Stella Cuéllar: texto. Miguel Alvarado: imagen.
Toluca, México; 21 de octubre de 2022.
El trabajo fotográfico de Ramsés Mercado se centra en la ciudad, las más de las veces en la ciudad de Toluca, pero también en la ciudad de México y otras. En sus imágenes vemos la urbe con sus luces, a veces chispeantes y maravillosas, y otras sórdidas, porque son luces de ambulancias y patrullas, y casi podemos escuchar esos sonidos que a todos nos sobrecogen. Así, el trabajo de Ram puede ser muy lúdico, una invitación a la vida, o también, en otras ocasiones, de hecho, en muchas ocasiones, está cargado de solemnidad, como lo exige la muerte y el respeto a los deudos.
Ram retrata por igual a pobladores urbanos, trajeados o tatuados y de cabellos de colores, o con piercings, que a sexoservidoras, trasvestis, payasos o a indígenas que luchan por hacerse de un lugar y de respeto en las calles de una ciudad que los necesita, pero también los desprecia.
Son muchas las imágenes que he visto de Ramsés, y todas, a veces festivamente o bien entre lágrimas gritan: ¡Viva México! Ese grito sale de las fotos de fiesta, pero también de las de funerales, o de aquellas que dan cuenta del diario devenir de la vida de todos los que habitamos las ciudades de este país tan herido, pero no derrotado, pero en el caso de las fotografías de Ram, del día a día de Toluca y sus alrededores. Sus imágenes nos muestran lo más auténtico de la mexicanidad de hoy, esa que se aferra a sus tradiciones al tiempo que sobrevive como puede a las violencias de todos tipos que nos bañan y golpean a todos. El trabajo de Ramsés habla del México de los de a pie, o más precisamente, del México desde los ojos de los de a pie.
Quizá él no lo sabe, pero en su trabajo se recupera el espíritu de los textos de un Fernando Benítez o de un Rulfo, porque en sus fotos vemos los rasgos indígenas y las tradiciones que en mucho determinan nuestra cultura, pero también hay en ellas huellas de esa ciudad y mexicanidad de la que hablaban Octavio Paz o Carlos Fuentes, sobre todo de Paz, porque al igual que el enorme poeta, Ramsés ha logrado captar con su lente esos dos rasgos que dan forma a la mexicanidad de todas nuestras ciudades: lo indígena y tradicional, de la mano de lo urbano y lo cosmopolita.
Estéticamente, y a pesar de ser un fotógrafo aún muy joven, Ramsés Mercado ha logrado imágenes impecables, como lo veremos en la selección de 24 fotografías que componen la exposición La luz y sus demonios: ahí están nuestras marchas, nuestros velorios, nuestras fiestas populares, nuestros reclamos, nuestras luces y sobras; nuestros ángeles y, sobre todo, nuestros demonios, esos demonios aterradores que deambulan por la ciudad, agazapados, escondidos, listos para sorprendernos, o si pueden, para terminar incluso con nosotros.
Cierto es que cuando vemos una imagen de Ramsés, si no sabemos que es de él, aún no logramos identificar su autoría, pero eso no es por falta de calidad, sino por falta de años, pero eso se cura con el tiempo, y estoy segura que no pasará mucho tiempo para que su trabajo haga que se consolide un sello propio que irá antes incluso que su propio nombre. Ya está en esa ruta, de eso no hay duda. Porque Ramsés se permite la experimentación, es decir, que toma riesgos para que sus fotos no sólo den cuenta de lo que pasa, sino que revelen su vocación artística. Ram, antes que fotógrafo, que cronista urbano, es un espectador lúcido, un espectador sensible y solidario. Sus fotografías destacan lo mejor y lo peor de la realidad: el humor, la risa, el juego; también el desconcierto, el asombro desde el horror; el júbilo luminoso de la vida, y los demonios ocultos tras de ella. Vale la pena seguir su trabajo, conocerlo y acercarnos a él.
Ramsés Mercado es toluqueño; esa es su condición y la asume plenamente y con orgullo, y desde esa postura es portavoz de los barrios de esta ciudad que ama tanto y la lleva metida hasta la médula de los huesos. Por eso Ramsés puede ser más que un foto-cronista de Toluca; por eso puede recuperar en imágenes fijas los puntos más finos de la identidad toluqueña, la de sus barrios y pueblos. Por eso puede jugar y mostrarnos los maravillosos contrastes entre la modernidad y el rezago, entre la miseria y el exceso de los políticos y pudientes; por eso puede, con ironía, retratar a México, en ese fragmento del que es Toluca. Esa Toluca de progresos y letargos; esa Toluca que, como el resto de México, es desigual: trágica pero divertida; sabrosa pero amarga; abierta y cosmopolita, pero también cerrada y tradicionalista. Ramsés nos muestra, pues, la luz y sus demonios.
La exposición fotográfica La luz y sus demonios forma parte del Festival Internacional de Fotografía Amalgama Fest, que organiza la Escuela Lumière. Y estará abierta en la Galería Lumière, en la calle de Miguel Hidalgo 1030, en el Barrio de San Bernardino, en Toluca, Estado de México.
Ramsés Mercado es fotoperiodista desde hace cinco años. Cofundador del medio electrónico Viceversa, junto con Karen Colín, Brenda Cano, Marco Antonio Rodríguez, Silvia Soto y Miguel Alvarado, ha reporteado el Estado de México y especialmente su capital, Toluca, en donde ha desarrollado gran parte de su trabajo. Esta es su primera exposición individual.