9 diciembre, 2024

El diario visual de una escritora surrealista

El diario visual de una escritora surrealista

Silvia Hernández Hellín/ The Conversation

Tras la publicación de su primer álbum, Horses, en 1975, Patti Smith fue apodada “la madrina del punk”, apelativo que nunca ha terminado de entusiasmar a la artista. Hoy en día, conocemos a Smith no solo por su faceta como cantante, sino también como poeta, artista visual, activista y, más recientemente, como memorialista.

En 2010, Patti Smith publicó Éramos unos niños (Just Kids), obra que recibió el Premio Nacional del Libro en la categoría de no ficción. A este relato, clasificado como libro de memorias, le siguieron M Train (2015) y El año del mono (Year of the Monkey, 2019). Aunque los inicios de su trayectoria como poeta se remontan a 1972, no cabe duda de que Patti Smith se ha abierto camino también en el mundo de la literatura en prosa.

Si entramos hoy en una librería, no nos resultará muy difícil encontrar alguno de estos tres libros en la sección de memorias o autobiografías, o simplemente bajo la etiqueta de “no ficción”. No obstante, ¿hasta qué punto es acertada esta clasificación? ¿Son Éramos unos niños, M Train y El año del mono memorias de una celebridad al uso?

Éramos unos niños y el fenómeno female rock memoir

La publicación de Éramos unos niños guarda mucha relación con el aumento significativo de obras que han sido recientemente catalogadas como parte del fenómeno female rock memoir (“autobiografías de mujeres del rock”).

Sin embargo, a pesar de ser considerado el exponente de este subgénero que cada vez cuenta con más ejemplos, Éramos unos niños no se ajusta exactamente a lo que encontramos en las historias de otras escritoras del rock. Contra todo pronóstico, el primer libro autobiográfico de Patti Smith no narra la historia de cómo esta se convirtió en una de las voces femeninas pioneras del punk, sino que se centra en su relación con el fotógrafo vanguardista Robert Mapplethorpe.

El libro, de hecho, es el resultado de una promesa que Smith le hizo a Mapplethorpe poco antes de que él falleciera: la de escribir su historia, una historia de amor, amistad y hermandad. De esta forma, todo aquello que les concierne como personajes individuales pero que no es relevante en la historia de su relación queda fuera del texto. Éramos unos niños no es la autobiografía de Patti Smith ni la biografía de Robert Mapplethorpe; es ambas y ninguna a la vez.

M Train: un viaje por el fluir de la conciencia

Lejos de seguir los pasos de Éramos unos niños, M Train toma su propio camino. Este libro contiene una prosa más introspectiva y experimental que, por momentos, roza el fluir de la conciencia.

En él, Smith reflexiona acerca de la pérdida (en especial la de su difunto marido Fred “Sonic” Smith), el autoconocimiento y el paso del tiempo. La realidad se confunde con los sueños y el presente se entremezcla con el pasado, dando lugar a una narrativa no lineal que se aleja bastante de la estructura convencional de los relatos autobiográficos.

Todo esto hace que M Train se lea como una suerte de diario, no tanto en su forma más cotidiana (ese “querido diario” que fechamos y tratamos de escribir con la mayor regularidad posible) sino en un sentido más literario, más cercano a lo que conocemos como “ensayo personal”. No prima en esta historia lo que sucede, sino de qué manera lo que sucede afecta a la escritora. En definitiva, el M Train simboliza la conexión entre los distintos pensamientos de Smith, como si estos fueran estaciones independientes conectadas únicamente por la línea M.

La autoficción en El año del mono

Si bien en M Train ya vemos un cierto distanciamiento del género de las memorias en su forma más tradicional, es en El año del mono donde se hace evidente la desvinculación de las memorias de otras celebridades.


Este libro es la prueba definitiva de que Smith se siente lo suficientemente cómoda con el género autobiográfico como para transgredirlo y jugar con los límites de lo real y lo ficticio.

Aunque sigue siendo un texto esencialmente autobiográfico, al igual que los dos anteriores, el elemento diferenciador radica en la capacidad de Smith para incorporar elementos surrealistas que confunden constantemente al lector. Objetos que hablan, personajes que aparecen y desaparecen como por arte de magia y situaciones kafkianas conviven en esta historia que es más autoficción que autobiografía.

En la delgada línea que separa los sueños de la realidad, la autora esconde un sinfín de reflexiones que difícilmente se descubren a primera vista, pero que se convierten sin duda en una agradable recompensa para aquellos que deciden sumergirse en una segunda lectura.

¿Una nueva dirección?

A pesar de que Patti Smith sigue siendo archiconocida, parece haber en su escritura autobiográfica un empeño por alejarse de todo aquello que se espera de alguien famoso en el género autobiográfico.

Ya en los años setenta revolucionó el mundo de la literatura, desdibujando los límites entre la poesía y la música; cuatro décadas después, vuelve a hacerlo creando, en esta ocasión, textos híbridos con una prosa que no termina de ajustarse a ninguna clasificación. La publicación de su próximo libro (A Book of Days) está prevista para noviembre de este año y, aunque Penguin lo ha incluido en la sección «Biografía y Memorias», en su sinopsis se vislumbra ya una nueva dirección: se trata de un diario visual inspirado en su cuenta de Instagram, en la que acumula más de un millón de seguidores.

Habrá que esperar hasta otoño para descubrir si esta es una obra más típica de una celebridad o si la autora esconde un as en la manga con el que volver a sorprendernos.

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