, que para los franciscanos es símbolo de la humildad; para Ezequiel, la marca de quienes se lamentan y gimen; para Caín, la marca de la eterna errancia, de quien vaga sin rumbo. La marca de las mujeres que buscan a sus hijos, mujeres que lloran y piden justicia. Madres que han aprendido a caminar con el dolor de la ausencia. Con el llanto, el enojo, el valor por encontrar a aquellos que un sistema ha desaparecido y que una sociedad ha olvidado.

Sí, nos hemos olvidado de los desaparecidos, los hemos arrojado al no-lugar, al sintiempo/sinespacio. Y entonces me pregunto si no somos parte del sistema que genera este genocidio.

¿Somos cómplices al guardar silencio?

#HastaEncontrarles

 
PD

Pienso en el dolor de las madres y ese pensar se convierte en sentimiento y ese sentir se transforma en palabras:

Las veladoras bailan al ritmo de la lluvia, bailan como si nada sucediera, bailan como si estuvieras aquí, como si tu sueño fuera arrullado con mi canto, como si te contara un cuento, pero no son palabras ni sones lo que brota, es el lamento de mi alma… de tu ausencia.

Sé que debo caminar, pero hay días y noches y semanas y meses y años que huello las oficinas y los juzgados y las fosas y los cementerios y las calles y solo encuentro tu ausencia.

Me duelen los pies, ya no hay descanso. La Tau en mi rostro me delata, soy una errante.

Te neutralizaron para después eliminarte, te arrancaron la esencia, pero tu nombre sigue en mi pecho, tu rostro en cada cartel.

Sin amnistías, sin indultos, sin perdón, sin aquiescencia, no solo quiero la verdad, quiero la sentencia, quiero tu vida en mis brazos

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