Stella Cuéllar: texto. Brenda Cano: diseño.
Toluca, México; 13 de agosto de 2022
“Renuncia por motivos de salud” es una película estrenada en 1976, dirigida por Rafael Baledón. Nos muestra la corrupción sistémica en México y en ese sentido es un filme por demás actual.
En él vemos a un ingeniero, don Gus, que trabaja en una secretaría de Estado, sin especificarse cuál, dando a entender que en la que sea ocurrirá lo mismo. Don Gus es quien hace los dictámenes de los proyectos que presentan las empresas, y el oficial mayor lo presiona para que cambie un dictamen y favorezca a una determinada empresa, a cambio de una muy buena mordida… nada nuevo antes y nada nuevo ahora.
Don Gus se niega, pero al cambio de secretario se ve inmerso en una situación que lo hace dudar de sus valores y principios. La familia no le ayuda porque todos, o casi todos, están a favor de que deje a un lado su mojigatería, ya que finalmente todos entran al juego.
El ambiente laboral, familiar y social asquea, como sigue asqueando hoy. El tema del combate a la corrupción no es nuevo, ni lo era en 1976. Esa es la tragedia del filme, que se resume con la frase final que se escucha en el mismo, algo así como: “¿quién arreglará este cochinero? ¿Nosotros? ¿Los jóvenes? … no… quizá lo haga el nieto… ese que está por nacer”.
Y tristemente nietos nacen y en cuanto crecen se alinean al juego de la corrupción en el que participamos de un modo u otro todos… ya nacerán otros, y serán ellos quienes limpien este mugrero.
Don Gus es Ignacio López Tarso; su hijo, que no estudia, ni trabaja, ni hace nada de provecho, es interpretado por Juan Antonio Edwards; la madre es una abnegada y sumisa Carmen Montejo.
Es, pues, una película de denuncia, que irrita no sólo por el tema de la corrupción, sino porque muestra ese ambiente clasemediero de hijos vividores, desconsiderados, inmaduros; de una madre que atiende al marido y ve telenovelas…, aunque “no le gustan todas”.
Un México que muchos reconocemos porque lo vivimos en los setentas, pero que, como cucaracha, ha sobrevivido a todo, y así sigue moviéndose la maquinaria, aún en estos falsos tiempos de “transformación”.