25 enero, 2025

Buzos de rescate: la diferencia entre un cuerpo encontrado o perdido para siempre

Buzos de rescate: la diferencia entre un cuerpo encontrado o perdido para siempre

Ramsés Mercado: imagen e información. Miguel Alvarado: texto.

Toluca, México; 14 de marzo de 2023

Trece buzos mexiquenses se capacitan con entrenadores experimentados en labores de rescate de cuerpos y de salvamento. Pertenecen al Servicio de Urgencias del Estado de México (SUEM) y buscan certificarse para comenzar a trabajar en este tipo de labores. Entre el grupo, destaca la presencia de tres mujeres, que acuden para obtener un reconocimiento avalado por instancias oficiales. Los buzos son sometidos a pruebas de inmersión y nado en cuerpos de agua inestables o de nula visión. Los entrenadores van poniéndoles pruebas, que son calificadas de inmediato.

Una de las mujeres que se encuentra en este proceso es Andrea Veloz López, rescatista acuática que ha ayudado a localizar cuerpos de ahogados y a salvar vidas. Ella comenzó a prepararse en el 2009 y desde entonces forma parte de un grupo de rescate acuático. Ella es paramédica desde hace 25 años y en el SUEM tiene ya 15 años trabajando.

Así, en la laguna de Salazar -el 13 de marzo- que se encuentra a un costado de la autopista México-Toluca, ella y sus compañeros esperan el momento de participar en las pruebas. Esa laguna, que en estos momentos luce aguas tranquilas aunque oscuras, han muerto decenas de personas. Ahí se busca también a desaparecidos, como sucedió con el caso de Mario Alberto Velasco Flores, quien desapareció el 4 de julio de 2021 en la Ciudad de México. El día que lo buscaron, los buzos no hallaron nada. Las pesquisas condujeron hasta la laguna de Salazar porque la última ubicación del celular del desaparecido marcaba esas coordenadas. Hoy los buzos están en la misma laguna por otras razones. Tres instructores y el alumno se acercan a la orilla. Dos de los entrenadores se meterán con el aspirante y estarán en el agua haciendo algunos ejercicios, mientras que otro vigila en la orilla. Sus trajes negros, diseñado para combatir el frío no aguantan mucho, como ellos mismos lo han dicho durante rescates en ese lugar.

“Este tipo de rescates es complicado porque no muchos estamos hechos para esto, porque en las albercas donde entrenamos hay aguas transparentes, pero en otros cuerpos de agua hay turbulencias y no se ve bien. Hay que tener valor y conocimiento. La experiencia, pues de va adquiriendo”, dice Veloz, quien hasta ahora ha trabajado en superficies y espera la oportunidad de hacer inmersiones, así como de obtener una certificación que avale sus capacidades de rescate.

Es madre de tres niñas y dice que en su familia están conscientes del peligro que implica su trabajo, y que la apoyan sin duda alguna. Muy seria, recalca que las labores de búsqueda en los cuerpos de agua siempre tendrán como resultado el hallazgo de una persona muerta. Sin embargo, las familias siempre agradecen los rescates.


“Cuando no se tiene éxito, estamos cabizbajos, pero hay que seguir. Nosotros estamos muy poco dentro del agua, más o menos una hora”, dice Veloz, quien recuerda un rescate que realizó en Uruapan, Michoacán, en una zona peligrosa sobre todo por los problemas de narcotráfico e inseguridad.

Uno de los instructores es Esteban Armada López, buzo rescatista del SUEM, explica que la práctica de certificación consiste en la demostración de técnicas de rescate que ellos denominan como el trineo, la horizontal, centrífuga y abanico.

“Como rescatistas vamos a varios puntos del estado y apoyamos a otras entidades. Actualmente somos siete buzos rescatistas y estamos preparando a trece más porque habrá un momento en que nosotros ya no podamos”, dice Armada, quien considera que en un rescate de cuerpos hay decenas de riesgos, aunque el principal es el de quedar enredados en la maleza. También hay redes, anzuelos y objetos cortantes que los lastiman.

Este año, el grupo de Armada ha realizado al menos ocho rescates, pero el buzo advierte que en Semana Santa el número de ahogados se incrementa.

“Si no saben nadar, si no conocen el cuerpo de agua donde se van a meter, entonces no lo intenten. Antes de 1994 se hacían rescates de manea rudimentaria, pero en ese año se comenzó a profesionalizar todo. Las certificaciones son individuales y hay de muchos tipos. Yo tengo cuatro, por ejemplo. Dependen de la especialidad que cada uno vaya eligiendo.

Andrea Veloz tiene puesta su gorra distintiva del SUEM, que es negra con llamativas letras verdes. Está sentada en la ambulancia que el Servicio de Urgencias lleva a todos los rescates. Tienen adminículos de primeros auxilios, aditamentos paramédicos y de primeros auxilios. Al rato será su turno y debe concentrarse. Mientras, se coloca su traje y repasa lo que hará en el agua. Las indicaciones de los instructores llegan hasta ella. “¡Toma aire, toma aire!”, le dicen a un aspirante que ahora está en el agua de la laguna.

Andrea Veloz también respira. Ella será uno de los buzos que relevarán a los actuales rescatistas acuáticos.

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