Fernanda García: texto. Ramsés Mercado: fotografías. Brenda Cano: diseño.
Metepec, México; 3 de noviembre de 2022.
En la comunidad de San Lucas Tunco, perteneciente a Metepec, el Templo de la Santa Muerte Ana se distingue por su imponente interior lleno de luz y figuras de la Niña Blanca, que atrae lo mismo a devotos que a curiosos.
Aunque la creencia popular sugiere que esta devoción está relacionada con Satanás, para quienes le adoran no hay nada más equivocado, pues antes de rezarle le hablan a Dios.
“Sabemos que sin Dios no hay Santa Muerte, no hay San Juditas, no hay santos, no hay cosa como Dios Nuestro Señor, aquí hay una frase muy grande que se pronuncia adorar y venerar. Nosotros adoramos a Dios y veneramos a nuestros santos», comentó Francisco Sanabria, quien desde hace 14 años dirige este santuario.
Fue la Santa Muerte, cuenta la familia de Francisco, que a través de sueños les comunicó que sería conocida como Ana, y en su nombre realizan sanaciones, limpias, oraciones y hasta velatorios; la mayoría de los servicios son gratuitos.
“Lo construimos con amor y con cariño, y aquellas personas que piensen mal de la Santa Muerte pueden venir e investigar que es realmente un ángel que nos mandó Dios”, añadió Nazareth Sanabria, hija de Francisco.
Para la familia Sanabria, la devoción es tal que los XV años de Nazarteh fueron dedicados a la Niña Blanca.
“Hace cinco años le dije que mi fiesta sería para ella, mi vestido fue negro, mi pastel de calaveras y muchos devotos de la Santa Muerte llegaron, mi escenario fue de cráneos, todo fue de cráneos, mis arreglos, todo era de negro y plata. Vinieron muchas personas de varios lugares, santeros también”.
Los prejuicios
En medio de prejuicios y estigmas, el culto a la Santa Muerte ha ido en ascenso desde el año 2000, cuando se fundó la Iglesia Católica Tradicional México-Estados Unidos, que venera a la Flaca y que obtuvo el registro como asociación religiosa ante la Secretaría de Gobernación en 2003, aunque lo perdió dos años después.
Las controversias en torno a la santa también se generan porque hay quienes la invocan para delinquir, pero en el Templo de la Santa Muerte, a la que llaman Ana, reconocen que no juzgan a los devotos por sus peticiones.
“Atendemos a todos: a rateros, a gente que hace esas cosas, a abuelos, aquí todo mundo paga lo que hace pero nosotros no discriminamos. Hay que saber manejar el bien para manejar el mal y viceversa; por eso hacemos también magia blanca, negra, aquí encuentran de todo, todos los trabajos”.
El miedo, señalan en el templo, reside en la ignorancia, por ello las puertas están abiertas para los escépticos e incluso para los practicantes de religiones más estrictas como la de los Testigos de Jehova.
Pese al nulo reconocimiento del gobierno federal, no se ha acotado la fe en la Santa Muerte, que tomó fuerza en la zona centro de la Ciudad de México, se extendió a otros sitios del país y no ha dejado de crecer en el Valle de Toluca, en donde el segundo día de cada mes, en punto de las 19 horas, se le rinde culto.